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'No escondas tus lágrimas.

Sé honesto. ¿En realidad eres feliz?'


—Primero que todo, lamento esto. Si Chloé sabe, alguien más le habrá dicho, porque no la veo tanto y a lo mucho hemos hablado sólo por mensaje, cosa que hace sencillo que no identifique cómo me siento; dudo mucho que haya sido Nino o Monique, entonces supondré que fue Nathalie.

—¿Quién era ella otra vez?

—Oh, es la asistente personal de mi padre, pero nos ayuda con muchas más cosas que esa. Entre sus tareas normalmente está el vigilarme, ¿sabes? Sobre todo en los últimos tiempos por, bueno ya sabes, por escaparme y demás cosas.

—Entonces era cierto cuando decías que estabas enclaustrado en tu casa.

Adrien se carcajeó.

—Sí, podríamos llamarlo así.

—Entonces, Nathalie le dijo a Chloé y ella fue a investigar conmigo. Conveniente.

Nathaniel no lo había dicho con mala intensión, ni siquiera con una verdadera sospecha o una recriminación escondida. Pero Adrien no pudo evitar sentirlo así. Avergonzado, el rubio bajó la mirada al cesped que estaba bajo ambos.

—Es que... Chloé es la única que realmente sabe quién eres.

—¿A qué te refieres con eso?

Por toda respuesta Adrien vio su brazo izquierdo, el cual presionó con su mano derecha. Luego dio un vistazo al brazo del otro. Nathaniel siguió su pista y entendió fácilmente.

—Ya veo.

—Sí. Y bueno, los demás piensan que es una chica. Mis amigos sospechan que es una de tus amigas. Aunque Nino me mataría si fuera aquella con el blog, porque le gusta mucho.

Nathaniel esbozó una sonrisa.

—Sí, Alya, ya sé a quién te refieres. Pues si le gusta debería de hablarle, no te aseguro que lo corresponda, pero es buena amiga. Si no consigue una cita con ella, sí conseguirá a alguien muy incondicional. ¿Sabes? Ella me ayudo a encontrar tu escuela.

—Pero, sí te había dicho en qué instituto estudiaba.

—¿Ah, sí?

Adrien asintió lentamente. Nathaniel desvió la mirada un momento y se encogió de hombros.

—Lo siento. No es que no te preste atención, sólo hay cosas que mi cerebro no capta.

—Bueno... nadie es perfecto, ¿o sí?

—No. Ni siquiera tú.

Adrien miró el cesped, movió su mano distraídamente sobre él. Se estaba limitando a acariciarlo, para evitar hacer lo que tendía a hacer cuando estaba nervioso, arrancarlo. Y es que tampoco podía decir que todos los parques eran bonitos y fructuosos como aquel, en realidad no lo eran la mayoría del año, sólo en esta época.

El chico sopesó lo que el otro había dicho. Ser perfecto era algo que su madre ansiaba, deseaba de él. El chico era presionado para estudiar muy duro, ser el más destacado de la clase, de la generación, del colegio mismo. Sus padres querían que obtuviera muchas habilidades, que ejercitara la mente, el cuerpo, la curiosidad, que fuera un ser incansable y superior a los demás. Tenía sentido porque Monique le preguntó si tan siquiera era un humano al inicio de su relación. La chica en serio consideró que era un ser de otro mundo, o un robot muy similar a un humano, no podía creer que alguien fuera tan talentoso y tan bueno, en la escuela, en los hobbies. A Adrien lo habían hecho desarrollar varias habilidades, pero una de ellas no especialmente el cómo comunicarse.

Perfectly ImperfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora