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'"Para que una estrella nazca, una cosa debe de pasar: una nébula gaseosa ha de colapsar.

Entonces, colapsa.

Desmorónate.

Esto no es tu destrucción.

Esto es tu nacimiento."'


—¿Qué?

Adrien realmente no quería, pero tuvo que alejarse del otro.

—Tus muñecas. Adrien, siento tu dolor.

Nathaniel las tomó. Lo miró serio un par de segundos y luego las giró. No había marcas que se pudieran ver. No. No había tenido esa clase de crisis, no había hecho esa clase de cosa. Adrien había leído sobre ello, porque Monique alguna vez lo intentó, no en sus muñecas pero sí en sus hombros. Era una de esas cosas que no habían vuelto a tocar desde hace mucho tiempo, aunque cada vez que Adrien podía la inspeccionaba detenidamente. Era una de las pocas cosas que Monique no decía orgullosamente: "es de adolescentes normales". Tal vez porque no quería que lo fuera, no debería de serlo.

Adrien sintió un escalofrío cuando los pulgares del otro chico se siguieron moviendo sobre sus muñecas, primero, y luego intentaron ir más allá, pero el saco no se lo impidió. Entonces, lo vio, como pidiendo permiso, pero, Adrien negó con la cabeza.

—No es eso. No es algo... así.

Y Adrien podría sentirse miserable, en serio, pero no por eso se desquitaría con su propio cuerpo, algo que lo unía mucho a Nathaniel. Adrien sentía que así arruinaría sus dibujos y eso era lo último que quería.

No obstante, Adrien no quería decirlo. Lo había sentido desde hacía tiempo, y por lo mismo había podido pensar qué le pasaba. Al inicio le dio simples vueltas a los hechos, luego dejó que se sintiera así y se externara durante un tiempo, también tanteando si los demás se daban cuenta o tan siquiera les importaba (tal vez eso era demasiado caprichoso y egoísta de su parte, pero necesitaba experimentar). Estos últimos días eran los de analizar resultados. Y éstos habían apuntado fuertemente a un solo evento, a una persona en específico, pero Adrien no quería admitirlo, porque eso lo haría completamente real y no sabía cómo lidiar con ello.

Nathaniel lo miraba insistentemente. Claro que sí. Estaba ahí con él, se dejó convencer tan rápido de huir con él a un parque cercano, de acurrucarse, de dejar que él no empezara a examinar en busca de lo que sea qe lo acongojaba, que lo aprisionaba. Nathaniel quería saber, en serio que lo quería, y era para poder de él mismo dejar su dolor atrás. Adrien no entendía bien cómo funcionaba eso, ¿estaba preocupado de verdad por él o su condición lo empujaba a ese dolor y nada más intentaba quitárselo de encima?

Adrien se alejó un poco más, no quería que lo siguiera viendo así, suplicandole que le enseñara el secreto. El rubio se quitó el saco lentamente. Monique se hubiese sorprendido, si hubiera estado allí con ellos (y qué bueno que no), porque Adrien no llevaba una camisa de manga larga como tendía a hacerlo. Simplemente no se le había apetecido y no importaba porque no se había quitado el saco en todo el día. Adrien miró sus manos acariciando la superficie del sacó marrón, ahora encima del pasto (eso pondría furiosa a su madre). Adrien se dejó tocar por Nathaniel, quien buscaba marcas que indicaran un dolor no emocional, marcas de un maltrato físico, en sus brazos. Por supuesto, no halló nada.

—Te dije que no era algo así.

—Entonces ¿qué?

—¿No deberías de saberlo ya?

Perfectly ImperfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora