- Despierta, dormilona.
- Soy un oso, déjame ser un oso dormilón.
- Querrás decir osa.
- Eso.
- ¿Queso?
- ¿Qué?- me destapé la cara con la almohada mirando confundida a mi hermano.
- Nada, nada. Levanta, venga.
Resoplé mientras me levantaba de la cama sin ganas, arrasando mis pies hasta la cocina para desayunar. Después de eso, me fui al salón a estar con el ordenador mientras veía a mi hermano jugar a un partido del FIFA. Y así toda la mañana hasta la hora de la comida.
Los dos cocinamos y pusimos la mesa para que cuando mis padres llegaran de su último día de trabajo esté todo listo. Nos sentamos los cuatro en la mesa y terminamos de comer para irme a mi habitación con mi hermano.
- ¿Cuándo te vas a buscar piso?
- ¿Y tú?
- Lo hacía esta mañana con el ordenador mientras tú jugabas.
- Aquí estoy bien y papá y mamá están bien conmigo.
- Niño de mamá.
- Niña de papá.
- ¿A qué te echo de mi habitación?- él rió y volví mi mirada al móvil.- Te voy a mandar de una patada a Buenos Aires.
- Anda que...irse a Buenos Aires.
- ¿Algún problema? La ciudad es preciosa, la gente también y Argentina en general, así que a callar.
- La gente es preciosa eh.- miré a mi hermano seria, mientras que él se intentaba aguantar la risa.- Vale, perdona.
Seguimos los dos solos allí hasta que quedé con mis amigos y salí a la calle para ir a la Gran Vía, donde quedé con ellos. Me senté en un banco a esperar hasta que lo vi a lo lejos y me levanté para abrazarles.
- Cuéntanos, ¿Lo encontraste?
- Que pesados, ya os dije que a donde yo fui no fue donde lo conocí, además, era muy pequeña.
- Ahora se puede casar contigo.
- Claro, claro.
Reí por Miguel. Sí, ellos conocían sobre ese chico que yo le llamaba Bruno y que no me sabía ni su apellido, ni conocía a su familia ni donde vivía, ni siquiera si seguía vivo.
Fuimos de bar en bar hasta que se hizo muy tarde y volví a casa con Eric, despidiéndome de él en la puerta y entrando a la casa de mis padres en silencio. Aún así, la luz de la cocina se encendió, asustándome.
- Idiota.
- ¿Son horas de llegar?
- ¿Son horas de estar despierto?
- Touché.
- Anda, tira a tu habitación que aquí yo soy la mayor.
Subí las escaleras con mi hermano y cada uno se fue a su habitación para dormir hasta el día siguiente. Cuando desperté, eran las ocho de la mañana y la culpable fue Lucía, que me llamaba al móvil.
- ¿Qué pasa?
- Sara quiere hablar contigo.
- ¿Ahora?
- No, a las doce en nuestra casa.
- ¿Y para qué me llamas ahora?
- Porque luego se me olvida.
- Mi hermano y tú son tal para cual, los dos unos idiotas.
Escuché como reía y volví a dejar el móvil en la mesilla, volviendo a dormirme. Hasta que me desperté por mi misma a las once. Me levanté y bajé a la cocina a desayunar, después subí a despertar a base de cojines a mi hermano y acabé en el baño, duchándome.
Me vestí con una falda negra, un crop top blanco y unas Adidas, recogiendo mi pelo con una coleta y saliendo por fin del baño para recoger mis cosas antes de salir en dirección a la casa de Sara.
- Buenos días.- pasé a dentro y me encontré con todos allí.- ¿Y esto?
- Bienvenida a la reunión de viajes, doble zeta.
- ¿Reunión de viajes?
- Les entró envidia cuando me fui a Italia con tu hermano y claro, encima tú estabas en Argentina.- Lucía apareció y desapareció subiendo las escaleras.
- ¿Queréis hacer un viaje?
- Sí, todos juntos, un viaje de verano.
- Yo acabo de llegar, locos.
- Pues no haber colocado todo y haber dejado las maletas como están.
- Locos, que estáis locos. A ver, ¿A dónde queréis ir?
- Tenemos Berlín y Roma.
- Aunque en realidad iremos a otros sitios, no nos quedaremos en Roma o Berlín siempre.
- ¿No es mejor un sitio con playa?
- No seas aguafiestas.
- Vale, vale...
- Yo elijo Roma, ¡Vivan los romanos!
- Yo igual, ¡Viva la película Gladietor!
- Berlín me gusta.
- A mi no me gusta ninguno.
- Tú desempatas, doble zeta.
- Pues...vayamos a Roma, lo siento, Miguel.
- La vida es cruel.
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Friends (Paulo Dybala)
Fanfic- ¿Te quieres casar conmigo? - Por supuesto que sí, Bruno. - ¡Genial!- sacó un aro de gominola de la bolsa y me lo puso en el dedo.- Seremos felices por siempre y juro amarte hasta el final. - ¿Lo prometes? - Sí. - Pues yo juro recordarte...