'Si logras engañar a alguien, no pienses que es un tonto. Date cuenta de que esa persona confió en ti más de lo merecías.'
Normalmente, Nathaniel y Chloé evitaban verse en la escuela. Llegaban a toparse y tal pero no compartían muchas miradas, menos palabras en una razonable conversación, realmente eran unos extraños. Tal vez Chloé había hecho algunos comentarios burlones, pero fueron más para hacer rabiar a Marinette que porque estuviera en contra de él. Y, bueno, cuando los obligaban a trabajar juntos, no tenían de otra. Así que no se conocían mucho.
O así era hasta que Adrien obligó a Chloé a que le ayudara a volver a verlo, ¡dos veces! Tal vez la palabra obligar es algo exagerada, pero Chloé se sintió irremediablemente inmiscuida en el asunto. La chica no sentía una especial simpatía por el pelirrojo, pero tampoco desagrado, simplemente era alguien que estaba ahí, y del cual ya no podía deshacerse.
Durante el lunes lo sintió de aquella forma. Ahí estaba, en la fila de hasta atrás, con una expresión aburrida en el rostro y la mirada perdida en algún punto de los escritorios debajo de él. Por eso mismo no había podido evitar empezar a incluirlo en sus burlitas hacia Marinette. Si Adrien no estuviera involucrado en todo aquello, si Adrien fuera un ser como ella, no hubiese parado, porque estaría casi completamente segura de que Nathaniel estaba coladito por la pelinegra. Pero, claro que eso no podía ser cierto. Porque Nathaniel era el complemento de su amigo y ellos dos acabarían juntos, así era dictado por el destino.
Chloé caminó lentamente a su asiento a un lado de Sabrina, quien estaba expectante, quería una explicación. Chloé levantó su mano derecha, dejando en claro que no hablaría en ese momento. La maestra no continuó su explicación sobre la Edad Media hasta que la rubia se acabó de acomodar en su asiento. El resto de la clase pasó sin ninguna interrupción extra ajena a ella. Y todo pasó de manera tranquila, casi como si Chloé se hubiera levantado de buen humor y se hubiera dirigido directamente a la escuela en lugar de haberse desviado.
La chica ya había descartado un par de cosas, pero su conversación con Kutzberg le había dado a entender que debía de descartar otra, y aunque no le gustaba del todo, no tuvo mucha opción que pedirle algo de ayuda a Nathalie. La mujer le indicó el tiempo y cómo proseguir, puesto que Chloé no conocía mucho a la muchacha con la que trataría. Y tenía que evitar que ésta despertara alertas con Adrien. Así que juntas hicieron el plan. Nathalie esa mañana, aquella en la que Adrien sí pudo haber ido al colegio con su amiga Monique, fue llevado por Nathalie, porque habían sido "órdenes de su madre". Monique llegó a la casa de Adrien un par de minutos después, sin encontrarse con quien se dignara a abrirle la puerta. Y ahí Chloé hizo su movida. Cuando la muchacha de cabellera corta la encaró, Chloé sintió un ligero retorcijón, era un malestar. Aquella había sido la mejor amiga en su ausencia, ella había ocupado su lugar a un lado de Adrien, y ambas sabían que el puesto se lo estaban peleando desde el retorno de Chloé.
—¿Tú qué haces aquí? —preguntó Monique, cruzándose de brazos inmediatamente.
—Aunque me gustaría decir que vengo porque quería conocerte al fin, ambas sabemos que no es cierto.
Monique apretó los labios, claro. La chica presumidilla no era una total desconocida para ella. Monique reconocía a Chloé, a pesar de que prácticamente nunca la había visto en persona. La conocía por Adrien, principalmente, pero también por Nino y la obsesión de éste por la reportera primeriza que asistía al mismo colegio que aquélla. Sí. Chloé había sido noticia en el blog desde hacía tiempo y a través de la pantalla había visto lo grosera que era con otros.
—¿Entonces a qué vienes?
—¿Por quién crees? Por la única persona que nos une, Adrien, por supuesto.
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Perfectly Imperfect
Fanfiction'Nuestras almas están conectadas.' Cada día desde los nueve años le aparecían dibujos en su piel. Aparecían en sus manos, en sus tobillos, en sus muslos. También aparecían en su espalda y más frecuentemente en sus brazos. Todos los días cambiaban d...