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'Está bien estar enojado.
Nunca está bien ser cruel.'

— ¿Fuiste con ella y no conmigo? Qué malo eres.

Monique le siguió por el pasillo de cerca, y Adrien estaba deseando poder hundirse en la tierra.

—Pues fue su idea. Hacía mucho que no nos veíamos, y ella...

— Sí, sí. Ella tiene dinero y yo no. Pero bien pudiste haberme incluido. Si te hubieses comunicado conmigo también te hubiera dado mi opinión. Yo no tengo mal gusto.

Bueno, a Monique no le podía negar que se vestía... no se vestía mal, pero era muy casual. Y la actitud de Monique como la actitud de Chloé chocaban, Adrien dudaba que si, de casualidad, se hubieran encontrado a Monique y la muchacha hubiera decidido aferrarse como garrapata a ellos, hubieran llegado a un conjunto alguna vez. ¿Siquiera hubieran terminado por comprar algo aparte de helado? Seguramente no.

—El pasado es pasado, y el tiempo es invención del hombre. Sólo podría referirse a él como algo lineal y por lo que simplemente puedes viajar, paso a paso, y hacia adelante. No puedes impedir lo que ya pasó. Monique, aférrate mejor a los hechos.

Adrien no tenía la intención de sonar duro, sin embargo notó que lo había sido cuando la chica se quedó pasmada en medio del pasillo por donde pasaba aún gente. Ya estaban llegando tarde. Adrien rodó los ojos. Si iba a ser el malo de la historia, con el cual Monique se enojaría por el resto del día, bien, que así fuera. De ese modo se la estaba quitando de encima un momento. Pero tal vez también esa onda de realidad le pusiera los pies sobre la tierra. Sí, ella había tenido razón sobre Adrien, ahora parecía que el rubio tenía un alma gemela, o al menos los dibujos en su piel sí eran producto de algo extraño, anormal, inusual. Pero las decisiones eran de Adrien y él había decidido tener la ayuda de Chloé, no la de Monique. Con Chloé tenía mayor oportunidad de hablarle a aquel chico. Con Monique... era más probable que la chica se pusiera de su acosadora personal antes de que Adrien se atreviera a acercársele y decirle un simple hola.

— ¿Sabes qué? —preguntó la chica, Adrien esperó a que tomara aire. Lo hizo lentamente. Adrien esperó a que dramatizara el asunto. Se paró en el pasillo y volteó a verla. Al menos le daban gracia las caras que Monique siempre ponía al hacer teatro por molestarse por alguna tontería—. Tienes razón. Me aferraré a los hechos. Y los hechos son que desde hace años eres raro. Pero eso te hace especial, y me alegra ser tu amiga. Pero ahora que te has reconciliado con esa niña rica y mimada me volverás a abrir como lo hiciste antes, cuando estabas con ella, cuando le prestabas más atención a ella, Adrien. Tan bien que iba nuestra amistad.

Adrien frunció el ceño, consternado. ¿Monique se sentía amenazada por su amistad con Chloé? Vaya, eso era semi-nuevo. Adrien sabía que Monique no se llevaba bien con Chloé porque la creía demasiado... presumida, mimada, petulante y hasta malvada. Pero bien que eso se alejaba de la verdad. Chloé no era una Femme Fatale. Chloé era alguien que le costaba realmente confiar en las personas, eso sucede cuando tus padres te compran todo lo que no necesitas como disculpa hueca por no estar ahí presentes en tus momentos importantes, eso pasa cuando las personas te señalan y te juzgan por tener algo un poco más brillante, pero igual de tonto, absurdo, vacío, que los demás. Chloé era linda, también directa, pero linda y amable, y le importabann de verdad algunas personas.

A Adrien no le gustó el comentario de Monique, sin embargo la chica se sentía amenazada. ¿Por qué tanto miedo de ella?

—Monique, Chloé no te reemplazará. Como tú no la reemplazaste a ella. Entiende que tus... celos son irracionales. Deja de decir tonterías. Nada cambiará a mal si tú no te portas con esas ganas de arruinar los buenos momentos por tonterías. Ven, que se nos hace tarde. Olvida lo del sábado, ¿quieres?

Monique tomó la correa de su mochila con fuerza y frunció el ceño.

—Está bien, como quieras.

La muchacha, con pasos largos y que parecían más unos pisotones, avanzó por el pasillo cada vez más vacío. Vaya que estaban llegando tarde. Adrien aceleró el paso.

Monique se enfadó, pero no era su enfado común. No era un enfado que llegaba con la ley del hielo, aunque con un plus de miradas molestas cada vez que la veía al otro lado del salón.

Monique no se sentó al otro lado del salón, como acostumbran a hacer cuando estaba de un humor de perros. Tampoco le miró mal como tal, no obstante mantuvo su ceño fruncido hasta que comenzaron a regresar a casa juntos. Aunque sí, Monique no le dirigió la palabra cordialmente, lo hacía como si le mandara: apúrate; levántate rápido para irnos; camina más deprisa.

Adrien llegó a la puerta de su casa. Sacó las llaves y estaba a punto de abrir hasta que se detuvo, sentía la mirada de Monique encima suyo.

—Tengo una pregunta para ti —dijo, casualmente, pero manteniendo un tono completamente serio en esa oración. Adrien miró nuevamente las llaves, la puerta y a Monique. El rubio se encogió de hombros, luego tendría tiempo para meterse en su casa. Le caía demasiado bien Monique como para de verdad molestarse con ella.

—Adelante, Garrapata.

Monique no quería, lo veía en su mirada, pero sus labios dudaron un momento. Por un par de segundos se arquearon, sonriéndole divertida en vez de enojada.

— ¿Ella te ha ayudado en serio? ¿Crees que yo podría también hacerlo? Es que es algo importante para ti, bueno o lo será, de eso estoy segura.

El enojo fue desapareciendo por cada palabra pronunciada. Adrien sonrió sincero.

—Pídeme bien el ayudarme, casi sinceramente, haz que me lo crea, y lo consideraré. Sé que te emociona la expectativa, pero recuerda algo, soy un ser humano, y no pienses en ningún momento que he dejado de serlo.

Se volteó, dándole la espalda y sonriendo para sí. No podía evitarlo, prefería reírse por lo que había pasado en lugar de molestarse realmente por ello.

—Espera, ¿a qué te refieres con eso, ñoño?

—A que no pienses que puedes obligarme a hacer cosas que realmente no deseo hacer, como vestirme de langosta para una cena de mariscos.

—Oh, vamos es una buena metáfora.

—No lo es.

Adrien abrió la puerta y se adentró a su casa.

Minutos después, cuando Monique llegó a su casa, Adrien recibió un mensaje que le decía que consideraría la actitud de Chloé nuevamente, y que lamentaba ser realmente una mala amiga. Una garrapata molesta.

Adrien se sintió más aliviado. Se sentó en el escritorio de su cuarto, dispuesto a empezar a hacer los deberes. Hasta que se arremangó la camisa y comenzó a ver cómo se trazaban algunas líneas en su antebrazo. Al parecer la persona del otro lado estaba dispuesto a hablar nuevamente. Ojalá ya no volviera a asustarle y a hacerlo dudar de que todo lo que conoce puede no ser como realmente lo imaginaba antes.

Perfectly ImperfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora