-Alex... cielo...-. Sus ojos se llenan de lágrimas. -Te juro que nada me gustaría más, he querido esto des de que te conocí, pero no puedo-.
-¿No puedes?-. Decir que todo se me echa encima seria poco comparado con lo que siento. No acepta por qué no quiere, no acepta por qué no cree que pueda.
-Alex, estaré viva lo suficiente para tener a nuestro hijo...-.
-¡No digas eso!-. Las palabras se me hacen un nudo en la garganta. Me levanto e intento aguantar el equilibrio.
-Alex, por favor-.
-¿¡Por qué sigues haciéndolo!?-. Sollozo. -¡No puedes seguir haciéndome esto!-.
-Vamos a casa, Alexander. Por favor-.
Sin decir mas volvemos a casa. Los niños están durmiendo cuando llegamos, ella no se baja del coche y soy yo quién los recoge de casa de Wilma y Melody. Subo a los niños al coche y los ato en la silla de seguridad. Volvemos a casa y ella coge a Sam.
-Puedo encargarme yo-. Digo de inmediato.
-Todavía puedo-. Dice en un hilo de voz.
Cojo a Wendy en brazos y los subimos a sus respectivas habitaciones. Le doy un beso a mis dos hijos y voy a mi habitación con una sensación terrible en el cuerpo. No va a casarse conmigo por que cree que morirá en poco tiempo ¿Por qué es tan cruel? ¿Por qué me hace esto? no lo entiendo. No puede hacerme esto, me está matando.
Tarda en venir a la cama, me levanto de la cama y la encuentro sentada en el borde de la cama de Wendy, me quedo al margen y la observo. Le canta una nana que hasta el momento me había parecido simple, pero es dulce. Veo algunas lágrimas en su rostro y me siento algo mal por mi comportamiento. Veo como se lleva una mano a su barriga y la acaricia. Me siento aún peor.
Alza la mirada y me ve. Se levanta de inmediato y pasa por mi lado para ir a la habitación. La sigo en silencio. Se desnuda y se pone un fino camisón de seda que le marca la barriga de cuatro meses. Se tumba en la cama dando la espalda al lado de la cama donde voy yo.
No puedo decir nada, si lo digo, serán palabras crueles, serán reproches que ahora mismo no creo que merezca, pero que no puedo controlar por mucho que quiera. Así que me pongo en la cama, la abrazo a pesar de que ella no me lo ha pedido, pero no me aparta, acepta mi abrazo y nos dormimos.
El día es duro en el hospital, trabajo sin parar y es agotador en todos los sentidos. Apenas tengo tiempo de llamarla al medio día, así que no lo hago por mucho que quiera hacerlo, le envío un mensaje que me contesta al cabo de un rato y me hace saber que todo va bien y que no me preocupe por ella.
Acabo con una paciente con la mandíbula dislocada y el hombro fuera de su sitio cuando una enfermera viene corriendo.
-¿Alexander Marin?-.
-Sí-.
-Tu mujer acaba de llegar, me han dicho que eres su contacto de emergencia-.
-¿Acaba de llegar?-.
Me levanto y ella al ver mi cara de alarmada empieza a correr para llevarme con Alexandra. La veo tumbada en una camilla mientras dos enfermeros corren a su lado, vienen de frente.
-¿Qué ha pasado?-. Pregunto al borde de la histeria.
-Posible desprendimiento de placenta-.
Levanto las sábanas que la tapan y veo mucha sangre.
-Ha perdido mucha sangre-. Digo con el miedo en todo mi cuerpo. -Tú, trae bolsas y pide un quirófano-.
-Nos espera todo en el quirófano tres-.
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SOY ALEX
Teen FictionElla es Alex. Él es Alex. Ella tiene ocho ciudades a su espalda. Él siete. Pero no sólo tienen el nombre en común, si no, una ciudad del pasado donde los dos siguen buscando algo que les haga sentir lo mismo. Venganzas, asesinatos, familias comp...