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'Lindos ojos cafés y una mente llena de pensamientos.'

Nino estaba desparramado en el sofá a un lado de su amiga Monique y ambos miraban aburridos la televisión de la sala de ésta. El programa no era del todo  de su propio interés, sino del de Monique. Una caricatura de guardianes espaciales, asombroso. Lo disfrutaría si no estuviesen viendo la última temporada, por lo cual no entendía nada de nada. Nino vio a Monique de reojo y luego sacó su celular, la chica en serio estaba centraba viendo el programa. La emoción embargó al chico cuando notó quién le había enviado un mensaje. ¡Alya!

Alya Césaire: Hola, ¿qué tal? ¿Tienes un tiempo para hablar?

<<Tengo un tiempo para lo que quieras>> pensó el chico, comenzando a teclear su respuesta, que claramente no era esa.

Nino Lahiffe: Hola, Alya. Tiempo sin hablarnos. Yo estoy bien gracias. Y si, cuéntame como has estado tu

Alya Césaire: Normalmente ocupada. Ya sabes, escuela, familia, amigos.

Nino no era tan bueno en ortografía, dejaba que los acentos se los pusiera el autocorrector y también le pusiera bien las palabras. Pero se esforzó, puesto que la chica tenía más práctica y tampoco quería verse como un tonto. Siempre que lograban tener una conversación (en mensaje) procuraba hacerlo así. Y parecía estar dando una buena impresión. Desde que se la había topado de casualidad cuando había acompañado a Adrien a por su chica especial, intercambiaron números y se pusieron en contacto. Tal vez no hablaban siempre, pero algo era algo.

Nino era amigo de Max, el cual era un buen compañero de Alya de la escuela. Y Nino había encontrado a Alya y su blog algún día mientras vagaba por internet. Tras leer un poco, le parecieron buenas historias, aunque la mayoría fueran de gente que ni conocía. La chica escribió un artículo sobre un robot en el que Max estaba trabajando y Nino había ayudado, por supuesto que no se comunicó con él, pero al parecer Max le había dicho de su existencia y eso fue más que suficiente para que la chica se le acercara al verlo en el centro comercial. ¡Benditas coincidencias!

Alya Césaire: Hablando de amigos. Nino, ¿quisieras ayudarme en una investigación? Es que un amigo me pidió algo de información sobre alguien que conoces.

Nino tuvo que leer dos veces el mensaje. Sus labios se fruncieron. Eso sonaba extraño, pero era Alya, tal vez en realidad era todo para un artículo. Uno de sus maravillosos artículos. Una vez Max y él estaban jugando videojuegos y a Nino se le ocurrió preguntar por la experiencia de ser entrevistado por Alya (sólo porque quería hablar de ella pero no quería ser tan extraño). Max le contó que le hizo muchas preguntas, y algunas más buen eran personales, pero que finalmente la mayoría de esa información no salió en el blog. Tal vez era el caso, y lo del amigo era una simple excusa para encubrir que estaba en una investigación para su siguiente artículo. ¡Y pedía su ayuda!

Nino Lahiffe: Enserio? Estaría encantado de ayudarte. Que necesitas?

Alya Césaire: Excelente. Es sobre tu amigo Adrien Agreste.

Alya Césaire: Sí es tu amigo, ¿no?

Nino Lahiffe: Claro que lo es, somos bros desde que entramos a la escuela. Es buena gente

Lo que decía era cierto. Antes de conocer a Adrien, Nino no hubiese pensado jamás en congeniar con un chico así. Y es que Adrien era a todas luces un empollón de primera, tímido y que realmente no sale y conoce ni juega como un chico de su edad. No obstante, pasó algo. Su amistad se generó por un disgusto de ambos en la clase de Biología. Nino se sorprendió al darse cuenta de que al ñoño tampoco le gustaba hablar sobre las partes de la célula, ambos se miraron y acabaron burlándose de aquello. Fue una coincidencia que los unió. Eran de ese tipo de uniones extrañas y que daban la certeza de que podrían construir algo juntos y eso hicieron. Nino agradecía a Adrien más que el apoyo en la escuela (pues Nino no era ni hum genio ni un nerd, entonces se las apañaba como podía), la amistad y el apoyo que le había brindado con respecto a temas más personales, a pesar de que Adrien tendía a estar encerrado y en sus cosas. El chico en verdad era un buen amigo.

Perfectly ImperfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora