- Cuidarlo eh.
- Soy su madre, Martina.
- A veces se me olvida.
- Vaya madrina le buscamos.- Valentina miró a mi tío y luego a mí.- ¿Hizo algo?
- Nada malo, además de que se comió el desayuno sin rechistar.
- ¡Ese es mi Nico!
- ¡Papá!- Thiago elevó a su hijo ne brazos mientras Valentina y yo reíamos.
- Adiós, tengan buen viaje.
- Chao, chicos.
Mi hermano y yo no despedimos con un abrazo de nuestros tíos y cuando les vimos irse en el coche cerramos la puerta. Aun quedaban cosas para limpiar y por suerte yo no iba a trabajar ni hoy ni mañana por ser fin de semana.
- Doble zeta.
- Dime, mini doble zeta.
- Me voy.
- ¿A dónde? Y...
- Con Lucía, adiós.
Me dio un beso en la mejilla y salió de casa. Siempre dejándome sola ya que Miguel seguía durmiéndome por la resaca. Me puse los cascos y empecé a limpiar. Hasta que alguien me agarró de los hombros y vi que era Miguel con cara de drogadicto.
- Necesitas dormir y no me vuelvas a asustar.
- Que asustadiza eres.- rió con su voz ronca mañanera y se sentó a desayunar.- Y estoy bien.
- Tienes cara de haberte esnifado cocaína.- dije riendo y me fulminó con la mirada.- Intenta no morirte de sobredosis, iré a comprar.
- Idiota.
Reí tomando mi bolso y le lancé un beso antes de salir de la casa y caminar hacia el supermercado con la lista de la compra. Fui por los pasillos hasta que me tocó agarrar algo que estaba a una gran altura para mí.
Resoplé y dejé el carro para ponerme de puntillas y estirarme lo máximo que podía para llegar hasta lo que quería, pero solo conseguía rozarlo. Hasta que una mano llegó a mi cintura y un brazo pasó por mi lado, tomando lo que quería.
- Gracias.
- De nada.- me sonrió.- ¿Qué haces aquí?
- Hacer ejercicio, ¿Tú que crees?
- Peores cosas se han vito.- puso sus manos en los bolsillos de su pantalón y yo reí levemente mientras negaba con la cabeza.- Martina.
- ¿Ajá?
- ¿Podemos vernos esta tarde?
- Que te haya perdonado no signifique ser amigos, Matías.
- Pero solo para hablar de nosotros, de lo que hemos hecho todo este tiempo separado.- suspiré volviendo a tomar el carro y él e puso delante de mí.- Di que sí.
- ¿Otra vez? El otro día con la lluvia y hoy quieres que te atropelle, tú eres un suicida eh.
- Martina, por favor, acepta.
- Está bien.- sonrió y soltó el carro.- ¿Dónde?
- Tú eliges.
- Genial, en donde quedamos para el testimonio.
- Bien, allí te esperaré a las siete.
- Está bien.
Se apartó y puse los ojos en blanco volviendo a caminar por el supermercado. ¿Qué pretendía? ¿Ahora quería ser mi amigo? Sé que lo perdoné por haber cambiado, pero también sé que aunque ahora quiera a Paulo, podía volver a caer en sus brazos como hice de joven. Conozco mis debilidades.
Compré lo que necesitaba y volví a la casa. Al entrar y dejar las cosas ya colocadas, me encontré a Miguel dormido en el sofá. Sonreí y me senté en la esquina del sofá, elevando sus pies y apoyándolos en mis piernas.
Estuvimos toda la mañana así, yo viendo la televisión y él dormido. Hasta que vino Roc e hizo la comida, entones se despertó por el olor. Nos sentamos los tres a comer y después los dos se durmieron a la siesta.
Yo subí a mi habitación a jugar con Kiara. Cuando se me ocurrió hacerme daño viendo mi fotos con Paulo. No reaccioné hasta que vi algunas lágrimas en la pantalla, entonces me limpie las lágrimas y dejé el móvil en algún lugar de la habitación.
Me fui a duchar y luego bajé para verle a los dos jugar ahora a la Play. Vaya dúo. Les dije que me iba y ni se interesaron preguntando a donde iba.
Caminé por Madrid hasta llegar a la cafetería en la que quedamos y en efecto, allí estaba, sentado y esperándome a mí y eso que yo era la puntual. Estaba vestido con una camiseta blanca y una chaqueta de cuero junto unos pantalones negros y unas zapatillas.
- ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
- Diez minutos.
- Si que querías que nos viéramos.
- Mucho.
Me sonrió y yo me senté una vez más en frente de él. Pedí, como él, un café y comenzamos a hablar de todo lo que hicimos separados estos años y me dolía pensar que pudimos haber estado juntos.
Se hizo tarde y se ofreció a acompañarme hasta mi casa. No paramos de hablar en el camino, terminando de decirnos todo. Hasta que al fin llegamos.
- Gracias por venir, pensé que no lo harías.
- Soy una mujer de palabra.- le sonreí y él me devolvió la sonrisa.- Me ha gustado hablar contigo.
- A mi también, toma.- me dio un papel con su número.- Llámame.
Le sonreí y él me guiñó el ojo antes de irse. Si que ha cambiado. Abrí la puerta y entré. No había nadie, así que cené y fui directamente a dormir.
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Friends (Paulo Dybala)
Fanfiction- ¿Te quieres casar conmigo? - Por supuesto que sí, Bruno. - ¡Genial!- sacó un aro de gominola de la bolsa y me lo puso en el dedo.- Seremos felices por siempre y juro amarte hasta el final. - ¿Lo prometes? - Sí. - Pues yo juro recordarte...