17.

183 28 8
                                    

'Fui creado para crear.'

Adrien no sabía cómo sentirse con su experimento. ¡Había sido un éxito! Ahora sabía que sí había un remitente. Intentó deshacerse del mensaje con agua y jabón, no tubo resultado, aunque sí que borró el suyo, el que había escrito la noche anterior, pero la respuesta, efímera aunque importante, se mantuvo ahí. El 'Sí, yo' casi absurdo estaba escrito abajo de su propio mensaje, manchado por la tinta soluble en agua.

¿Y ahora? ¿Cómo proseguiría? Podía hacer otro intento de comunicación casi ridícula. Era domingo, las clases las retomarían hasta el día siguiente, sus trabajos estaban hechos, y era muy poco probable que Monique o Nino se apareciesen por ahí para sacarlo de casa. Su padre no lo molestaría, nunca lo hacía, y si necesitaba algo mandaba a Nathalie por él.

Eran las siete de la mañana, algo tarde considerando su reloj biológico normal. Pero se sentía tan bien tener una respuesta. Entonces era cierto, la otra persona se garabateaba cosas en su cuerpo y por consecuencia aparecían en la piel de Adrien también.

El rubio apagó la lámpara que le regaló Chloé por su cumpleaños, sería sólo un gasto de energía si no lo hacía. Arregló su cama mientras pensaba en qué preguntar, necesitaba algo concreto, aunque mil preguntas estaban rondando por su cabeza. ¿Eso facilitaría su encuentro? ¿Podría demostrar a Chloé que estaba equivocada que aquel chico fuera, o se demostraría a sí mismo que era un cabeza de chorlito? Había un sin fin de posibilidades, como los había todos los días al despertar y no saber qué le decoraba el cuerpo ésa vez.

Tenía que averiguarlo. Todo. Pero se podría dañar la piel si continuaba rayándose, así que no estaba seguro de mantener ese contacto así. Tendría que pedirle algo más, número de teléfono al menos, o acordar algún tipo de cita. Sí, perfecto.

Acabó de ordenar toda su habitación, realmente. Su mente estaba llena de posibilidades, y su corazón latía emocionado, aún así él no se dignaba a agarrar un estúpido bolígrafo y escribir algo en su piel. Y no pudo hacerlo ya que alguien tocó su puerta.

— ¿Quién?

La cabellera oscura de Nathalie apareció después a de que ella abriera un poco la puerta. Tenía una sonrisa amable y con un tono parecido a su expresión dijo.

—Ya es algo tarde, ¿vas a desayunar, o te sientes mal?

Adrien sonrió inocente, escondió su brazo pintado detrás de su espalda.

—Voy en un momento, es que me distraje ordenando.

Nathalie lo dejó pasar, a pesar de que no le creyera del todo. Adrien lo notó en sus ojos, y siendo consciente de sus propios hábitos, era sumamente extraño que no tuviera su habitación en completo orden. El rubio sonrió, algo torcidamente, pero lo hizo intentando seguir con las apariencias. Nathalie desapareció segundos después cerrando la puerta.

Okey, Adrien podía continuar con lo suyo. Agarró una pluma de tinta azul y se tomó un momento para preguntarse a sí mismo qué era lo que más deseaba saber y qué era lo más esencial y la respuesta llegó rápidamente al recordar lo poco que hacía con exactitud del otro chico, su nombre iniciado con ene, su melódica voz, su cabello rojo, sus ojos turquesas, y su increíble talento al grabar cosas en su piel. ¿Ese chico era realmente el emisor de los dibujos, el receptor de su mensaje? Posiblemente sí, o tal vez no.

Entonces escribió, con su letra diferente a la de los demás, con esa letra casi artificial que le habían obligado a formar. La punta de la pluma casi le aceleró todavía más el corazón. Cada palabra la formó. Acabó juntando suficientes para una pregunta. Y esperaba que le respondieran directamente, si no, daría demasiados rodeos.

Perfectly ImperfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora