XLI.

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...


— ¿Dónde está Echo-san? Ya debería de haber llegado.

Midoriya examinó su entorno con inquietud; Hacía sólo dos horas que la había visto, y llegaba tarde. Eso era impropio de ella ya que el deseo de ir en búsqueda de Kacchan, se le notaba aunque no hablara.

Era de noche, y allí estaban esperando Yaomomo, Todoroki, Kirishima, Tenya y el primer nombrado. El megane al final, había optado por ir con ellos a salvar a Katsuki.

— Quizá ha tenido algún problema por el camino...—Musitó Shōto con sus ojos entrecerrados, también esperando que apareciera en cualquier momento.

— ¿Habrá decidido no venir al final? Teniendo en cuenta su estado físico...Es lo más prudente —Inquirió Iida. Momo negó, sin creer en esa teoría.

— Ella jamás dejaría de lado a Bakugō—La seria voz de Red Riot lo atrajo—. Es imposible. Algo...Algo ha debido de ocurrirle.

Creati intentó contactar con ella a través de su móvil, pero no contestaba. Con preocupación por esa extraña espera, tragó en seco.

¿Dónde estaba?

— No lo coge.

Deku hizo una mueca. Mas al instante, su móvil fue el que tocó la melodía. Rápidamente aceptó la llamada con la esperanza de que fuera Fujioka, mientras sus amigos lo miraban igual de expectantes.

— ¡¿Echo-san?!

— Izuku, soy Jiro—El susodicho tragó en seco al escuchar su voz por el simple hecho de que si era él quien llamaba, le daba razones para alarmarse—. Escúchame atentamente...

— ¿Quién es? —Preguntó el bicolor deseando tener rápidas respuestas. Aceptando las consecuencias que su próximo acto podría tener, puso el altavoz para que sus amigos pudieran escuchar.

— Echo ha desaparecido.

— ¿¡Qué!? —Exclamaron todos.

Incrédulo, Shōto miró a la nada. Un insólito sentimiento lo recorrió de pies a cabeza al escuchar aquello.

¿Cómo podían haber dejado que eso sucediera?

— Hemos llegado a casa y ella no se encontraba, su móvil estaba en el suelo—Su voz sonaba cansada, por lo que percibieron que estaba corriendo—. Creemos que...

— ¡Voy a matar a esos hijos de puta! —Escucharon de fondo. 

El mismo que gritó fue el ojigris, Satoshi. Éste estaba controlando sus ganas de romperle el cuello a alguien por robarle a su hija nuevamente. Junto a él, se encontraban sus subordinados a la espera de que ordenara moverse. 

Sus dientes chirriaron al pegar un puñetazo a la pared de una calle.

El de gafas carraspeó a través del teléfono.

— Lo que estaba diciendo—Volvió a pronunciar. Los gritos se seguían escuchando a lo lejos—. Suponemos que la liga de los villanos la han cogido, son los únicos que saben donde vivimos.

— ¿Por qué iban a saber dónde viven...?—Susurró la azabache con desorientación.

Izuku y Todoroki no respondieron a su pregunta. Mas esa incógnita, siguió quedándose en su mente. 

— Maldita sea—Chasqueó la lengua el de hielo. Con enfado, sus nudillos comenzaron a blanquearse por su fuerte prisión—. ¡¿Ahora qué?!

— No debéis hacer nada.

Echo | BNHA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora