27.

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'¿Tú y yo? Es siempre un algo.'

Alya se puso a hablar con Nino, mientras que Monique hizo su propia conversación con Rose y la atenta oreja de Juleka. En cambio Adrien volvía a mirar desesperanzado el resto de hamburguesa que descansaba sobre la bandeja en la mesa.

— ¿Y de escuela son? —preguntó la chica, intentando abrir nuevamente una conversación.

Ella tenía una dulce sonrisa, su tono era amable y hacía algunas pausas entre las preguntas para que Adrien respondiera. Desde el inicio la chica le había preguntado exclusivamente a él, deteniéndolo de voltear y observar al chico, más de cerca.

—Del instituto François Arago.

Adrien levantó la vista tan sólo para ver la cara de escociendo de la chica. Claro, el instituto era bueno, pero también era relativamente nuevo y hasta cierto punto exclusivo.

—Ah, qué interesante —no se le ocurrió decir otra cosa a ella.

Guardaron silencio mientras Adrien volvía a mirar a su abandonada hamburguesa, se le había ido el apetito, y los últimos minutos se la había pasado respondiendo las preguntas alternativas de Marinette. Debajo de la mesa Adrien presionaba su brazo, por sobre la ropa. En serio le había empezado a arder, como si le quemase la frase sobre su piel. ¿Acaso era la indicación de que debía de hablarle al chico? Debería, en verdad debería hacerlo. Estaba ahí a menos de un metro a un lado de él y no se había atrevido a desviar la mirada a él.

Cerró los ojos un momento. ¿El muchacho se acordaba de él? Por un instante deslumbró su molestia cuando lo había tirado al suelo. Sin embargo también recordó el alivio en su voz, cuando habían hablado por el celular de Chloé. Tal vez sí lo hacía, como él, algo que no entendía pero sabía con certeza que había sucedido. Abrió los ojos, carraspeó y levantó la cabeza.

—Bueno, ¿y qué? ¿Pasaban un rato en la plaza?

Bueno, Adrien no podía jactarse como un gran conversador, pero la pregunta pareció interesarle a la chica. <<Sólo voltea a verlo. Muéstrale interés>> de dijo. Posiblemente era eso por lo que no hablaba. Que Adrien estaba prestándole, aún con trabajo, atención a la chica y no a él. Fueron unos segundos de indecisión antes de que él portara una máscara de tranquilidad y seguridad, se volteó a encararlo al fin.

—Sí. Aunque suene raro, normalmente el domingo salimos a algún rato, antes de retomar clases el lunes. —La respuesta de parte de chica no podía importarle menos.

¡Por el cosmos! Ahí, en la silla conjunta, estaba sentado ese chico de melena pelirroja, completamente llamativa ante los ojos de Adrien, y esas gemas turquesas como orbes. ¿Sería adecuado hundirse en ellos e intentar llegar a él con tan sólo esa acción? No sabía qué decir, se le había enredado la lengua. En su pecho resonaba el fuerte pulso de su corazón, ¿eso era normal?

—Sí. Perdemos el tiempo paseando por la plaza —contestó él, por fin. Es escuchar de nuevo su voz, y no a través de un aparato electrónico, era como si fuera la primera vez que lo hacía de verdad. Y Adrien hasta podía contar esa como la verdadera primera vez.

—Oh —las palabras no querían salir de él. ¿Qué hacer en una situación así? Porque, de verdad, no había estado en una situación.

—Ey, Adrien, ¿y no te acabarás tu hamburguesa? —repentinamente la presencia de Monique lo hizo sentir mejor.

Claro, sí no podía decir nada, mejor decir que estaba ocupando su boca para algo más. Una suave sonrisa se dibujó en su rostro, no apartando aún todo su nerviosismo peor algo de él. Adrien volvió a ver la hamburguesa ahí, se le revolvió el estómago.

— ¿Sabes qué? ¿No te la quieres acabar tú? Ya no tengo hambre?

Con intensiones de lucir relajado empujó la bandeja hacia su amiga. La muchacha, a su lado, lo vio casi escéptica. Con la mirada lo reprochó, sin embargo Adrien esperó a que ella aceptara.

—No gracias. Tampoco tengo hambre. Podríamos guardarla... —propuso ella, a pesar de no estar tan convencida—, o simplemente tirarla. No sé, lo que quieras.

Ambos intercambiaron una mirada y Adrien en serio le pido ayuda con ella. La chica le mostró una pequeña sonrisa, y lo tomó de la mano, apretándola un poco.

—Oigan, ¿quieren pasear por la plaza? Creo que vi unos lindos vestidos por ahí, chicas.

Adrien en serio lo agradeció mucho cuando todas las chicas del grupo aceptaron la oferta. Todos se levantaron de la mesa, la chica rubia de ojos azules, Rose, junto con la tal Marinette comenzaron a hablar con Monique sobre algunos diseños que habían visto en su camino. En cambio Juleka se unió a la conversación que habían empezado y mantenido Alya y Nino, al parecer hablaban algo acerca de los archivos multimedia. Y Adrien se quedó con su hamburguesa a medio comer entre las manos. Fue a tirarla a un bote de basura algo apartado del grupo que comenzaba a levantarse y organizarse nuevamente.

Todos los demás comenzaron a caminar juntos, fuera de la zona de comida rápida. Adrien los siguió algo rezagado. Seguía sintiendo ese ardor en su brazo, no obstante no se atrevía a descubrir su antebrazo.

— ¿Siempre eres tan callado? —Adrien se sorprendió al notar que efectivamente, el otro chico se había decidido por ir a entablar una conversación con él, con el chico rubio callado y apartado. La voz del muchacho pelirrojo era casi como la de cualquier otro chico, no debería causarle nada, pero sí lo hacía.

Por fin podía verlo bien, sin distracciones para tomar como si fueran verdaderas excusas. No chicas que intentaban ser sociales ni una comida tentadora esperando a ser comida. Sólo ellos dos, sus amigos le parecieron a Adrien muy lejanos de la nada.

Adrien metió sus manos a los bolsillos de su pantalón. Bien, ya estaba ahí. <<Toma la oportunidad, no seas un cobarde>> se dijo.

—A veces. No siempre se me da hablar con las personas.

Un atisbo de sonrisa se mostró unos segundos en los labios contrarios, más delgados que los propios. Adrien examinó el rostro del chico, apaciguando todavía más el paso lento que llevaba. Era un chico de piel clara, nariz recta, rostro ovalado, y una melena casi también larga como la chica que se había sentado frente a él, o hasta Monique. Claro que sin mencionar esos ojos que lo evitaron.

—Sé que es eso —comentó él. Y a Adrien le entró curiosidad. ¿Acaso se parecían en algo ellos dos? Sin contar, por supuesto, que supuestamente están destinados a estar juntos.

<<Sólo háblale.>>

Perfectly ImperfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora