'Sacrificio, eso es lo que hacemos por la gente que amamos.'
'Eras tu'. El mensaje estaba escrito en interior del antebrazo, cerca del doblado del codo. La letra era linda y sabía perfectamente a quién le pertenecía. Adrien no pudo evitar sonreír.
"Tendrás que ser más específico." La respuesta del rubia fue más para molestar que para otra cosa. El chico se puso la chaqueta, cubriendo todo rastro de marca en su extraña piel. El mensaje había aparecido en la noche, y él, en la mañana a punto de irse al colegio, le estaba respondiendo.
El día anterior no había sido tan malo, un lunes normal, con trabajo, con estudio, y con lecciones. Estaba acostumbrado a todo ello y se esforzaba. Tal vez fuera como había escuchado que eran las correccionales, si te portas bien te dan ciertos beneficios sobre los demás presos. Aunque en su prisión él era el único preso. Ojalá una actitud sumisa pudiera resolverlo todo. Pero cuando las lecciones se iban, cuando la ciencia no le llegaba al cerebro, era porque Adrien dormía y su cerebro se ocupaba más de intentar recordar cada detalle de aquel chico. Era lindo. Bastante lindo con sus peculiares ojos y su flamante cabello. Se intentaba acordar con precaución sobre la curvatura de su rostro, de sus mejillas, de sus hombros. E indudablemente Adrien caía en lo que se le llama idealización. Estaba idealizando a ese chico que realmente no conocía.
Adrien bajó a la cocina, desayunó lo que Nathalie le preparó, se terminó de arreglar la vestimenta y la mochila y volvió a bajar las escaleras. Salió con Nathalie pisándole los talones. La mujer sacó de su bolso las llaves de su coche, y sin ninguna espera se metió en él. Adrien se sentó en el asiento del copiloto y esperó. El motor vibró, las llantas comenzaron la movilización del vehículo y su casa desapareció a la distancia.
Una suave melodía comenzó a salir de las bocinas del vehículo. Adrien no tardó en identificar que era Totentanz de Liszt. La danza macabra del compositor romántico Liszt. Vaya dramatismo era con el que amanecía la mujer. Adrien se recargó en el asiento, para ver por la ventana el simple y tonto trayecto que tenía que hacer en el coche, ya casi llegaban.
— ¿Por qué te fuiste? —preguntó Nathalie con voz tranquila.
— ¿Eh?
—Hace dos días, ¿por qué? No creo que sólo haya sido un impulso de rebeldía juvenil. Tú no eres un chico rebelde.
Adrien se encogió de hombros. Aunque sabía que si le contaba sobre todo lo que le había ocurrido en las últimas semanas ella le creería. En realidad sería la única persona con la que vivía que lo haría. Pero su lengua estaba pegada a su paladar y las palabras no saldrían fácilmente de su garganta. Así que se quedó volteado, ignorando a la mujer.
Adrien escuchó un suspiro de su parte.
—Sabes que puedes contarme lo que sea. Si tienes duda en algo veré cómo resolvértela, y si estás metido en líos... podría intentar ayudarte a resolverlos si me dijeras cuáles son.
<< ¿Qué insinúas? >> se preguntó el rubio, completamente extrañado por la dirección a la que se estaba conduciendo la conversación unilateral de Nathalie.
—Lo que quiero decir es que ten por seguro que estoy aquí para ti. ¿De acuerdo, querubín?
Adrien sonrió con desgana, y le mostró esa expresión a la mujer antes de desabrocharse el cinturón, tomar su maleta, abrir la puerta, y finalmente salir del coche. Sus compañeros volverán a tener sus atentas miradas sobre él, qué considerados. Adrien cerró la puerta del coche, y se fue directo al interior del colegio.
— ¡Adrien! —exclamó la voz de una chica que conocía bastante bien.
Monique apareció a su lado casi de inmediato, con su celular en las manos, y sonrisa espectacular en el rostro. Adrien se detuvo, se pegó a una pared, llevándose a Monique con él y le preguntó con tono confidencial qué era lo que deseaba la chica. Porque esa sonrisa tan sólo auguraba que ella sabía algo o quería mostrarle algo "genial".
— ¿Ves a la noviecita de Nino?
— ¿Qué novia?
Monique bufó.
—La chica morena con lentes, aquella con la que nos topamos en la zona de comida rápida en el centro comercial hace dos días. La chica del blog que él sigue entusiasta. La chica que él dice y repite que es muy guapa, carismática e inteligente. La chica que va a la misma escuela que tu querida amiga bruja. ¿Cuánta precisión más quieres?
—Ya entendí, Monique. Y no le llames así a Chloé.
Adrien como siempre guardando la seriedad, y Monique haciendo expresiones demasiado exageradas. La muchacha rodó los ojos ante el regaño. Si supiera elegir sus expresiones adecuadamente sería una gran actriz de drama.
—Bueno, el caso es que he estado toda la tarde metida en aquel blog suyo, viendo videos, leyendo comentarios y artículos.
— ¿Y eso fue para...? —tanteó Adrien—. No te he dicho quién es... tu sabes qué.
—Lo sé pero me puse a investigar a cada chica que estuvo con nosotros aquel día. Ya sabes, a la de coletas con dulce sonrisa y grandes ojos azules. A la chica gótica y a la chica más rosa del mundo. Aunque también a la misma Alya, ya sabes la chica del blog. Si es ella, en serio prepárate para luchar porque Nino parece encantado con ella.
Adrien sonrió de manera extraña. Y después de esa sonrisa una gran carcajada salió de su garganta. Ah, Monique como siempre con tanta energía y sin esperar un segundo más se puso a investigar sobre chicas para nada.
— ¿Por qué te ríes? He gastado mis horas intentando hacerte un favor. —Monique se quejó. La chica le lanzó un golpe en el brazo, con bastante molestia. Adrien siguió riendo, con menos intensidad. Y se sobó el brazo lastimado.
—Venga, Monique, no te enojes así. Simplemente no tenias que gastar tus valiosas horas para hacerme un favor.
La chica se cruzó de brazos, bufó y mostró molestia en su expresión. Adrien le sonrió, apiadándose de ella.
— ¿Por qué perdí mi tiempo?
—Porque no es ninguna de esas chicas.
Monique frunció el ceño levemente, sorprendida, curiosa. Sus ojos fueron a buscar los verdes de Adrien, intentando ver qué más guardaban. ¿El chico estaba a punto de revelarle quién era esa persona?
Adrien le sonrió, dulce como sólo era él. Le acarició los cabellos y posó un suave beso en la frente de la muchacha. Después comenzó a avanzar por los pasillos, la campana ya había tocado.
— ¡Adrien, dime quién es! —gritó la muchacha, yendo detrás del chico.
—Lo sabrás a su momento.
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Perfectly Imperfect
Fanfiction'Nuestras almas están conectadas.' Cada día desde los nueve años le aparecían dibujos en su piel. Aparecían en sus manos, en sus tobillos, en sus muslos. También aparecían en su espalda y más frecuentemente en sus brazos. Todos los días cambiaban d...