Desperté por una de las azafatas, que me avisaba de que ya habíamos llegado a Italia. Me levanté del asiento quitando mis cascos y guardándolos mientras salía del avión.
Entré en el edificio para ir hacia donde pasaban las maletas y esperé a que salieran las mías. En cuanto las vi las cogí y empecé a ir hacia fuera de aquella zona. Nada más salir me encontré a lo lejos a Higuain haciéndose fotos con fanáticos de la Juventus.
Esperé a que el grupo de fans se disipara y entonces levanté mis manos, moviéndolas en el aire para tomar su atención. Él levantó la mirada del móvil y me sonrió al encontrarme.
- ¡Doble zeta!
- ¡Pipita Higuain!- solté las maletas para abrazarme con él.- Al fin nos vemos.
- Después de tanto tiempo.
- Ni que lo digas, la última vez fue en Barcelona.
- Ha pasado mucho tiempo.
- Pero ahora volvemos estar juntos.- nos sonreímos.- ¿Vamos?
- Vamos.
Me ayudó a llevar las maletas hasta su coche y después nos subimos a este. Antes de ir a su casa me hizo un pequeño paseo por Turín enseñándome algunos sitios, que no había visto cuando estuvimos aquí, hasta que por fin fuimos a su casa.
- Y acá es donde vivo.
- Es bonita la casa.- dije mirando a mi alrededor.- Y moderna.
- Gracias.
- ¿Y mi habitación?
- Sígueme.
Subimos por las escaleras y fuimos a una pequeña habitación de invitados. No se marchó, se quedó a ayudarme con las maletas para terminar rápido y poder salir a comer fuera.
En un restaurante que, por suerte, Higuain sabía italiano y pude traducirme las comidas, nos contamos todo lo que hicimos sin ninguna cámara delante y se sentía bastante bien no tener que encender el ordenador para hablar con el que ya era uno de mi grandes amigos.
Después de la comida, no volvimos a casa, no, me llevó a ver aquellos sitios famosos de Turín acabando en Vinovo, el sitio donde ellos entrenaban y se veían.
- ¿Qué te parece?
- Gigantesco.
- Así me sentí yo la primera vez.
- Tú ya estarás acostumbrado a esto, pero yo por mucho que vaya al Santiago Bernabeu me sigo perdiendo.
- Es que eso es un estadio.
- Es lo mismo.- sonreí al verle reír mientras caminábamos por el campo.
- ¿Sabes jugar a fútbol?
- Soy buena de defensa.
- ¿Así? Veámoslo, quedate acá.
Asentí con la cabeza y se marchó corriendo para volver con un balón en sus manos. Me sonrió dejando el balón en sus pies y me dio un pase que supe controlar.
- Por ahora parece que eso sabes hacerlo.
- Idiota.
Rió levemente y se la devolví empezando a darnos pases y dar toques, él más que yo ya que no solía jugar a fútbol y más a baloncesto.
- Bueno, no sos tan mala como pensaba.
- ¿A no?- paré el balón.- Gracias.
- ¿Sos deportista?
- Ya te dije, solo juego con amigos y suele ser a baloncesto.
- En eso soy pésimo.
- No me sorprende.
- ¿Debería ofenderme?
- Deberías ignorarlo.- le sonreí y se la volví a pasar.
- ¡¿No pensaban avisar?!
- ¿Qué hacen ustedes acá?
- Paulo me llamó para que viniéramos a dar unos toques y después salíamos a la noche.
- Y me encuentro con que vos ya llegaste.
- Llegué a la mañana y estuve todo el día fuera con él, todo es su culpa.
- ¿Mía? Yo no sabía que tenías que avisar a Paulo.- Higuain me miró con el ceño fruncido y yo solo levanté mis hombros.- Dale, únanse a nosotros.
Higuain les pasó el balón, cayendo en los pies de Paulo que no dudó en hacer toques mientras se acercaba a nosotros. Todo un profesional. Al llegar se la pasó al otro chico, supongo que sería su compañero, y empezaron a dar toques entre ellos.
- ¿Y yo qué?
- ¿Vos qué?
- ¿No juego?
- ¿Sabes?
- ¿No te acuerdas de cuando...cuando dije que soy buena en algunos deportes?- iba a decir cuando jugábamos a fútbol de pequeños, pero se me olvidó que ellos no sabían que no conocíamos.
- Sí, pero dijiste baloncesto.
- Pasale la pelota ya, Paulo.- dijo el chico y le hizo caso.
Controlé el balón y miré a Higuain sonriendo antes de empezar a intentar hacer casi los mismos toques que ellos, aunque en algunos fallaba. Higuain y el otro chico me aplaudieron mientras que Paulo me miraba con las cejas levantadas.
- ¿Sé o no sé?- le sonreí a Paulo y le guiñé un ojo pasándosela.
- ¿Cómo te llamas?- me preguntó el chico.
- Martina.
- Pero llámala doble zeta.
- ¿Por qué doble zeta?
- Mis apellidos acaban en zetas.
- Pues yo soy Cuadrado.
- Encantada.
Le sonreí y decidieron hacer un rondo y como yo dije que era buena defendiendo y además era "la nueva" pues me tocó a mí en el medio. Había jugado a esto con Roc, Miguel y Sara y comparadas con Paulo, Higuain y Cuadrado son principiantes y eso que también juegan en un equipo.
- Vale, ya lo pillo, son buenos, ¿Me dejan ya tocar el balón?
- Consíguelo.- Paulo me guiñó el ojo vengándose de mí por lo de antes.
Resoplé antes de ir hacia donde estaba él e intenté quitársela, pero siempre me ponía la espalda y me era imposible meter la pierna y quitársela. Poco a poco me iba cansando más y más hasta que paré y me apoyé en las rodillas.
- Y eso que haces deporte.
- Os recuerdo que lo que más hago es trabajar ahora mismo y salir de fiesta, no tengo tiempo ni para ver partidos de mis amigos.
- ¿Tus amigos juegan?
- Podría decir que mis amigos son estos dos, pero mi mejor amiga, mi hermano y mi mejor amigo también juegan.
- Tu mejor amigo, el de la foto.- Paulo paró el balón para mirarme y yo asentí con la cabeza.- Que profesional.
Levanté una ceja y me coloqué mejor para seguir jugando con ellos hasta que fue anocheciendo y ya había sudado bastante en mi primer día en Italia y recordemos que no estaba aquí de vacaciones.
Me subí al coche de Higuain y fuimos a su casa, subiendo yo primero ara ducharme y cambiarme. Le dejé el baño a él y bajé a conocer la cocina y preparar yo la cena hoy como buena invitada. Coloqué la mesa y le esperé.
- Toda una criada tengo.- dijo apareciendo y viendo todo.- No tenías por qué.
- Quería hacerlo.- le sonreí.- No me hagas el feo y siéntate conmigo.
Él me sonrió e hizo lo que le pedí, probando lo que había hecho y alagando mis dotes de cocinera. Terminamos de cenar y nos sentamos los dos en el sofá viendo una película antes de que nos fuéramos a dormir, mañana tocaba trabajo para los dos.
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Friends (Paulo Dybala)
Fanfiction- ¿Te quieres casar conmigo? - Por supuesto que sí, Bruno. - ¡Genial!- sacó un aro de gominola de la bolsa y me lo puso en el dedo.- Seremos felices por siempre y juro amarte hasta el final. - ¿Lo prometes? - Sí. - Pues yo juro recordarte...