Capítulo 10

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- ¿Quién es el idiota que me llama por la mañana?- pregunté con voz de adormilada.

- Un tal Bruno para vos y Paulo para los demás.

- ¿Paulo? ¿Qué haces llamándome a estas horas?

- ¿De verdad que estabas dormida? Pero si son las once.

- Aquí cada uno se despierta cundo quiere, ¿Qué pasa?

- Necesito que vayas a un sitio.

- ¿A dónde?

- Al aeropuerto.

- ¿Al aeropuerto? ¿Por qué? Te recuerdo que no tengo carnet de coche ni...

- Dale, ve hacia allá y ya verás por qué.

- ¿Debo confiar en ti?

- Sería dar un paso en nuestra relación.

- Está bien, iré.

- Vale, chao.

- Adiós, adiós...

Terminé la llamada y resoplé dejando el móvil en la cama y levantándome de esta. Fui a la cocina, saludando a mi hermano y hablando con él mientras me hacía el desayuno.

Me fui a cambiar y me despedí de mi familia antes de salir de casa e ir andando hasta el aeropuerto pensando qué demonios hacía aquí en vez de estar durmiendo. Me crucé de brazos al llegar y le mandé un mensaje. Recordemos que no sé qué hago aquí.

- ¡Martina!- oí a alguien gritar pero no le di importancia, a lo mejor no era yo esa Martina.- ¡Doble zeta!- me giré y le vi sonriéndome a lo lejos.

- ¿Pero qué?

Sonreí y negando con la cabeza con diversión, fui hasta él para abrazarle mientras que él reía. Nos separamos y nos quedamos mirando con una sonrisa.

- ¿Qué haces aquí?

- Era mi última día en Barcelona, le dije a Anto que quería ir a Madrid y que estaría en Barcelona a la tarde.

- ¿Sólo para verme?

- Sí.

- ¿Y ella lo sabe?

- No.

- Estás loco, Dybala.

- Sólo un poco.

Sonreímos y comenzamos a andar a la salida. Llamamos a un taxi y lo llevé a mi casa, donde estaba mi hermano jugando a la Play con Sergio, su mejor amigo.

- ¿Qué hace aquí el Dybala?

- Vino a verme, a la tarde vuelve a Barcelona.

- Pues quede a comer.- mi hermano se saludó con él amistosamente.

- Él es Sergio, el mejor amigo de mi hermano.

- Yo soy...

- Paulo Dybala, ya te conozco y además, Roc no se calló que conocía a dos futbolistas.

- Para una novedad que tengo.

Reímos y nos sentamos a hablar mientras veíamos como jugaban. Hasta que Paulo tomó el mando y ganó a Sergio, pero no pudo con mi hermano.

- Soy el mejor, el Cristiano en este juego.

- Digan lo que digan, es mejor "La Pulga".

- Como se nota que es argentino.

- Al menos sabe opinar.

- Tú a callar, Sergio.

- Vale, vale.

- ¿Sos culé?

- Sí, un culé siendo mejor amigo de un madridista.

- Algo que solo pasa una vez.- sonreí mirándoles chocar los cinco.- ¿Alguien tiene hambre?

- Yo.

- Tú siempre.

- Yo también.

- Pues levantaos que comemos fuera, ya se lo diré a papá.

- Claro, como no soy Dybala no me haces caso.

Reí mientras me iba al despacho de mi padre a aviarle que salíamos. Él dejó sus cosas y me dio el visto bueno antes de volver su mirada a los papeles. Lo dejé solo y volví con los tres chicos que me esperaban en la entrada.

- Vamos.

Salimos de casa y llevamos a Paulo a uno de nuestros restaurantes favoritos en la capital de España. Entre risas los chicos se conocieron más, mientras que yo solo era espectadora y opinaba a veces. Después, nos despedimos de los mejores amigos y fui con Paulo hasta los columpios de un parque vacío a estas horas.

- Vente conmigo a Italia.

- Contigo y con Anto y Gonzalo, te referirás.

- Sabes a lo que me refiero.

- A que no pienso ir, tengo que trabajar y quiero hacerlo en España después de tanto tiempo.

- Puedes hacer lo mismo en Italia.

- No sé italiano.

- ¿Qué idiomas sabes?

- Español e inglés, pero tampoco tanto como...

- Te enseñaré italiano.

- Estás loco.

- Por eso vine, venga, ya nos separamos una vez.

- Pues hablaremos por Skype, ya nos seguimos en Instagram y tienes mi número. Ya no somos tan chicos y vivimos más cerca.

- En ese caso, te vendré a visitar en cuanto pueda y tú harás lo mismo.

- Paulo...

- Di que sí.

- ¿Si digo que sí me dejas?

- Sí.

- Pues entonces sí, nos visitaremos.

- ¿Prometido?

- Prometido.- me extendió la mano y se la di, moviéndolas de arriba abajo.- ¿Cuándo te vas a Barcelona?

- Faltan dos horas aún.

- Pues te enseñaré algo de Madrid.

- ¿En dos horas?

- Me sobra una.

Él sonrió mientras nos levantábamos y comenzamos a andar. Por supuesto, hubo varios parones porque lo reconocieron por la calle.

Me quise hacer la lista y le llevé a los estadios, pero claro, él eran el futbolista y había estado más de una vez en los dos. Así que lo llevé a la Gran Vía a cualquier sitio para pasar el tiempo mientras pasaron las horas y ya había que ir al aeropuerto.

- Nos hablaremos.

- Tenlo por seguro.

- Y si no, vendré acá y te llevaré a Italia.

- Eso no lo tengas tan seguro.- los dos reímos y nos abrazamos.- Adiós, Paulo.

- Chao.

Le miré marcharse por la puerta de embarque a lo lejos y desapareció de mi vista. ¿Qué tendrá este chico que me siento como en casa con él?

Friends (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora