'Algún día encontraremos lo que estamos buscando.
O tal vez no.
Tal vez encontremos algo mucho mejor.'Los mensajes se borraron en un par de minutos después, se desvanecieron con, seguramente, agua. Adrien se sintió casi decepcionado. No era el único que lo creía tan loco, pero, a diferencia de su remitente, Adrien ya se encontraba resignado a lo que parecía ser su extraña realidad.
Volvió la vista al estúpido texto. "Si se cubre una esfera de pelo y se intenta cepillar de forma suave para que se alise, como mínimo siempre quedará algún pelo hacia arriba o un agujero (como por ejemplo una calva)." ¿Acaso había algo que Adrien no estaba viendo con claridad? Ah, por supuesto, todo.
Todo su mundo se había ido de cabeza en tan sólo considerar una idea como su realidad y actuar como tal. Sí, había coincidido con un chico que no le dejaba no tener sueños en las noches, también había conseguido reconciliarse con su mejor amiga y emprender una aventura con ella, o eso parecía, y por fin se había atrevido a rayar ciertas frases en su piel a ver si alguien más le aparecían y le respondía. Lo cual había sido, en efecto, un hecho sorprendentemente satisfactorio en un inicio. Aunque pronto se volvió una bola de estambre agujereada.
Por despecho leyó desde el teorema de Luitzen Egbertus Jan Brouwer hasta "La solución del Awari", inspirado en un juego de mesa africano, y propuesto por John W. Romein y Henri E. Bal. Nueve décadas de conocimiento matemático que en otras circunstancias le hubiesen parecido al cerebro de Adrien hasta deliciosas, pero no pudo saborear los esfuerzos de grandes mentes. Le supo tan amargo el desenlace de la supuesta conversación que había empezado a entablar con la otra persona, la que le dibujaba (era un hecho ahora) cosas maravillosas en la piel. Ya para cuando Adrien terminó de leer la sección del 2002, cerró el rechoncho libro de matemáticas y lo fue a acomodar en su librero, del lado derecho de su puerta.
El resto del día estuvo intentando centrarse en teoría científica y sucesos de historia.
Al llegar el lunes Monique tocó a su puerta para que se fueran juntos al colegio. Al salir Adrien de su casa Monique hizo una mueca.
— ¿Y a ti qué te pasa? ¿Acaso te explotó el cerebro por intentar darle un sentido lógico a toda tu vida?
—Ja ja. No, no pasó nada.
Adrien cerró la puerta y los dos comenzaron a caminar por la acera. La muchacha tenía su cabello arriba de los hombros saltando a cada paso, y el chico no paraba de sujetar la correa derecha de su mochila. Monique lo notó, y en un impulso lo empujó desde su cadera.
—Nunca tienen una cara tan seria, a menos que tenga que ver con tus padres, ¿qué pasó? ¿Papá Agreste hizo algo demasiado adulto para ti?
Monique no calló ni porque Adrien le mandó una fría mirada verdosa. En cambio la muchacha bufó, rodó los ojos y siguió caminando.
— ¿Qué estuviste haciendo el sábado entonces, si no fue pensar tanto que tu vida dejó de tener sentido?
<<Hace unas semanas lo hizo>> se admitió a sí mismo Adrien. Pero no, no era por estar pensando, o estudiando según Monique, sino por lo opuesto. El resto del domingo no pudo pensar en nada, nada en específico, no preguntas, tablas, ecuaciones, fechas, nada de eso. Sólo una sensación de rechazo lo inundó.
—Estudié.
Monique volvió a bufar no creyéndoselo del todo.
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Perfectly Imperfect
Fanfiction'Nuestras almas están conectadas.' Cada día desde los nueve años le aparecían dibujos en su piel. Aparecían en sus manos, en sus tobillos, en sus muslos. También aparecían en su espalda y más frecuentemente en sus brazos. Todos los días cambiaban d...