- Hey, tenés mala cara.
- Estoy bien, tranquilo.
- ¿Segura?
- Sí.- suspiré y le abracé.- ¿Qué hiciste hoy?
- Hablar con los pibes, tampoco es que pueda hacer mucho así.
- A veces se me olvida que vas en muletas.
- Gracias eh.
Reí y me senté junto a él en una de las mesas del restaurante donde habíamos quedado, sugerido por mí. Continuamos hablando, aunque en ningún momento me quite de la cabeza a Matías ignorando esa pregunta tan fácil de responder.
- Martina.
- ¿Sí?
- ¿Me vas a decir ya qué te pasa?
- Nada, te lo juro.
- ¿Y por qué tenés esa cara?
- Porque así me hicieron mis padres.- sonreí y él suspiró.- Higuain.
- ¿Qué?
- ¿Piensas que la gente cambia?
- ¿Cambiar de qué?
- Cambiar de su forma de ser. Pasar de amoroso a frío o al revés, ¿Crees que la gente cambia?
- Si se dieron cuenta de su error, pueden cambiar si es lo que quieren. Si se lo proponen, todo lo malo puede irse.
- Ya...
- ¿Por qué?
- Una duda, tranquilo.
Sonreí e intenté ser más alegre en la conversación. Después de cenar, lo llevé al Retiro a dar una vuelta por el parque, que era demasiado grande. Al ir en muletas, e cansó rápido y volvimos al hotel.
- Vení, te enseño la habitación.
- Vale.
Le sonreí y fuimos al ascensor, saludando a los trabajadores del hotel. Llegamos hasta la segunda planta y fuimos por el pasillo hasta llegar a la que era su habitación. Una cama, sus maletas por un lado, un gran armario, un baño propio y una ventana que daba al patio del hotel donde había una piscina, que ahora no se utilizaría.
- Mira, Cuadrado está llamando por Skype.
- Acepta la llamada, yo me voy a cambiar la venda.
- Vale.- me senté en la cama con el ordenador en mis pierna soy acepté la llamada.- Hola Cua...
- ¿Martina? ¿Qué haces tú en la habitación de Higuain y con su ordenador?
- Eh...lo acompañé y se está quitando la venda para cambiársela.- no miraba a Cuadrado, miraba al chico que estaba a su lado, que también me miraba con el ceño fruncido.- ¡Higuain!
- Va, va...- se acercó todo lo rápido que pudo y se sentó a mi lado. Miró a la pantalla y luego a mí.- Hombre, Cuadrado y Paulo.
- Hey.- dijo de mala gana Paulo, saliendo de la cámara.
- Vaya humos tiene el pibe.
- Sí, está muy tonto hoy.- sonreí levemente a Cuadrado, sabía que era por mí. Todos lo sabíamos.
- Bueno...
Empezamos a hablar desde ese momento. Aunque lo que yo más hacía era fijarme en Paulo, que se le veía un poco aunque no quería. Y dolió, dolió verle y dolió verle sonreír y reír mientras hablaba con alguien por el móvil.
Sí, de un momento a otro estaba celosa y eso que no suelo ser así. Así que intenté fijarme en la conversación con Cuadrado, por suerte aquí estaba Miguel para llamarme.
- ¿Sí?
- Pon el altavoz.
- Pero...
- Ponlo.
- Vale, vale...- miré a Higuain, que tenía cara de confundido y lo hice.- Ya.
- ¡¿Se puede saber dónde estás?! ¡Te vas a trabajar, llamamos y nada y encima te habrás ido de fiesta con Higuain y ala, a emborracharse!
- Migue...
- ¡No, así no! ¡Vale que quieras salir estos días pero a ver, tampoco para irse sin llamar!
- No estoy...
- ¡En casa, eso lo sé!- todos me miraron, incluso Paulo. Higuain aguantándose la risa.- ¡Vale que estés llorando por las esquinas, pero es que es tarde, Martina!
- Miguel, por favor...
- A ver, Martina, mucho corazón roto tienes tú para no haber visto a hora y ver que es tarde.- Higuain estalló en risa, como Cuadrado, mientras que mis mejillas se enrojecían y Paulo me miraba sorprendido.- ¿De qué se ríe el pipa?
- De que eres tonto, adiós, ahora voy.-y terminé la llamada.- Me tengo que ir, chao.
- Chao, chao...
Salí de la cama casi cayéndome por la vergüenza que tenía. Miguel le acaba a de decir que le echaba de menos en toda su cara. Higuain no paró de reírse hasta que me marche de la habitación.
Y sí, era muy tarde así que no tenía otra que buscar un taxi. Caminé un poco hasta ver a uno cerca y levanté mi mano para que parara y eso hizo.
- A... hola Lléo, pensé que no era mi zona.
- Me cambiaron mi zona, ¿Al mismo sitio de siempre?
- Sí, por favor.
Arrancó el coche mirándome de reojo por el retrovisor hasta que estuvimos en la carretera. Evité mirarle y me fijé en Madrid por la ventanilla, hasta que el coche se paró.
- ¿Qué pasa?
- Semáforo en rojo.
- Ah.
- Martina.
- ¿Sí?
- ¿Por qué no perdonas a mi hermano?
- Oh dios...
- Solo respóndeme a eso y te dejaré.
- Porque me hizo mucho daño, Lleó, solo es eso. No le busques otra cosa, simplemente no puedo perdonar a alguien que me hizo tanto daño y por tanto tiempo.
- ¿Y los buenos recuerdos?
- Machacados por los golpes que me daba.
- Ya...
- Lleó, yo soy la primera que le hubiera encantado seguir con él, llegar a más, poder incluso casarme con él. Pero todo lo bueno se acabó en cuanto se convirtió en aquel monstruo.
No dijo nada más, supongo que con eso tenía lo que quería. Saber que seguía enamorada de él cuando pasó aquello. Me llevó en silencio hasta mi casa, le pagué y salí.
- Ya llegué.
- ¿Dónde estuviste?- solo estaba Miguel, supuse que Roc se durmió ya.
- En la habitación de Higuain, hablando con Cuadrad y también estaba por ahí Paulo cuando dijiste todo eso, ¿Por qué querías que pusiera el altavoz?
- Para quedarte en ridículo, pero veo que hice más que eso, ¿Cómo volviste?
- El hermano de Matías me trajo.
- El taxista.
- Sí, por cierto, te has lucido eh.
Le dejé solo en el salón, cené en la cocina y subí a cambiarme y dormirme.
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Friends (Paulo Dybala)
Fanfiction- ¿Te quieres casar conmigo? - Por supuesto que sí, Bruno. - ¡Genial!- sacó un aro de gominola de la bolsa y me lo puso en el dedo.- Seremos felices por siempre y juro amarte hasta el final. - ¿Lo prometes? - Sí. - Pues yo juro recordarte...