- ¡Martina!
- ¿Qué pasa?- abrí mis ojos y estaban Roc, Miguel y Eric mirándome serios y con los brazos cruzados.- ¿Qué hice ahora?
- ¿Cómo que qué hiciste?
- ¡Desapareciste!
- ¿Así?
- ¡Sí!
- ¿Y cómo me encontraron?- ellos tres se miraron entre si.- ¿Qué?
- Tienes resaca.
- Un poco.- sonreí- Tampoco bebí mucho.
- Pero a ti te sube rápido, ¿Cómo volviste?
- No me acuerdo pero lo importante es que estoy aquí.
- Ya, claro.
- A lo mejor te violaron.
- Claro, Eric, sigue con tu imaginación.
- No vuelvas a hacer esto.
- No lo haré.
- ¿Pero qué hiciste?
- Estaba bailando y...perdí a Sara y ya no me acuerdo.
- Si que le sube rápido.
- Demasiado.- informó Roc.- Venga, baja a desayunar.
- Por suerte no trabajas hoy.
Suspiré y me levanté de la cama, saliendo de la habitación con ellos. Fui a la cocina, donde ya estaba hecho mi desayuno. Así que, solo me senté a desayunar mientras los tres me miraban.
- ¿Qué?
- A lo mejor vino en taxi.
- O andando.
- Ya claro, andando.- Miguel rió.- Tu hermana no anda tanto.
- Gracias eh.
- ¿Alguna vez has andado mucho?
- Bueno...
- ¿Ves? Alguien la tuvo que traer.
- Y violarla.
- Eric.
- ¿Qué? No te van a traer de gratis.- subió sus hombros y yo reí.
- Pero está vestida, idiota.
- A lo mejor la vistió para que nadie sospeche.
- Cuidado chicos, CSI Eric.
Los cuatro reímos y yo terminé por tomarme la pastilla para el dolor de cabeza. Después, fui al salón y jugué con mis amigos a la Play mientras Roc acaba a Kiara a pasear.
Cuando volvió, tan solo estuvo unos minutos con nosotros y volvió a irse porque había quedado con Lucía. Así que, nosotros llamamos a Zoe y Sara para salir a un restaurante todos juntos, hacía tanto tiempo que no hacíamos eso.
Reímos varias veces y al terminar salimos a dar una vuelta. Pasamos por varios sitios de Madrid conocidos, haciéndonos fotos divertidas y riéndonos de todo. Sara nos contó que se fue porque estaba con un chico, al que al final no pudo tener como ella quería así que al volver me buscó y no me encontró.
Sé que debería tal vez de pensar como llegué hasta mi casa y de quien era la chaqueta que tenía en el suelo de mi habitación, pero parecía que no había pasado nada preocupante así que no le di importancia. Estuve todo el día con ello y a la noche recibí un mensaje de Higuain, que me pedía que fuera a su hotel.
Y eso hice. Me despedí de los demás y fui caminando por Madrid, mientras anochecía, hasta su hotel. Me subí al ascensor y fue hasta su planta, yendo luego hasta su habitación.
- Hola.
- ¿Qué tal anoche?
- Bien, aunque no recuerdo mucho.- dije pasando adentro de la habitación y me senté en la cama mientras él se quedó mirándome en frente.- ¿Qué?
- ¿Y te acuerdas de que Paulo te llamó?
- ¿Qué?
- Me lo ha contado esta mañana, te llamó y te pusiste a la defensiva así que, boluda, si antes lo habías perdido ahora es para siempre.
- ¿De verdad hice eso? Dios Higuain, ¿Para qué beberé?
- Y justamente esa noche, lo de vos es mala suerte.
- Demasiada.
- Bueno está bien, tampoco creo que lo hayas perdido.
- ¿A no? Si le hubiera llamado y se me pone a la defensiva no volvería a hablarle.
- Pero Martina, él te quiere demasiado para no hablarte.
- Ya, pues bien que me ignoró en la llamada de Skype.
- Cuando te marchaste preguntó por Miguel.
- ¿Por Miguel?
- Quería saber si estaban juntos y porque estaba con el corazón roto, le dije que por él y eso fue una de las causas de su llamada.
- Pero escuchó que estaba de fiesta y ahora me ignorará más si es posible.
- Cada uno tiene su vida y más ahora que estás separados, pero Martina, intentaré que te vuelva a llamar así que intentá no estar de fiesta.
- Si no me llama él, lo llamaré yo.
Él sonrió, de alguna forma le había dicho que me seguía gustando como al principio así que le di razón a todas las conversaciones que tuvimos antes de esta y a las que vendrán.
Seguimos hablando, cambiando de tema hasta que se hizo tarde y tuve que volver a mi casa. Estuve viendo una película con Miguel, porque Roc hoy se quedaría con Lucía, y acabé durmiéndome en su hombro.
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Friends (Paulo Dybala)
Fanfiction- ¿Te quieres casar conmigo? - Por supuesto que sí, Bruno. - ¡Genial!- sacó un aro de gominola de la bolsa y me lo puso en el dedo.- Seremos felices por siempre y juro amarte hasta el final. - ¿Lo prometes? - Sí. - Pues yo juro recordarte...