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'De pequeñas semillas crecen árboles enormes.'

Adrien bajó las escaleras con cierta lentitud, aún se sentía levemente ido. Como si estuviera casi adormecido, tal vez su cerebro era el que estaba divagando de más. Y cuando llegó al primer piso se dirigió de inmediato a la sala de estar.

Cualquier rastro de somnolencia causada por las risas de Nathaniel se esfumó al ver los fríos ojos de su madre posarse en él. Adrien se irguió, tensándose. El muchacho se disponía a disculparse por la tardanza, pero la mujer que le había dado la vida levantó una mano, parándolo en el acto.

—Las excusas no valen nada, ya lo sabes. Ahora siéntate, necesitamos hablar.

Adrien asintió e hizo sin chistar lo que le pedían.

<<¿Hablar?>> se cuestionó sabiendo que eso era un término muy exagerado para lo que posiblemente vendría.

—Como bien ya sabes es necesario hacer inversiones inteligentes para atraer más dinero.

Ahí iba otra vez. Adrien se mordió el interior de su mejilla al escuchar las palabras de su madre. Éstas comenzaban a sonar hasta monótonas a sus oídos. El dinero, las inversiones, el trabajo para ganar más dinero. Como si el dinero diera la felicidad. Pero, no. Eso no era felicidad.

—Y, nos pareció favorable intentar hacer una prueba con la chica. Así que, vístete decentemente, irá a nuestra oficina en unas horas. Así que... —Dio palmaditas en el aire, para enfatizar el asunto—... vit vit, mon petit.

Adrien asintió, apenas enterándose de qué había pasado. Eso no sería hablar, porque el circuito de la comunicación estaba incompleto, sí madre sólo quería que escuchara y asintiera, como lo había hecho. ¿Qué le había dicho aparte de que se vistiera "decentemente"? ¡Qué Dios supiera!

Adrien subió con la mente en otra parte, se vistió de manera formal según los muchachos de su propia edad, decentemente según su madre. Y antes de abrocharse la camisa se asomó al espejo colgado en el baño, un chico rubio con la seriedad bien marcada en el rostro le devolvió la vista.

Los ojos verdes se analizaron a sí mismos unos momentos. Desde pequeño buscaba tinta sobre su piel con esos ojos, tinta indeleble y ajena. Esos orbes verdes comenzaron a escudriñarlo en busca de lo mismo. En el lugar donde se conectaba el torso y el brazo, donde se formaba el hombro, Adrien vislumbró algo extraño. Se acercó al espejo del baño. En su hombro había tinta, pero no era un dibujo como en muchas otras ocasiones, sino una frase que sólo decía: Será absurdo, ridículo, pero se siente terriblemente real, con la apretujada y redonda letra de Nathaniel. Las palabras bajaban de su hombro hasta casi llegar a su pectoral. Cuando Adrien lo leyó en el espejo sintió que esa misma parte, donde la tinta aparecía en su piel como un tatuaje, cosquilleaba. No sabía si sentirse regocijado, avergonzado, eufórico. Pero sabía qué sentía eso y más. Sonrió sin poder evitarlo. Nathaniel. Su nombre sabía a frutos en verano, y a chocolate en invierno. El nombre de aquel chico pelirrojo que pintaba en su piel y le compartía su arte. El nombre del chico que veía al cerrar los ojos. Quería verlo de nuevo, quería abrazarlo de nuevo, quería escucharlo, sentirlo.

Adrien cerró los ojos y suspiró. Con algo más de fuerza de voluntad cerró la camisa al completo y siguió movilizándose.

<<Estoy loco>> pensó.

Y un profundo anhelo se apoderó de él, como esos sentimientos absurdos, como esos pensamientos incoherentes. Todo eso se apoderó de él para no dejarlo ir nunca más.

*~^~^~*

Menos de tres horas después, una jovencita bastante nerviosa se adentró en la oficina de los Agreste. Las cuatro personas en el interior de la habitación voltearon a ver quién había llegado. Adrien no tardó mucho en identificarla, y tuvo que desviar la mirada para controlar su sorpresa.

—Señorita Dupan...

—Du-Dupan-Che-Cheng. madame Agreste —completó tímidamente la chica.

Adrien desvió su mirada para ver sus zapatos bien boleado y limpios. Ay, no, esto no estaba pasando. ¿La chica diseñadora de la ropa que compraron la última vez que Adrien vio a Nathaniel? ¿Era en serio?

—Oh, sí, por supuesto, por supuesto. Tome asiento, señorita Dupan-Cheng.

Algo en el tono amable de su madre no cuadraba... el que era amable, y emocionado. Adrien decidió darse fuerzas y levantar la mirada antes de que su madre se diese cuenta de la "imprudencia" que estaba haciendo frente a una invitada y posible... oh, no.

Adrien vio cómo Marinette (si es que no recordaba erróneamente el nombre de pila de la chica), con su paso tembloroso y un gran portafolios rosa con flores en la mano, pasaba a sentarse en la silla dispuesta sólo para ella, frente a su madre al otro lado del escritorio.

—Me alegra verla de nuevo, señorita Dupan-Cheng. —La mujer tuvo especial cuidado en pronunciar adecuadamente los apellidos de la chica y también en mirarla directamente a los ojos mientras hablaba, dejando de mostrarse tan amable—. Debo de admitir que me impresionó lo que logró en una simple exposición del colegio. No obstante, necesito algo más que eso para que me convenza de que sería buena idea invertir en ti. Dime lo que tienes.

Marinette asintió, ligeramente dubitativa. Se volvió a sus portafolios, removió el contenido. Antes de sacar cualquier cosa de su interior, tomó aire y lo soltó, una forma sencilla de intentar guardar la calma. Adrien sintió cierta pena por ella, estar frente a su madre, tan profesional y fría, era el pan de cada día de Adrien, pero no de aquella chica. <<Marinette está en un lugar diferente al que, seguramente, está acostumbrada. Se nota en el temblor de sus manos y su voz, se nota en cómo se ha presentado con un atuendo que apenas roza lo formal, y sin accesorios que la hagan lucir aún mejor>> analizó Adrien rápidamente, dejando de prestar atención a la explicación de Marinette de todo lo que tenía ya hecho y preparado para buscar la afirmación de la señora Agreste.

Adrien suspiró recordando porque estaba ahí. Su madre se lo había advertido cuando ella conoció a Marinette, pero, Adrien no podía pensar en algo más allá de Nathaniel en esos momentos, ¿acaso ahora podría?

Y, aparte de su promesa hacia su madre, ¿por qué estaba ahí, parado cual estantería bien erguida en una esquina? Adrien en serio esperaba que se tratara de otra especie de "ve y aprende", pero, nunca se imaginó que estaría aún más involucrado en todo ese asunto.

Perfectly ImperfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora