7. ALEXANDRA

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-Déjame ayudarte-. Dice saliendo rápido del coche para abrirme la puerta. Está nervioso, puedo notarlo. Son la una de la madrugada, ha engañado a Martha para ayudarme con esto.

-Puedo sola-. Murmuro apoyándome en él.

-Estas muy débil, Alexandra-.

-¿Puedes coger en brazos a Wen?-.

-Claro-. Dice sonriente dejándome apoyada en el coche. Se inclina en los asientos de atrás y sale de nuevo con Wen en sus brazos.

Sus ojos brillan como nunca lo habían hecho mientras mira a Wen dormida, su boca está fija en una pequeña sonrisa de satisfacción y felicidad. Jamás pensé que vería esta estampa que tanto he imaginado, es más bonita que en mi cabeza. Me mira todavía con una gran sonrisa, no puedo evitar contagiarme por su felicidad.

-¿Vamos?-. Sujeta con un brazo a Wen y me cede el otro para que me aguante en él. -Lo he arreglado lo mejor posible todo-. Sonríe nervioso.

-Seguro que está bien-. Noto una mezcla de miedo y añoranza porque abra esa puerta. Nunca pensé que volvería a entrar a casa.

En cuanto abre la puerta una ola de recuerdos me abruma sin piedad, noto mis piernas temblar y mi respiración nerviosa acompañada de mi corazón que late con demasiada fuerza. Me aferro con fuerza al brazo de Alex, tan fuerte que incluso creo que le hago daño. Los recuerdos me inundan sin dejar que ninguno de mis sentidos hagan su función real. Recuerdo buenos momentos que había olvidado por completo gracias a Ian y a sus terribles sesiones de maltrato psicológico que prefiero no mencionar. Recuerdo a Ian y como me sacó a rastras de casa con una pistola a la espalda.

-¿Estás bien?-. Susurra preocupado.

-S-sí-. Titubeo. -Solo necesito tumbarme-. Me mira un segundo preguntando por Wen. -Déjala arriba en la habitación que vaya a dormir yo. Quiero quedarme en el salón-. Miro por encima del hombro de Alex el salón con nuestro sofá.

-Enseguida vuelvo. Túmbate-. Voy al salón dejando que esos recuerdos vuelvan a mi mente lentamente, algunos son tan difusos que me veo obligada a descartarlos cuanto antes, no quiero entrar en pánico ni tener uno de mis ataques de "recuerdos oscuros". Llego al sofá después de lo que ha parecido una eternidad, pero antes de sentarme me acuerdo de nuestra playa y del balcón que hay fuera. Abro la puerta con una gran debilidad y consigo salir fuera. Me apoyo en la barandilla de madera exhausta. El sonido del mar me tranquiliza. -Wen está dormida-. Se pone a mi lado. -Tú deberías tumbarte-. Murmura preocupado. Las pruebas han detectado algo que no es nada normal en mi interior que ya hace tiempo que está pero los nervios y el estrés han provocado que vaya a mas y por eso estoy tan aturdida y cansada, además, esta brutal paliza de Chuck ha hecho que todas mis fuerzas se esfuercen en controlar el dolor de los golpes de Chuck y dejar a un lado lo que sea que tenga dentro corriendo por mis venas.

-Solo unos minutos más...-. Susurro. -Pensaba que no volvería nunca más aquí-.

-Yo también lo pensaba-. Confiesa. -Pero me alegra que estés aquí-.

-A mi también me gusta estar aquí-. Aunque algunos recuerdos de esa ultima noche son algo terribles.

-Vamos, te prepararé algo para cenar-.

-Es tarde-. Inquiero. Además, tengo el estómago cerrado, no tengo nada de apetito, son demasiadas cosas las que tengo que asumir y de las que me tengo que preocupar... por no hablar de que cuando Chuck despierte será terrible, no sabe quien le ha dado esa terrible paliza que puede que le cueste un ojo, así que me acusará de haberlo traicionado o de haber provocado eso que se a buscado el solito.

-Pero en el hospital no has probado bocado y tu salud no te permite el lujo de no comer-.

-Está bien-. Cedo.

SOY ALEXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora