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'No te fíes de todo lo que ves.
Incluso la sal luce como azúcar.'

Tras una charla donde Monique se regocijó dándole la información que necesitaba, Chloé se sintió como una ganadora. Esa sensación perduró hasta que ingresó al salón a mitad de la clase. Los ojos de veinte personas más se posaron en ella. Chloé no es alguien a quien le moleste la atención, al contrario, le fascina. Pero, no la atención de él. Nathaniel posó su mirada turquesa encima de ella cuando ella misma volteó a verlo y no la dejó ir hasta que la maestra retomó la clase. Y todo siguió su curso.

A la hora de su receso, Sabrina la llenó de preguntas, que si estaba bien. ¿Por qué había legado tarde? ¿Había sucedido algo con su novio, con sus padres? Chloé no quería tener que responder todo eso, era una pérdida de tiempo, pero sabía que Sabrina últimamente no se satisfacía fácilmente con su silencio. Y una discusión entre ellas la haría perder todavía más tiempo. Entonces tendría que decirle algo, lo que fuera.

—Fue el chofer. Es un inepto. Por alguna razón mis padres lo cambiaron, y el repuesto no sabe qué hacer.

—Ow, qué mala suerte.

—Sí, bueno, como sea. Oye, ¿y sí compras mi almuerzo? Que no tenga muchos carbohidratos, por favor. Sí, gracias, eres un amor. Estaré aquí esperándote, necesito contestar unos mensajes.

Chloé sacó rápidamente dinero de su bolsillo, no todo lo que le había ofrecido a Monique pero sí algo de ello, y se lo pasó a Sabrina.

—Si sobra, cómprate algo rico.

Sabrina agradeció y fue a comprarle el almuerzo. Perfecta distracción. Chloé la vio alejarse y cuando se aseguró que la chica no la volteaba a ver, se fue a un rincón solitario del patio. Sí, le había dicho algo de verdad entre todo eso, y aquello fue que tenía que contestarle a alguien. Debía de llamar a Nathalie para informarle que estaba descartada la escuela. Monique había sido específica, que ella observaba mucho a Adrien por su extraño comportamiento de toda la vida. Pero no había sido tan extraño, fuera de lo habitual. Sólo parecía distraído, como si le gustara pasearse entre las nubes. Al inicio parecía nervioso, luego pasó a estar más bien melancólico. Los mismos signos que Nathalie había notado, pero no tenía que ver con la escuela, eso sí que no. Monique le aseguró que, por ser ella su mejor amiga, el chico estaba a salvo de cualquier bravucón o chica popular fastidiosa (algo en el tono en que lo dijo le hizo ver a Chloé que se refería a ella despectivamente, la rubia evitó hacerle caso).

Chloé marcó el número de Nathalie y le hizo un resumen de su visita a Monique. La mujer agradeció el detalle y ambas discutieron que parecía que todo estaba muy extraño. Había algo que no estaban viendo todavía.

—No podemos descartar del todo a... ya sabes quien. Hablé con la persona que dijo que no tenía nada que ver, pero... no me lo creo del todo. Le echaré un ojo.

—Perfecto —aceptó la secretaría—. Adrien se la pasó mirando melancólicamente la ventana, pero, le dije que esta tarde tenía el permiso de ir a ver a Nino a su casa. La mamá de éste llamó hace dos días, yo se lo comuniqué a sus padres y les dije que yo estaría vigilándolo, entonces aceptaron. Supongo que servirá para subirle un poco el ánimo o distraerlo de lo que sea que esté pensando.

<<¿No se distrae ya lo suficiente con ese bobo en la escuela?>> Chloé no lo preguntó, otra vez tuvo que callarse aquello. No era un comentario inteligente, sino un comentario con burla y celos irracionales productos de su propia inseguridad por estar lejos de su mejor amigo, como diría Adrien. Chloé subió la mirada al cielo azul, pidiendo paciencia y que la costumbre de andar escuchando a Adrien en su cabeza se fuera pronto.

Perfectly ImperfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora