Capítulo 37

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Me desperté al oír a Higuain andar por la casa, al parecer no puse la alarma para hoy. Me levanté de la cama y fui a la cocina, saludándole en mitad de la escalera. Terminé de desayunar cuando él ya se estaba yendo, así que me despedí con un abrazo y subí a ducharme y cambiarme ya para esta tarde.

Después, me senté en la mesa y encendí el ordenador, empezando a usarlo cuando ya tenía todo los papeles a mi disposición. Pasé la mañana entre papeles y tazas de té que intentaran calmar mis nervios para esta tarde, pero servían poco.

- Ya llegué.

- ¿Qué tal el entrenamiento?

- Bien, todo como siempre.

Me sonrió algo confundido, supongo que porque nunca le pregunto sobre su entrenamiento. Subió a cambiarse y después se unió a mí en la comida.

- Me voy, voy a salir con unos amigos.

- Está bien.

- ¿Te importa?

- No, tranquilo.- le sonreí enseñando mi cabeza por encima del ordenador.- Puedes irte.

Se levantó y yo volví a intentar concentrarme en las cosas mientras que él iba de un lado a otro. Hasta que, cuando ya había conseguido concentrarme un poco, se acercó a mí para darme un beso en la frente.

- Chao.

- Chao...

Lo vi marcharse y suspiré soltando todo el aire que tenía. Me apoyé en el respaldo de la silla y empecé a dar toques con el bolígrafo en la mesa, haciendo notar mis nervios. Puse música y guardé todo, dejándolo en la mesa e intentando calmarme hasta que sonó la puerta.

Bajé el volumen y miré la hora. Puntual. Me levanté y a paso lento me fui acercando a la puerta. Una vez allí, respiré profundamente para abrir después la puerta y verle con una de sus manos rascando, nervioso, su nuca.

- Hola.

- Hola, pasa.- me hice a un lado y pasó adentro, llegando los dos al salón.- Higuain ya se marchó.

- Eso pensaba al oír la música.

- ¿Se oía desde afuera?

- Un poco.- me sonrió levemente y fui a pagarla.- ¿Qué hacías?

- Eh...trabajar, como siempre.

- Deberías darte un descanso.

- Ya...- lo miré sentarse en el sofá con los brazos en el respaldo.- ¿Qué...?

- ¿De qué quería hablar?- tragué saliva acercándome a él y sentándome un poco lejos. Las manos me sudaban de lo nerviosa que estaba.- ¿De qué crees que quiero hablar?

- De lo que pasó, ¿No?

- Martina tú me gustas.- toma, la primera en la frente.- Por eso te bese.

- Ya...

- ¿Ya? ¿Es lo único que dices?

- ¿Qué quieres que diga?

- No sé, cualquier cosa menos ya.

- No se me ocurre nada.- le sonreí nerviosa y él suspiró negando con la cabeza, mirando hacia abajo.

- Cuando te volví a ver, me pareció impresionante que tú fueras aquella nena de seis años.

- Lo mismo digo.

- Pero cuando me hablabas, cuando pasábamos tiempo juntos, supe que aquella niña seguía allí y...de alguna forma verte tan cerca de mí, siempre en los partidos sin darte cuenta o dándote cuenta, en los entrenamientos, etc, pues supe que me merecía a alguien que me apoyara como hacías tú, así que dejé a Antonella.

- Vaya...

- Y poco a poco fui sintiendo que todo eso no era de amigos. Te veía con Higuain y no me sentía mal, así que sí, me ponía celoso de vosotros dos.- ay dios...- Y cuando fuiste a mi habitación aquella noche y quise que te quedaras conmigo, me di cuenta que me gustabas, que me había vuelto adicto a verte todos los día y hablarte.

- Ya...

- ¿Otra vez el ya? ¿No sabes decir otra cosa?

- Es que no sé qué decir, Paulo, ¿Quieres que te diga que tú también me gustas? ¿Qué me pareció increíble que aquel niño pequeño ahora eras tú y con una novia? ¿Qué me encantaba estar contigo porque me hacías sentir como si estuviera con mis amigos o mi familia? ¿Qué de repente sentía que eras mejor que todos y que solo quería estar contigo? ¿Es eso?

Sin darme cuenta, le había dicho que me gustaba tanto como yo a él. Nos quedamos en silencio, mirándonos sin decir o hacer nada, esperando la reacción de cada uno que no llegaba.

- A la mierda.

Dijo antes de inclinarse rápidamente lo suficiente para llegar hasta mí y con sus manos sujetar suavemente mi rostro antes de besarme con tanta fuerza que me echó hacia atrás, quedando tumbados él encima de mí.

No me resistí, de nuevo, me dejé llevar. Ninguno de los dos hacía amago de separarse, al revés, intentábamos estar más y más cerca. Él puso sus piernas a mis lados y se apoyó en sus codos, enredando sus manos en su pelo mientras que yo acariciaba su espalda notando que de verdad se ejercitaba.

- ¿Esto es de verdad?- preguntó él separándose y mirando mis ojos y yo sonreí.

- Creo que sí, pero a lo mejor estás soñando, no sé.

- Vamos a ver si es verdad.

Y sonriéndome volvió a besarme. Poco a poco, fue bajando los besos hasta llegar a mi cuello y dejar varios allí hasta decidir morderlo y yo me aferré a su camiseta mordiendo mi labio inferior. Pero algo tenía que pasar.

Y eso fue que sonó la puerta y abrí mis ojos para separarme rápido de Paulo y sacar el móvil de mi bolsillo, haciendo como que estaba hablando con Roc. No sirvo para mentir.

- Sí, venga, adiós.- dije haciendo como que terminaba la llamada y sonreí a Higuain, que había venido al parecer con Cuadrado.- Hola.

- ¿Hola...? ¿Qué hace Paulo aquí?

- ¿Qué hacían?- preguntó Cuadrado tomando asiento y mirándonos con una sonrisa.

- Eh...yo...

- Me llamó, estaba sola y se aburría así que me llamó.- mintió.

- Pudiste haberme llamado a mí.

- Ya bueno, él no tenía nada que hacer.- ahora miré a Cuadrado.- ¿Y tú qué haces aquí?

- Me encontré con él y veníamos para cenar los tres, pero creo que ahora serán cuatro.

- Yo me puedo si...

- ¿Qué dices? Vos te quedas.- Higuain le tomó de los hombros por atrás para agitarlo levemente.- ¿Han hecho algo productivo?

- Algo.- miré a Paulo y él sonrió al suelo.

- Bueno, pues a pedir pizza.

- Que original.

Reí al ver como Cuadrado mataba con la mirada a Paulo e Higuain se sentó entre nosotros, poniendo sus brazos en el respaldo como hizo antes Paulo. Nos miró a los dos y nos sonrió mientras que Cuadrado llamaba a una pizzería.

Friends (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora