La alarma empezó a sonar y miré confundida a todos los lados de mi habitación hasta darme cuenta de que tenía que ir a trabajar porque hoy me encontraría con alguien de los que defendía. Me levanté de la cama y fui a la cocina adormilada, oyendo a mi hermano hablar a su perra.
- Buenos días.
- Buenos días, dormilona.
Terminó de rellenar el cuenco de Kiara mientras que yo abrazaba a Lucía como saludó. Rellené la taza de café y me senté con ellos a desayunar, viendo que Miguel ya se había marchado. Terminé de desayunar y subí a cambiarme.
Terminé de colocar todo, tomé mi maletín y bajé para subirme al coche de mi hermano junto a Lucía y él. Me llevó hasta el bufete y después irían a la facultad ellos. Me despedí con un abrazo a cada uno y bajé del coche.
Entré en el edificio, saludando a los que estaban allí y entrando en el ascensor. Subí hasta mi panta, encontrándome con Antonella y Carla hablando. Sonreí y recordé a Migue.
- Chicas.
- Hola, Martina.- saludaron al unísono.
- Tengo que enseñarles algo.
- ¿El qué?
- Un chico.- las dos me miraron con una ceja levantada mientras buscaba una foto de él conmigo juntos para enseñársela.- Él.
- ¿Tu novio?
- No, Carla, mi mejor amigo.
- Ana, su novio es el futbolista ese, ¿No?
- Sí.
- Se me olvidó que eras famosa.- reí y se acercaron a verle mejor.- Es guapo.
- ¿Qué pasa con él?
- ¿Alguna quiere?
- ¿Él te mandó a esto?
- Algo así, me lo dejó caer.
- Ya.
- Bueno, el chico es guapo.
- ¿Cómo es?
- Bastante divertido, comprensivo y listo.
- Yo, lo siento Martina, pero ya tengo novio.
- ¿Y no me dices?- miré a Antonella.- ¿Lo sabías?
- Mi hermana lleva seis años con el mismo chico.
- Oh por dios, me siento mal por enseñarte el pecado.- las tres reímos.- ¿Anto?
- Es mono, me lo pensaré.
- ¡Esa es mi chica!
Reímos de nuevo y las abracé a las dos antes de irme a mi despacho a colocar todo. Saqué los papeles de nuevo para volver a leerlos, a buscar algún fallo entre ellos que me de ventaja en la defensa. Mientras, pasó el tiempo y llegó la hora de ir a comer.
Salí del despacho, encontrándome a Bastian y Ana y bajé con ellos hasta la puerta, donde estaban las hermanas. Fui junto a todos ellos hasta el restaurante de siempre para comer y charlar hasta que tuvimos que volver.
Bastian me acompañó al despacho para leer lo poco que tenía sobre el caso, aunque a él le pareció mucho. Y cuando se iba a marchar, apareció la secretaria para avisarme que ya tenía que ir porque ya estaban todos en el despacho con mi jefe.
Me despedí de él y la seguí hasta el despacho, dándole las gracias una vez llegué. Sujeté con fuerza la carpeta y di un gran suspiro antes de dar dos toques en la puerta y esperar a que me dijeran algo.
- ¿Sí?
- Soy Martina, ¿Puedo?
- Claro, pasa.
Volví a suspirar y abrí la puerta poco a poco. Asomé primero mi cabeza para sonreírle al señor Smith, que era el único que miraba a la puerta, y después entré cerrando la puerta.
- Martina, ellos son Jorge Andreu y Arnau Capdevilla, los que tendrás que defender.
- Encan...
Alcé mis cejas y él hizo lo mismo al levantarse apoyado en un bastón para verme. ¿Qué hacía él aquí? ¿De verdad tenía que defenderle a él? Sí, el tal Jorge Andreu era el gran amigo íntimo de mi padre, el padre de mi ex novio, aquel que me maltrató y jugó conmigo sin yo saberlo muy bien.
Estaba más mayor, se le notaba y no solo por el bastón. Tenía el pelo canoso, un par de arrugas en su cara y en sus manos y bolsas en sus ojos. Pero seguía igual de elegante que siempre, con una chaqueta negra junto una camiseta de botones blanca y unos pantalones y zapatos negros.
Me miró de arriba abajo, sin ningún sentimiento en su rostro. A su lado, un hombre de unos cuarenta años, castaño, moreno, con ojos azules, alto e igual de elegante que él. Supongo que era su socio o algo así. Carraspeé cuando el tal Arnau se acercó a mí y le di un apretón de manos que no pensaba darle a él ni aunque me quitaran del caso por eso.
- Buenas tardes, señores.- dije por fin, levantando mi barbilla y yendo hacia mi jefe.- ¿Cómo está, señor?
- Perfectamente, siéntate aquí.- gracias a dios fue a su lado. Hice lo que me dijo y le pasé la carpeta.- ¿Qué tal el caso?
- Eh... bien, encontré algunas cosas que podrían servirnos de ayuda.
- Genial, cuéntanos.
Volví a carraspear mi garganta y empecé a contar todo, intentando ignorarle en toda la reunión. La cual duró hasta la noche. Me despedí de mi jefe y de Arnau con un apretón de manos, recogí la carpeta y me quise marchar. Pero allí estaba Jorge para pararme.
- Martina.
- ¿Sí? ¿Quién me llama?
- No te hagas la tonta, sabes que soy Jorge, el padre de...
- Un maltratador, ya me acuerdo.- me miró serio y yo sonreí.- ¿Quieres algo? ¿No entendiste algo?
- ¿Por qué aceptaste el caso?
- Porque no sabía que era vuestra empresa y porque quiero unas vacaciones para irme a Italia.
- ¿Tan bien le va a tus padres?
- Y a mí, a mí también me va bien.
- Ya bueno no...
- Volví de Buenos Aires y fui a Italia, acabé en Barcelona y luego volví para volverme a ir a Italia.
- Vaya, viste mundo.
- Hay mundo después de su hijo.
- Martina...
- ¿Qué?
- ¿Qué tal te va?
- ¿Ahora vienes con esas? Por favor, Jorge, olvídanos como hicimos nosotros.
Abrió sus ojos, yo puse los míos en blanco y me fui de allí mientras la respiración me iba a mil. Llamñe a un taxi y volví a casa sofocando, Miguel y Roc estaban despiertos y me vieron.
- Martina.
- ¿Pasó algo?
- Jorge, defiendo a Jorge.
- ¿Qué Jorge?
- El padre de Matías.
- Pero...
- Sí, si le defiendo a él y su empresa defiendo también a Matías.- porque era verdad, él trabajaba en la empresa de su padre como supongo que todos sus hermanos.
- Está bien, tranquila.
- ¿Viste a Matías?
- No, no lo vi, por suerte.
- Venga, tranquila, Martina.
Mi hermano y mi mejor amigo me abrazaron para calmarme y después subí a mi habitación pensando que ahora más que nunca debía irme a Turín un fin de semana a desconectar.
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Friends (Paulo Dybala)
Fiksi Penggemar- ¿Te quieres casar conmigo? - Por supuesto que sí, Bruno. - ¡Genial!- sacó un aro de gominola de la bolsa y me lo puso en el dedo.- Seremos felices por siempre y juro amarte hasta el final. - ¿Lo prometes? - Sí. - Pues yo juro recordarte...