'Aún hay luz en él.'
Monique supo que algo estaba pasando cuando su agarre sobre el brazo del brazo derecho de Adrien sintió el tirón de los músculos del rubio. Ellos dos estaban quietos, esperando a que Nino se decidiese por un videojuego u otro en una de las tiendas preferidas del chico moreno con audífonos rojos colgados en el cuello. Nino, metiendo sus narices en los empaques que resguardaban los discos de grandes aventuras que podría jugar. Monique agarrando el brazo de Adrien, para no separarse de él. Y Adrien dejándose hacer, viendo pro sobre los estantes y las personas.
Monique volteó a la zona donde Adrien había fijado la vista. Era afuera de la tienda con puertas de cristal, a los pasillos del centro comercial por donde vagaban las personas de aquí a allá. A un lado de la tienda de videojuegos comenzaban la fila larga de restaurantes con zonas afuera para comer. Claramente por ahí pasarían varias personas. Personas atraídas por el olor a comida. Pero ahí no vio algo muy interesante, en un inicio. Había un grupo de señoras charlando de paso, avanzando muy lentamente. También pasaron dos familias. Monique se preguntó porque Adrien continuaba tenso. ¿Acaso sería porque le incomodaba el apretón alrededor de su antebrazo que ella producía? Tal vez era eso, y no que había visto algo interesante.
Monique sabía que cuando sus padres supieron que eran el uno para el otro al toparse de frente, sin ninguna palabra intercambiada. Ahí estaba esa conexión abrazadora que le habían descrito una y mil veces antes de dormir cuando era pequeña. Ella estaba segura de que Adrien sabría identificar a aquella persona. Pero entre todo ese escenario de lo habitual, ¿qué pudo haber alterado levemente a su amigo? ¿Había visto a alguien a quién no quería ver? Ja, pero si Adrien no odiaba nadie ni evitaba a nadie. No, eso no era.
Monique observó la escena más minuciosamente. Las dos familias y el grupo de señoras ya habían pasado. ¿Qué no había cambiado de la escena? Risas, rostros de personas variadas tranquilas o sonriendo. No había nada que le llamara la atención a ella.
— ¿Cuándo te decidirás por algo, Nino? —soltó Monique de repente, desviando la mirada y dándose por vencida por un momento.
—Ya, éste —por fin se decidió el chico. Nino levantó el estuche de plástico que sostenía en la mano derecha. Monique y Adrien vieron algo de morado, blanco y rojo. Luego se enterarían de qué iba el juego.
Nino fue a pagar el juego que tanto le había costado decidirse por, mientras que Adrien y Monique se quedaron esperándolo. Nino tardó unos minutos. Monique le apretó gentilmente la muñeca a Adrien al ver que Nino ya tenía intenciones de volverse y dirigirse a la salida.
—Vámonos ya, y continuemos nuestra búsqueda.
Adrien no opuso resistencia a salir de ahí. Ya afuera, Monique intentó volver a analizar la escena. Había dos grupos de adolescentes ante ellos. Uno con puras chicas y otro mixto. Monique. Por el rabillo del ojo, revisó que Adrien estuviera volteando a cualquiera de los dos grupos, ¿estaría ahí? Pero el chico prefirió ver lo que Nino estaba admirando aún dentro de la bolsa plástica, su nuevo juego. Monique rodó los ojos.
—Sigamos, chicos. Aún tenemos centro comercial qué recorrer.
Monique jaló a Adrien para que continuase. Por unos momentos se la pasaron caminando, apenas viendo los escaparates de las diversas tiendas que pasaron a un lado de. La mayoría de las tiendas eran tan solo de ropa. Ropa por todas partes. Monique se mordió el labio inferior evitando hacerle caso a su instinto de echar un vistazo a cada bonita prenda que veía. Podía decir que no era como otras chicas, insistir en ello fervientemente, no obstante en su interior le gustaban los días de compras. A veces Monique envidiaba lo poco materialista que podía llegar a ser Adrien, alguien que ella sabía que tendría acceso a cualquier capricho material que quisiera. Si tan sólo lo quisiera. El único capricho que se daba era el de pedir libros, libros y libros para estudiar.
— ¿Y bueno, Adrien? No le has visto. A la chica. Quiero decir, ¿no has visto a la chica por ningún lado?
—No —respondió simplemente el chico.
—Bueno, sigamos paseando.
Nino estaba contento por su videojuego, algo sacado de la manga, pero era bueno saber que no se quejaría por todo el día por no haber pasado siquiera a dar un vistazo a la tienda de videojuegos. Se estaban acercando a la zona de la comida rápida, el olor a papas fritas y a hamburguesas se cercaba paso a paso. Monique y niño olisquearon el hambre, disfrutando de la expectativa. Era gula. Ya habían comido, juntos en la casa de Monique a petición de la madre e de ésta, pero ¿a quién no se le antojaría una rica hamburguesa? El carraspeo de Adrien hizo que Nino y Monique dejasen a un lado sus ensoñaciones. <<Seguro que Adrien no querrá que echemos un vistazo>> pensaron ambos jóvenes al mismo tiempo sin enterarse.
—Chicos, ¿les parece si...? —Nino y Monique voltearon. ¿Qué querría decir Adrien? ¿Comprarían algo en alguna tienda? —. Bueno, podríamos pasar a la comida rápida, es que no he comido nada más que una barrita de cereales.
Nino y Monique intercambiaron miradas y sonrisas. ¡Por supuesto que podían!
Monique jaló consigo a Adrien el muchacho se dejó llevar. Monique comenzó a enseñarle los pequeños restaurantes de comida rápida que había allí. La chica se encargó de decirle sobre qué vendía cada tienda, ya que las identificaba bien gracias a sus horas de vaga por la ciudad. La comida rápida era de mucha ayuda. No importaba que la hora de la comida ya hubiese pasado. La zona estaba bastante llena., como casi siempre. Después de darle una vuelta y haber mostrado cada puesto Monique esperó a que Adrien sentenciara qué quería.
— ¿Una hamburguesa? —dijo, dudoso.
Monique sonrió. La chica dejó que Nino buscara un lugar para los tres mientras que ella se llevaría a darle unas lecciones a aquel chico que casi nunca salía a la calle y ella apostaba cualquier cosa a que nunca se hubiese comido una hamburguesa de un puesto de comida rápida. Ah, Adrien aprendería. Y así, podrían seguir con su búsqueda.
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Perfectly Imperfect
Fanfiction'Nuestras almas están conectadas.' Cada día desde los nueve años le aparecían dibujos en su piel. Aparecían en sus manos, en sus tobillos, en sus muslos. También aparecían en su espalda y más frecuentemente en sus brazos. Todos los días cambiaban d...