No quiere decirme el porque vamos a dar un paseo con su barco, no sabía que todavía lo tuviera y menos aquí, en Long Beach. Pero me centro en lo importante. Sus besos, su tacto, sus caricias y su cariño.
-Puedes quitártelo-. Mira mi pañuelo.
-No-. Le doy un beso en los labios para que desista. Pero es insistente.
-Cielo. Quiero que estés cómoda-. Nunca se lo he confesado y sabe que tengo que decirle algo. -¿Por qué te lo pones aunque estemos tu y yo?-.
-Me lo quito para dormir-.
-Sabes a que me refiero-.
-Te enamoraste de otra chica-.
Que no tenía cáncer y conservaba una estupenda melena.
-No. Me enamoré de ti-. Sus manos van a mi pañuelo. -Me encantas de cualquier modo-. Me quita el pañuelo. Estoy mejor, tiene razón, más cómoda.
-Me miras con buenos ojos-.
-No. No te mientas a ti misma. Eres la mujer mas sexi que he conocido-.
Suelto una risa algo más relajada.
-Eres muy bueno conmigo, cielo-. Le doy un beso en los labios algo lento.
Quiero que empiece a mentalizarse de lo peor. Quiero que se prepare para lo que se le viene encima... estoy de cuatro meses, espero llegar a los nueve. Pero sé que no pasaré de los diez, eso si lo consigo. Es evidente que él intenta hacerlo ameno, pero me gustaría saber que piensa realmente. No va a decirme que voy a morir seguro, por que es prácticamente imposible de que se ve capaz y lo conozco, ni siquiera lo ha pensado.
Pero mis otros médicos me han dicho que con suerte pasaré el embarazo y un corto período dándole el pecho a mi bebé, luego me iré. He pensado mucho sobre eso, debería hablarlo con Alex. Hablar del todo el tema legal, hacer ya mi testamento... debería hablar con él de que puede buscar otra esposa. No quiero que se quede solo... mis cartas lo ayudarán, pero tiene que saber que yo quiero de verdad, tiene que escuchar como yo se lo digo.
-Quiero hablarte de algo-.
-No me gusta ese tono-. Hace una mueca.
-He empezado a pensar en mi testamento-.
-No, Alex-. Dice tajante.
-Escúchame. Tienes que prepararte por si pasa. Los médicos no son muy optimistas, lo sabes-.
-Pero a mi me dan igual los médicos-.
-Deja de comportarte como un niño pequeño, cielo-. Digo con mi tono mas dulce. -Quiero que cuando yo me vaya seas feliz. Tendrás a tres monstruitos corriendo arriba y abajo-.
-Deja de hablar de que te vas a morir-. Vuelve a decir. -No puedes decirme que vas a morir cuando todavía hay esperanzas-. Es que no las hay... aunque encontráramos a un donante... ya es demasiado tarde.
-¿No vas a dejarme hablar?-.
Alex coge aire y me mira con enfado y tristeza. Lo conozco demasiado bien como para saber que hay mas tristeza que enfado.
-¿Qué más quieres?-.
-Eres joven y muy guapo. Podrás encontrar a una chica...-.
-Basta ya-. Ahora si que se ha enfadado. -No estás muerta. No lo estás. Y soy incapaz de verme amando a otra mujer que no seas tu. Eres la madre de mis hijos. Eres la mujer que he querido toda mi vida. No vas a morir, no buscaré otra chica ¿Me oyes? ahora te agradecería que dejaras el tema-.
-Lo siento-. Suspiro algo cansada. -No te enfades-.
-Sí, me enfado-.
-Cielo...-. Pongo mis labios sobre su cuello. Lo veo sonreír un poco. -Sabes que te quiero y soy precavida...-. Le doy un breve beso en el cuello. -No te lo volveré a mencionar-. Lo escribiré en una de esas cartas. -Cielo...-.
-No puedes chantajearme así-.
-No es chantaje-. Digo divertida.
-Consigues lo que quieres-. Me mira con una sonrisa pícara. -Ven aquí-.
Me da un beso tremendo. Increíble. De cine ¿Qué digo de cine? es un beso que me deja sin aliento, sin ganas de querer otra cosa durante el resto de la noche que no sean sus labios. Siempre ha besado de maravilla, pero es que cada beso que me da me parece mejor que el anterior. Sus labios son posesivos pero a la vez dulces. Son fuertes pero tan suaves que es como si me acariciaran con una pluma sobre ellos... sus manos mientras me besan son pervertidas y cariñosas. Es así como una mezcla de amor y perversión que lo hace todo mas bonito y divertido.
-¿Cómo puedes besar tan bien? Alexander-. Imaginarlo besando a otra me pone enferma. Pero sé que eso sería más que egoísta por mi parte.
-Soy bueno con las cosas que hago-. Me guiña un ojo. -Y con las cosas que me gustan. Por eso nuestro sexo es increíble-. Suelto una carcajada. Al abrir los ojos lo veo mirarme con una sonrisa dulce. Es como esa sonrisa que me echó una vez, cuando me escapé con él cuando su padre quería adoptarme. Me miró de esta manera. Dulce, sincera, cariñosa. Como si lo fuera todo para él.
Llegamos a su isla. El corazón se me acelera al recordarlo. Nuestro primer beso... lo recuerdo como si fuera ayer... después de aquel beso todo fue a mas, no solo nosotros, nuestros sentimientos.
De nuevo vuelve a sorprenderme. Esta vez hay una manta enorme en el suelo, de color blanca, velas al rededor, miles de ellas... hay... flores pequeñas de color azul, mi flor favorita, campanillas azules, por encima de esa manta y por la arena... El aroma que hay, mezclado con el del mar es increíble. Es un paraíso...
-Alexandra-. Me giro y lo veo mas nervioso que hace unos minutos. -Nos conocemos prácticamente de toda la vida-.
-Vas a dejarme-. No, no tiene sentido si en el barco...
-No me interrumpas-. Me roba un beso. Carraspea y vuelve ha hablar. -Nos conocemos prácticamente de toda la vida. Fuiste primero, la primera niña que me miró como a una persona, como a alguien igual. Me enseñaste a leer e incluso me ayudabas con otras cosas que era incapaz de hacer. Eras mi familia. Nos separamos y nunca había podido dejar de buscarte, no pude imaginarme ni por un segundo mi vida sin ti, conservé esa foto y la sigo guardando. Cuando te encontré, no sabía que eras Gu, no sabía que eras mi familia, pero supe, des de el momento en que te hice perder esa apuesta, en el primer momento que te vi... que quería pasar toda mi vida contigo. Hemos pasado mucho, el peor momento de mi vida fue cuando te di por muerta, cuando ya no estabas. No puedo imaginarme una vida sin ti y jamás podré volver a imaginarla, es demasiado dura-. Me seca unas lágrimas que ruedan por mi mejilla y me sonríe. -Me has dado una hija, has aceptado a un hijo como si fuera nuestro, vas a darme otro hijo. Me has dado una familia, algo que nunca he tenido, me has dado cariño, amor y fuerza. Me has hecho mirar el lado bueno de las cosas... me has dado tanto... que no sabría que hacer sin ti. Te quiero. Te amo. Jamás podré amar a otra mujer como te amo a ti-. Hinca una rodilla en el suelo, se mete la mano en el bolsillo y saca un estuche de terciopelo. -Eres mi familia. Eres mi hogar. Eres todo lo que siempre he querido. Alexandra Derricks ¿Quieres casarte conmigo?-.
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SOY ALEX
Teen FictionElla es Alex. Él es Alex. Ella tiene ocho ciudades a su espalda. Él siete. Pero no sólo tienen el nombre en común, si no, una ciudad del pasado donde los dos siguen buscando algo que les haga sentir lo mismo. Venganzas, asesinatos, familias comp...