12.

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'Tú eres tu único límite.'

— ¿Bueno? —Adrien escuchó la voz despreocupada de Chloé al otro lado de la línea. No pudo evitar rodar los ojos. ¡Hasta que se dignaba a contestarle!

—Espero que no me ignores a propósito.

— ¿Yo? ¿Ignorarte? No, ¿cómo crees? —El sarcasmo era palpable en su voz. Adrien hizo una mueca.

— ¿Quién era él? —preguntó Adrien, no había razón de especificar a qué se refería. Sin embargo eso no le pareció a Chloé, quien se había empeñado a ignorarlo por el resto del día anterior.

— ¿De quién me hablas, Adrien?

—Del mal secretario al que conseguiste.

— ¡Oh, ¿hablas de Nathaniel?! No, él no es mi secretario, él solo tomó mi celular cuando no debía hacerlo.

Adrien se lo hubiese creído sólo si en su voz no tuviera el sarcasmo tan persistentemente. El rubio rodó los ojos.

—En serio, Chloé, ¿qué hiciste?

—Mira, no tengo porque justificar mis acciones.

El rubio guardó silencio. Habría algo más ahí, estaba seguro de ello. Chloé comenzaba con sus dramas cuando quería lograr algo. Y en ese momento estaba oliendo uno de sus dramas.

—Está bien —las palabras le salieron entonadas con gracia—. Mira, querido, si quieres hablar, bien, pero no te quiero escuchar regañándome por lo que decida hacer. Te escucho si tú me escuchas y contestas algunas de mis propias dudas.

—Se supone que así se hace una conversación. Sabes la diferencia entre charla y monólogo, ¿no?

Chloé profirió algo entre un suspiró y una carcajada seca. Adrien no lo sabía, pero había rodado los ojos.

—Claro, chico listo.

—Bien.

—Entonces empieza.

Adrien hizo lo que se veía desde más de tres kilómetros a distancia. En serio, Chloé lo sabía, por eso no había querido agarrar el teléfono aún cuando Nathaniel le había mirado esperando a que lo hiciera. Chloé conocía a Adrien, vio que se había desinteresado en el asunto, en su asunto, el mismo día en que chocó con su compañero de escuela, por lo tanto, ella no esperaba que le llamara para... nada. Algo así como setenta y dos horas después la llamó, y ella lo ignoró, porque Nathaniel había respondido antes, y a juzgar por la expresión del chico, era seguro que Adrien la regañaría por tenerlo como "secretario". ¡Bah!

Escuchó la queja sin mucha atención, diciendo algunos 'sís' y 'ajás' distraídamente.

— ¿Ya acabaste? — preguntó cuando el otro guardó silencio.

—Sí.

—Mi turno, entonces. Adrien, no ibas a regañarme la primera vez que llamaste. ¿No crees que el destino es curioso?

Adrien tardó un momento en ver las intenciones de la chica. Estuvo a punto de ponerse a refunfuñar.

— ¿Quién era el chico realmente?

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