Nathalie abrió la puerta y se encontró con el rostro altanero de la niña Bourgois el sábado a las once de la mañana de esa misma semana. Sin dudar, la asistente del señor Agreste salió de la casa, y empujó a la chica calle arriba. Chloé se quejó, obviamente, pero eso no le importó a Nathalie.
—¡Suéltame! —exigió la chica casi chillando indignada de que alguien como Nathalie la tratara de esa manera.
Nathalie acabó por hacerlo e ignoró que la chica fuera una exagerada y la mirara mal. Al fin y al cabo, ésa no era ni de cerca la peor mirada que había recibido de alguien.
—¿Por qué hiciste eso?
—Necesitaba hablar contigo —Nathalie explicó con sencillez.
—¿De qué? Y apúrate que Adrien me espera.
—En realidad no lo hace. Yo concerté esta cita, usando el teléfono de Adrien, por supuesto.
El ánimo de Chloé no pareció menguar, se mostraba irritada, no obstante, una pequeña chispa de admiración apareció en su interior. Nathalie no era tonta, lo sabía, pero tampoco pensó que alguna vez fuera a ser atrapada por ella.
—¿Qué quieres?
A Nathalie no le caía mal Chloé. Normalmente la chica era lo suficientemente decente (si se le puede llamar así) con ella para no ofenderla cuando la recibía en la casa de los Agreste. Pero, esto ya era un asunto más bien personal. Chloé no tenía porque ser amable si había sido engañada para estar ahí.
Nathalie, por su parte, se mordió los labios. ¿Cómo decirlo? Ella era como una segunda madre para Adrien, lo cuidaba y siempre intentaba estar ahí para él. Pero, lo veía distraído y parecía ansioso también. No se sentía nada cómodo en las comidas con sus padres, único momento del día en que los veía, evitaba mirarlos siempre. Y a ella tampoco la veía, ya tenía tres Post-its con su frase del día en la basura y con una marca de zapato encima.
—Necesito ayuda con Adrien.
—¿Ayuda? ¿Con Adrien? Dale un libro y se comportará bien —dijo Chloé, burlándose de ella.
Nathalie frunció el ceño. Tenía que ser una broma de parte de la chica y aquella tendría que disculparse en los próximos cinco segundos porque sino le jalaría de la oreja y la reñiría por ser grosera con un adulto. Sí, era una asistente, pero no por eso era menos adulta o merecía menos respeto. Afortunadamente, Chloé fue lo suficientemente lista como para notar que Nathalie hablaba en serio y aquel comentario era muy poco glamoroso de su parte.
—Bueno, ayudar a Adrien. ¿En qué exactamente? —No era una disculpa, pero era algo.
—En que esté tranquilo. Algo le pasa y no quiere hablar conmigo. Si sigue así, sus calificaciones se verán afectadas y eso también afectará su propia libertad.
La palabra libertad empleada por Nathalie llamó la atención a Chloé, recordándole que Adrien era prisionero en su propia casa. Chloé asintió lentamente, considerando qué podría hacer. Lo primero...
—Podría intentar hablar con él.
—No creo que te cuente mucho. Normalemente tú sabes qué le pasa. ¿Ahora sabes qué le pasa?
Adrien le había resumido que su semana estaba igual de aburrida que siempre y ya. Chloé no sabía que había algo mal con él. Por tanto, el hablar tranquilamente como seres humanos estaba descartado.
—No creo que sea un problema que ya haya podido solucionar con esa mentecita suya —aclaró Nathalie, preocupada.
Cuando Adrien se enfrentaba a un problema normalmente estaba uno o dos días de aquella manera, como encerrado en sí mismo, hasta que lo resolvía y se regodeaba ante Nathalie (y Chloé) porque era un chico inteligente y él solito había encontrado la solución. Nathalie se reía ante esa actitud, porque se le hacía muy tierna, rozando lo infantil. No obstante, no parecía ser ése el caso.
—¿Entonces será algo distinto?
—Tal vez un problema que su parte racional no pueda resolver.
Ambas se quedaron calladas considerando aquello. Tenía sentido. Adrien era demasiado racional, a veces tanto que la parte irracional de su ser la trataba de entender racionalmente, cosa prácticamente imposible. Como la cuestión de estar unido a alguien más desde el momento en que nació, estar destinado a algo, a alguien. Eso no tenía ningún fundamento lógico, era un capricho de la naturaleza inexplicable para el ser humano. Adrien no lo entendía, no se sentía cómodo no entendiendo, por tanto, ignoraba el hecho. Pero, parecía no estar ignorando un hecho y tampoco saber cómo resolverlo.
—Tal vez pasó algo esta última semana que lo tiene mal —propuso Chloé. ¿Cómo qué cosa pudo haber pasado?, ni idea, pero había que empezar por algo. Tal vez Nathalie había visto algo más y se lo estaba guardando.
—Podría ser... ¿Acaso? —La asistente pareció sí pensar en algo, Chloé la miró expectante de una posible situación originaria del malestar de su amigo.
—¿Qué? —Nathalie se estaba tomando su tiempo y a Chloé no le gustaba para nada esa actitud.
—Pues, que, tal vez, ¿tendría que ver con, ya sabes, ella?
El rostro de Chloé se descompuso en un instante. ¿Quién era ella? ¿Por qué hablaba como si ella tendría que saber sobre una mujer en común que...? Ah. Ya. A Chloé le tomó un momento entender a qué ella se refería. La chica puso los ojos en blanco. Sorprendente, ¿qué acaso Adrien no tenía la confianza en su adorada madre postiza? Ahora ella sabía algo que Nathalie, su guardiana, no. ¡Qué jugoso secreto tenía en su poder!
Nathalie no supo cómo interpretar la mirada maliciosa de Chloé. La chica lucía como una niña a punto de hacer una travesura y eso no auguraba nada bueno. ¿Acaso la chica sabía algo que ella no? ¿Sabía algo sobre aquella misteriosa chica que tenía a Adrien vuelto loco aún cuando éste desconocía su rostro?
—¿Crees que podría ser por su culpa?
—Podría ser. Pero, antes que nada, tengo que investigar. Y para eso, necesito tu número de contacto.
Chloé sacó su celular con funda brillante y abrió la pestaña de nuevos contactos. Sí, Chloé podía contactar con Adrien a través de Nathalie, cuando ella se encargaba de contestar el teléfono de la casa. Pero, era más seguro que mantuvieran una comunicación más directa.
Nathalie casi se arrojó a abrazarla, pero, se detuvo a tiempo. Era una mujer adulta, tenía que mantener la compostura. Sin embargo, le aliviaba tanto que la chica estuviera dispuesta a ayudarla. Nathalie, por lo mismo de ser una especie de figura materna, estaba limitada, pero, Chloé, por ser una amiga (y, había que admitirlo, una chismosa), tenía más campo de juego.
—Bien —aceptó Nathalie y comenzó a dictarle su número a la chica.
Chloé guardó su teléfono momentos después. Y ambas dieron un asentimiento a la otra, siendo así su despedida. Adrien no le diría nada. Chloé lo sabía, por tanto se fue de ahí. Y Nathalie regreso a su quehacer. Aunque, antes de hacerlo, le dejó otra frase escrita en un Post-it pegada en la puerta de la habitación de Adrien, como un recordatorio para el chico de que ella estaba ahí para él.
Preocuparse no se lleva los problemas del mañana.
Se lleva la paz del ahora.Capítulo de la semana. ¿Les va gustando? ¿Sienten que me estoy yendo fuera de lo que parecía haber planteado antes o no? ¿Qué creen que hará Chloé para conseguir información y qué hará Nathalie al obtenerla?
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Perfectly Imperfect
Fanfiction'Nuestras almas están conectadas.' Cada día desde los nueve años le aparecían dibujos en su piel. Aparecían en sus manos, en sus tobillos, en sus muslos. También aparecían en su espalda y más frecuentemente en sus brazos. Todos los días cambiaban d...