'Me gustas más de lo que planeé.'
Adrien recordaba bien la última vez que había sido regañado y castigado, a los siete años. Por lo general Adrien nunca se metía en problemas, pero ahora...
—Esa irresponsabilidad. Has traicionado mi confianza. Se supone que deberías de estar estudiando, trabajando para un buen futuro. No yendo por ahí perdiendo el tiempo con personas que no tienen vocación... —Su padre estaba ahí. Gabriel Agreste se estaba tomando el tiempo para decirle todo lo malo que había hecho, aunque claro todo fuera una exageración.
Adrien guardaba silencio y veía un punto en blanco. Era extraño que su padre le prestara más de dos minutos de su atención. Y aún más que le estuviera dando un discurso sobre la honestidad, la confianza y el trabajo duro. ¿En serio? Como si Adrien no supiera qué era todo eso. El joven no podía rodar los ojos, interrumpir, responder o simplemente irse, ignorando todo. Así que resignado estaba ahí. Mirando al frente, escuchando apenas y pensando que en realidad no le estaba afectando nada de eso. Qué extraño. ¿Por qué no le estaban importando tanto las palabras de su padre?
—Entonces mantendrás la puerta abierta, Nathalie irá a dejarte y a recogerte al colegio, tu ventana será clausurada hasta nuevo aviso, dirás siempre qué haces y dónde estás y te irás a dormir cuando termines todos tus deberes, todo hasta nuevo aviso. ¿Entendido?
—Sí, padre.
Adoren bajó la mirada en ese instante, aparentando sentirse totalmente culpable.
—Bien. Ahora ve a acabar al menos una lección de física y otra de matemáticas. Entregárselas a Nathalie cuando termines y vete a acostar. Hoy no cenarás.
Adrien asintió, en su resignación.
—Vete. Tu madre se enterará de esto.
Quien se retiró de la habitación primero fue el mismo Gabriel, dejando escuchar un suspiro de cansancio. Adrien lo vio partir y atinó a hacer lo mismo, suspirar. Nathalie le tocó el hombro, llamando su atención. Con un movimiento de cabeza apuntó a las escaleras del recinto.
—Vamos. Tienes trabajo qué hacer.
Adrien dio un asenso, nuevamente, para levantarse y seguir a la asistente de su padre al piso de arriba. Nathalie lo había recogido rápidamente del centro comercial, y el viaje de vuelta a casa fue silencioso y tenso. Había tan sólo llegado y su padre le pidió que guardara silencio y asiento en la sala, para que él iniciara su regaño. Y a Adrien no podía importarle menos ese castigo.
Nathalie aseguró la ventana antes de retirarse, afirmando que regresaría en un momento para ver algunos avances. La puerta y el libro de física se quedaron abiertos, correspondientemente.
Adrien, en cambio, se atrevió a sonreír. El joven se dejó caer en la cama. Había hecho algo que nunca antes, y aunque había durado mucho menos de lo que hubiese deseado... era un serio avance. Su celular había sido entregado igualmente a Nathalie, para que se lo devolviera hasta nuevo aviso. Y su computador también se había ido. Quitando esos factores, su habitación estaba prácticamente igual. Como su techo. Pero no como él mismo.
Adrien se tomó unos minutos para analizar todo lo que había hecho ese día, cómo había visto desde lejos a Nathaniel, no una, sino, varias veces, pero no se había atrevido a acercarse. ¿Cómo hacerlo en los pasillos? Pero al final se habían encontrado, ellos se habían acercado y sus amigos los aceptaron. ¿Monique se había dado cuenta? Quién sabía. Sin embargo no importaban los otros. Importaba él mismo y Nathaniel. Bueno... había reconocimiento en sus ojos, pero no se conocían en realidad. ¿Quién era Nathaniel? Ni idea.
—Tengo que averiguarlo —dijo en voz alta. Porque era verdad, tenía que conocerlo, el primer paso ya estaba hecho—... sólo tengo que seguir.
De alguna manera lo haría. Se le ocurriría averiguar quién era, lo conocería... ¿y después? Lo que el destino quisiera. Una sonrisa apareció, y la energía pareció revitalizar su cuerpo. Tal vez su cuerpo estaba castigado, pero su mente y su disposición no lo estaban, no realmente. Se las arreglaría, porque podría pensar en una solución, era bueno pensando.
Más aliviado se levantó de la cama y se dispuso a hacer lo que le había pedido su padre. No eran nada esos ejercicios, bien en una tarde podía llenar un libro de cien páginas con puros ejercicios matemáticos, era sencillo cuando se estaba aburrido y no se tenía mucho qué hacer, oh y claro, se le facilitaban las mates.
El resto de la tarde se la pasó rellenando libros de física y matemáticas. Hasta que Nathalie pasó por tercera vez para revisar sus avances, le pidió que parara, y se alistara para dormir. El sol ya se había ido y la hora de ordenar todo para el día siguiente se dio. Igual, había sido domingo, y al día siguiente había clases. Iniciaría nuevamente su aburrida rutina.
Adrien hizo eso, preparó su mochila, su ropa y a sí mismo. Se acostó en la cama, con sólo la lámpara de su buró encendida, la luz del pasillo estaba apagada. Nathalie y su padre seguro se terminarían quedando trabajando hasta más noche. Adrien se metió debajo de las cobijas y miró el techo, a la oscuridad relativa que había.
El ir a su escuela estaba descartado, ni siquiera podría Monique ir por él desde ese momento hasta nuevo aviso. Su comunicación desde internet estaba también cortada, entonces convencer a Chloé de algo no era del todo una posibilidad. Al menos Adrien tenía algo que no, y esperaba que funcionara todavía. Su piel. Su piel podía hacerle de chat si lo deseaba.
Adrien se durmió con esa idea en la mente.
En su sueño vio a un chico pelirrojo sentado en un banquillo y frente a un atril, con un lienzo en blanco. Adrien se acercó a él, desde atrás.
— ¿Qué haces? —preguntó el rubio.
—Intentó saber qué pintar.
El pelirrojo se volvió a él mostrándole que era Nathaniel. Adrien sonrió.
—Lo que sientas. Pinta eso.
Nathaniel le regresó la sonrisa.
—Sabes que es más difícil hacerlo que decirlo.
—Sí, pero no imposible. Agarra los colores y pinta.
El chico se rió pero le hizo caso y se puso a pintar. Adrien se quedó viendo cómo el otro pintaba algo, pero nunca supo qué fue porque se despertó a la mañana siguiente, con una sonrisa y un sentimiento de paz en el pecho.
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Perfectly Imperfect
Fanfiction'Nuestras almas están conectadas.' Cada día desde los nueve años le aparecían dibujos en su piel. Aparecían en sus manos, en sus tobillos, en sus muslos. También aparecían en su espalda y más frecuentemente en sus brazos. Todos los días cambiaban d...