Capítulo 60

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La voz de una mujer me despertó y al abrir mis ojos hinchados y rojos, supe que era la megafonía del avión. Me coloqué mejor en el asiento e intenté peinar algo mi pelo que estaba, como mi estado emocional, desordenado.

Nos avisaron de que ya podíamos bajar y me levanté del asiento, siguiendo la fila de personas hasta la salida y bajando del avión. Entré en el edificio y fui a por mi maleta, saliendo para encontrarme a lo lejos al único que se le ocurriría sentarse como un indio en el suelo de un aeropuerto.

- Avioneta.- dije llegando a él y levantó la mirada de su móvil para sonreírme.

- Ven aquí, enana.

Sin decir nada solté la maleta y le abracé cuando se levantó. Nos quedamos allí quietos durante un buen rato hasta que se separó de mí, quitando alguna de mis lágrimas antes de agarrar mi maleta y pasar su brazo por mis hombros.

Fuimos así, dándome a veces algunos besos en la cabeza mientras yo estaba cabizbaja, a la salida y subimos a su coche, un Mercedes AMG-GT.

Él puso la radio, tal vez intentando que cantara algo. Pero lo que consiguió es que solo alguien hablara en el camino a mi casa, porque él miraba la carretera y yo por la ventanilla perdiéndome en las calles de Madrid.

- Llegamos.- Eric me miró y yo hice lo mismo.- ¿Estás bien?

- Sí, sí...solo...

- Martina.- levanté mi cabeza para verle sonreír.- Mientes muy mal.

Sonreí levemente y me volvió a abrazar, aferrándome a su sudadera con ganas de que no nos separáramos aunque tuvimos que hacerlo si quería ver a mis amigos y a mi familia. Salimos del coche y yo fui a abrir la puerta mientras él agarraba mi maleta y me acompañaba cuando la abrí.

La primera en recibirme, como siempre, fue Kiara. Ladró y saltó mientras la acariciaba con una sonrisa de poca gana. Y gracias a sus ladridos y al ruido de la puerta, aparecieron Roc y Lucía de la mano. Se pararon en seco al verme y de aquella forma, ya que no le dije a nadie menos a Eric que había pasado.

- Martina, ¿Qué ha pasado?- preguntó Roc soltando la mano de Lucía y corriendo hacia a mí.

- Se acabó, lo dejé con Paulo y...y encima perdí a Higuain.

Junté mis labios y mi hermano me abrazó mientras las ganas de llorar volvían aunque yo me negaba a llorar por él. Al abrazo se unió Lucía y cuando nos separamos, apareció Miguel por la cocina sin camiseta y comiendo una tableta de chocolate.

- ¿Qué ha pasado?- preguntó con el chocolate en la boca y mirándonos confundido. Eso más el pelo revuelto lo hacía demasiado tierno.

- Que te echaba de menos, bobín.

Sabía que yo no dejaría a Paulo por eso, así que le tiró la tableta de chocolate a Eric para poder abrazarme sin nada en las manos. Coloqué mi cabeza en su pecho, oyendo los latidos de su corazón que tanto me calmaban mientras sofocaba y él acariciaba mi espalda.

- ¿Estás bien?- se separó de mí y al ver como estaba volvió a abrazarme.- Tranquila, Martina, tranquilízate.

Pude jurar que el tiempo se detenía o tal vez es lo que quería al saber que no volvería a hablar por la noche con ninguno de ellos, que no volvería a ver sus partidos si no era con el Real Madrid y que para nada quería volver a Italia.

Me llevó, abrazado a mí, hasta el sofá donde se sentaron los demás esperando a que me tranquilizara para contarlo todo. Y eso hice. Todos se quedaron asombrados, sin saber que decir. Todos menos Eric, que ya lo sabía.

Friends (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora