Capítulo 78

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- Buen día.

- Hola.- dije con voz de recién despertada ocultándome la cara en la almohada.- No quiero hablar.

- No te iba hacer hablar, te iba a decir que bajaras a desayunar conmigo.

- No quiero.

- No seas pelotuda y salí ya de la cama.- dijo desarropándome y yo resoplé.

- Higuain, no quiero salir hoy de la cama.

- Ya, pero es que es mi cama.

- ¿Me estás echando?

- ¿Si digo que sí te vas?

- No.

- Pues son te estoy echando, ahora te mueves.

- ¡No quiero!- dije como niña pequeña y el que resopló ahora fue él.

- Vos me has obligado.

Y sin decir nada me levantó de la cama a la fuerza, subiéndome con sus brazos y poniéndome de pie, apoyando su pie sin hacer fuerza. Intenté volver a la cama, pero me agarró por la cintura y me frenó como pudo.

- Déjame.

- Vale.

Me llevó, arrastrando su pie lesionado, hasta el baño para dejarme ahí encerrada hasta que me arreglara para bajar. Intenté salir, pero no pude así que hice lo que me dijo y me peiné, me lavé la cara y coloqué mejor mi ropa.

- Ya está.

- A ver.- abrió la puerta y me crucé de brazos.- Vale, podés irte.

Quise volver a la cama, pero me agarró de la mano y cuando le miré negó con la cabeza y yo resoplé yendo con él, que estaba apoyado en una muleta, hasta fuera de la habitación. Bajé al bufet libre del desayuno y no comí mucho, no tenía fuerzas para eso.

- Martina, come, tenés que comer.

- No tengo ganas, Higuain.

- Pero... dejá de pensar en él como él ha dejado de pensar en vos y comenzó a vivir.

- ¿Qué?

- Dale, me cansé de verte así. Siempre andabas triste aunque lo ocultabas, yo sé cómo te sentías y Martina, no podés seguir así.

- Pero yo le...le quiero.

- Ya, pero tenés que olvidarlo si es lo que él ha hecho.- me costaba admitirlo, pero tenía razón. Era hora de olvidar a Paulo Dybala.

Le sonreí y asentí con la cabeza, empezando una nueva vida intentando olvidarle. Terminé de desayunar y me despedí de Higuain, tenía que ir a mi casa.

- Buenos días.

- ¿Dónde dormiste?- preguntó Roc.

- En la habitación de Higuain, no tenía ganas de irme y...y me quedé.

Le sonreí y subí para buscar algo que ponerme e irme a duchar. Terminé y bajé para quedarme con Miguel y Roc en el salón, jugando a la Play con ellos hasta la hora de comer donde les dije de salir fuera y aceptaron.

Después de la comida dimos varios paseos antes de volver a la casa, donde los dos se cambiaron de ropa para irse con sus novias y volver a dejarme sola, con Kiara.

Pero algo pasó por mi cabeza y busqué entre mis cosas hasta encontrar el papel con su número, lo puse en el móvil y llamé.

- ¿Sí?

- Matías, soy Martina.

- ¡Martina! Qué bueno que llamaste, ¿Pasa algo?

- ¿Podemos vernos?

- Claro, ¿Cuándo?

- Esta noche.

- Vale, te recojo a las diez y vamos por ahí, ¿Te parece?

- Claro, nos vemos.

- Adiós.

Y terminé la llamada. Tal vez esto sea tropezarse con la misma piedra o tal vez no, tal vez pueda vivir con él ahora lo que no vivimos cuando tocó.

Jugué con Kiara todo el día y cuando estaba anocheciendo, la saqué a pasear. Volvimos a casa y me duché, arreglándome para salir. Bajé y justo acababan de entrar Roc y Lucía.

- ¿A dónde vas?

- Salgo.

- ¿Y los demás?

- Yo sola.

- ¿Tú sola?

- Roc, aquí, yo soy la hermana mayor así que no te preocupes, estaré bien.

Le sonreí y me despedí con la mano de Lucía antes de salir de casa. No quería que Roc le viera, así que decidí esperarle fuera y por fin apareció. Cabizbajo, con sus manos en los bolsillos de su pantalón negro que conjuntaban con sus zapatos, pero su camiseta de botones era blanca.

- ¿No se suponía que tenías que estar dentro de casa?- preguntó sonriéndome y yo reí.

- Mi hermano está dentro.

- Ya, entiendo.

- ¿Nos vamos?

Asintió con la cabeza y comenzamos a caminar mientras hablábamos. Llegamos hasta un restaurante y él invitó a la cena, después ofreció ir a una discoteca y allí que fuimos.

Él pidió las bebidas y empezamos a beber, los dos vasos con alcohol, en la barra. Después de una copa más, me invitó a bailar y allí que fui con él.

Pero ni Miguel me manoseaba tanto bailando y eso que era mi mejor amigo y sabía que no haría nada, pero él... A lo mejor era alcohol, pero no paré de sentir sus manos en mí y su aliento demasiado cerca.

- Creo que deberíamos parar de bailar.- le dije frenando el ritmo y me miró confundido.

- ¿Estás bien?

- Sí, pero me cansé.

- Vayamos a sentarnos entonces.

Y aún así no quitó su mano de la cintura hasta que me senté en uno de los asientos que había. Me habló como si nada, como si no hubiera bebido alcohol mientras que yo me sentía fuera de mí e intentaba controlarme.

- Matías.

- ¿Sí?

- Creo que debería irme a casa, no me siento bien.

- Eso es por el alcohol, bebiste mucho.

- Solo dos copas.

- Pues eres un poco frágil al alcohol, vamos.

Él sonrió y nos levantamos, saliendo por fin de allí y pudiendo respirar más aire. Caminamos por la fría noche hasta que llegamos a mi casa.

- Gracias por lo de esta noche.

- De nada, tú me llamaste y yo estoy disponible para ti.- ¿eso iba con una indirecta?

- Ya... nos vemos pronto.

- Eso espero.

Nos sonreíos y entré en mi casa, sintiéndome a salvo de algo que no sabía que era. Tal vez los miedos del pasado volvían, porque me sentía igual que cuando me maltrataba.

Friends (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora