'Él tenía unos hermosos ojos
De esos en los que te podías perder
Y creo que yo lo hice.'s.b
Adrien no quiso pensarlo más. No quería pensar en eso. Con unos días en que puso su mente en el asunto y ya lo tenía todo atontado, yendo a cafés y topándose con chicos que pasaban fugazmente, haciendo el ridículo en taxis y apestando en las calles. Y ahora su mejor amiga le decía que le había encontrado, había encontrado a su alma gemela; pero también había desaparecido tan rápido. El rubio no se lo quiso creer. Entonces dejó por zanjado el asunto. Adiós almas gemelas. Adiós frases extrañas en los brazos. Adiós asuntos extraños del destino. Él no estaba hecho para eso. Él era alguien de ciencias, alguien de números. No existía un millón de 'hubieras', había pruebas de realidades. Y su realidad dictaminaba que seguro estaba enfermo de la piel, no otra cosa, nada del destino. Luego también pensaría en eso.
Y lo que le había regalado Chloé era un detalle lindo, pero también era más bien algo para un niño que creía en cuentos de hadas. Le había regalado uno de esos aparatos que encendían e iluminaban una habitación a oscuras con figuras. Para él, había decidido regalarle el espacio reflejado por unas bombillas. Agradeció cuando otro taxi, con la muchacha dentro de él, lo dejó en la puerta de su casa. Adrien se despidió de Chloé aparentando estar tranquilo, estar bien. Ella no estaba tan segura de que se encontrara bien, sin embargo lo dejó pasar.
—Nos vemos muy pronto. Espero que haya sido un buen cumpleaños.
Había un deseo en su voz. Como si de verdad se lo quisiera pedir a las estrellas o a algún dios para que Adrien hubiese pasado un buen cumpleaños a pesar de sus percances.
El rubio mostró una sonrisa. Asintió y volvió a arreglar la caja que cargaba en las manos (en el café la había abierto, lleno de curiosidad y para ir dejando el asunto previo en el olvido). Se despidió con un simple: 'Hasta luego' y el taxi arrancó. Los rubios intercambiaron una última mirada. Azul y verde, que se conocían desde hacía años, pero no vieron más allá del color del contrario. Adrien no vio la preocupación de Chloé, ni ésta vio como el rubio se podría sentir en ese momento. Y el taxi se marchó.
Ahora Adrien volvió su camino a la casa. Se las arregló para abrir la puerta aún con la caja encima y sin tirar su contenido. E hizo lo que tenía que hacer: limpiar su mochila, arreglar sus cosas para el colegio, poner una alarma y dejar la caja en el fondo de su armario.
Había sido un día... interesante. Muy extraño y con bastantes más desventajas que ventajas, pero había pasado.
<<Feliz cumpleaños número dieciséis>> se repitió. Y esperó unos minutos más para que Nathalie llegara puntual y como siempre. La mujer lo saludó, sin mencionar que no se habían visto en la mañana, y tampoco le deseó un buen cumpleaños. Preparó la cena con tranquilidad, y con un rubio con la nariz entre las páginas de un libro. Cuando el padre de Adrien llegó tampoco le felicitó por su cumpleaños, llegó directamente a comer algo y a retirarse a su despacho. Nathalie se quedó algo más de tiempo limpiando los trastes. Adrien no disfruto del sabor de su cena en ningún momento. No le importó. Aquel había sido su peor cumpleaños. Su madre no estaba de nuevo. Su padre lo ignoraba. Ni siquiera Nathalie parecía saber qué día era. Ni hablar de sus amigos (Monique y Nino).
Ese día terminó como una pequeña decaída para el chico. Como cuando no ha pasado nada interesante y aún así el tiempo sigue sin mostrarse mejor. Al apagar la luz de la lámpara que tenía en el buró, Adrien se quedó dormido.
*~^~^~*
Adrien no era alguien de sueños. Según él nunca había soñado nada por las noches, o en alguna siesta casual que había tenido alguna tarde. O si había soñado... jamás recordaba. Pero aquel no había sido su día. Todo había parecido cambiar, hasta el recordar sus sueños. Porque soñó. No podría decir que había visto un escenario en concreto, o que hubiese vivido una historia, sólo había soñado con una laguna en la oscuridad y ésta tenía un color turquesa muy intenso. No hizo nada en el sueño. Sólo se le quedó viendo a las aguas tranquilas esperando a algo que nunca ocurrió. Nada interrumpió la calma del agua, ni él mismo. Y cuando se despertó se le quedó viendo al techo como si aún siguiera soñando.
Se sintió desorientado y cansado al escuchar su alarma en un intento de hacerlo levantarse temprano. Casi como un zombie hizo su rutina de siempre. Lentamente y con la mirada en la nada. Afortunadamente se había puesto una alarma más temprano de lo normal (mejor precaver que lamentar). Al bajar a por su desayuno también se encontró con su padre en el periódico. No dijo nada.
Nathalie intentó hacerle plática. Por alguna razón Adrien no quería hablar con ella. Picoteó su desayuno la mayoría del tiempo, y comió casi nada. Después se dirigió a la puerta, agarró sus cosas en el camino, se despidió cortamente y se fue de ahí. Ahora sí revisó traer llaves antes de cerrar la puerta.
En el camino se encontró con Monique que le vio con mucha vergüenza. Lo lamentaba en serio. Él no le dijo nada del día anterior, porque no había sido nada y no importaba. Y al llegar al colegio sintió que todo volvía a estar en paz. Todo estaba de vuelta en su lugar. Él estaba impecable, a pesar de su desánimo, pero su cerebro funcionaba bien. Monique y Nino habían vuelto a estar con él. Y Cara de Bulldog se quedó alejada de él.
Aunque algo dentro de él no se sentía del todo normal. Por momentos recordaba al chico con el que se había topado. Veía su cabellera pelirroja revuelta y esparcida por la acera. O visualizaba sus delgados labios. O vislumbraba el brillo en sus orbes turquesas. Al pensar en eso siempre le daban ganas de volver a leer lo que tenía en el brazo. Pero se negaba a dejarlo al descubierto de nuevo.
Adrien tenía que dejarlo. Dejar el asunto. Porque no era posible. Porque no quería estar pensando en un chico al que no conocía de nada con una sensación cálida en su interior. No quería. O sólo quería pensar eso el tiempo suficiente para que se hiciera realidad, como memorizar un peso atómico, una fórmula de alguna resolución de problema. Sólo eso. No podía ser más. No le conocía, no debería pensar en él. De ninguna manera.
No es mucho el capítulo pero es algo. Tengo unas palabras que decirles. No estoy segura de seguir actualizando como ahora (ignoren que la vez pasada lo hice dos días después de lo acordado). En una semana entro a clases y luego se ponen mis horarios de cabeza. Entonces no estoy muy segura de seguir con esto de esta manera. ¿De acuerdo? Yo les iré avisando sobre todo por medio de las notas finales que pongo en Diseños Pasados.
Cualquier atraso espero que me lo perdonen. Y otra cosa, ¿sí les gusta la historia? ¿Algo que quisieran ver o que no les agrade? Déjenmelo en un comentario, se los agradecería mucho.
Espero que estén bien. Les deseo lo mejor.
Bye bye.
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Perfectly Imperfect
Fanfiction'Nuestras almas están conectadas.' Cada día desde los nueve años le aparecían dibujos en su piel. Aparecían en sus manos, en sus tobillos, en sus muslos. También aparecían en su espalda y más frecuentemente en sus brazos. Todos los días cambiaban d...