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'Quédate cerca de las personas que se sienten como la luz del sol.'

Cuando Alya abrió la puerta se encontró con una tímida expresión en el rostro de Nathaniel y la chica no supo qué rayos hacía él allí. Por supuesto que no lo preguntó de inmediato, sino que dejó que el chico pasara a su casa, le ofreció algo de beber y algo de botana. Nathaniel aceptó un vaso con un jugo de Cranberry y rechazó el alimento. Alya fue a servirle y ella misma se sirvió uno también. Ambos se sentaron en la sala y se miraron como si no tuvieran nada más que hacer, aunque, Alya tenía que estarle echando un ojo a sus hermanas menores y había algo de la tarea de Física que todavía no terminaba de hacer. Sus cosas podían quedarse en segundo plano por un rato, viendo que el chico se había molestado en ir hasta allí. Nathaniel aceptó el jugo y se lo llevó a los labios. Alya se sentó a un lado de él en el sofá y lo miró atentamente.

—¿En qué puedo ayudarte? —preguntó la chica amablemente.

Nathaniel se tomó un poquito más de tiempo en contestar, queriendo ocupar como excusa el estar bebiendo algo. Luego, se relamió los labios y volteó a ver a Alya. La chica alzó una ceja, expectante, pero lo dejó hacer.

—Necesito de tus dotes de periodista en formación.

Alya sonrió complacida por ser identificada de aquella forma.

—¿Qué noticia quieres que saque?

—No, ninguna noticia. Más bien mmm.... —a Nathaniel se le fue toda la valentía y desvió la mirada, sus dedos comenzaron a tamborilear un poco sobre la superficie de cristal del vaso. Alya hizo anotaciones mentales de aquel comportamiento. La chica sabía que su amigo era tímido y no se abría tan fácilmente, ¡qué se daba cuenta de eso ahora que ella quería sacarle el chisme de la chica que le gustaba al pelirrojo!— Quisiera pedirte que me investigues a alguien.

Alya notó cómo Nathaniel se encogió sobre sí mismo y volvió a tomar de excusa el jugo otra vez. La chica no pudo evitar sonreír, perspicaz.

—¿Y quién sería esta persona?

Nathaniel carraspeó.

—Amm... ya sabes. Una persona que nos encontramos en el centro comercial un día.

Alya tuvo que aguantarse el abrupto cambio de expresión que sufriría su rostro. Y es que ¡vamos! Habían ido a varios centros comerciales y habían visto a mucha gente.

—Nath, tienes que ser más específico.

—¿Y si te doy su nombre y ya?

—A ver. Escríbemelo.

Alya sacó su celular, su fiel compañero, lo desbloqueó y se lo pasó a Nathaniel. Éste lo aceptó y en las notas lo apuntó.

—Y, por favor, no escribas sobre mí o sobre esto en tu blog.

Alya tomó de vuelta su celular, checó el nombre, asintió y guardó el aparato.

—Pero ya hice un Top 10 de tus cosas favoritas —contestó ella de lo más normal posible. Nathaniel ahí se quebró, sonrojándose terriblemente por la vergüenza.

—¿Por qué hiciste eso? —chilló alarmado.

—Porque ibas a ser mi próxima noticia.

Alya se encogió de hombros y tomó un trago de su jugo.

—Alya no.

Alya se carcajeó en ese momento.

—Alya sí. —La chica agregó un guiñó juguetón y prosiguió a explicar—: Es broma, Tomatito. No he escrito nada sobre ti en mi blog, pero como eres tan amable de pedírmelo, no dejaré que esto salga a la luz pública. ¿Entendido? Puedes tranquilizarte.

Perfectly ImperfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora