XXVI.

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...



Miraron embobados hacia la puerta. No pudieron emitir palabra, ni siquiera sabían si era una buena idea decir algo al respecto. 

La imagen de Bakugou y Echo entrando a la clase con el cuerpo lleno de tiritas y vendas, era lo suficiente como para sumirla en el silencio más absoluto. 

Hasta que la alarma comenzó a saltar en ellos.

— ¡¿Echo-san?!— Gritó Midoriya. Se le cayeron los libros de sus brazos sólo de verlos— ¿¡Kacchan!?

— ¡Madre mía!— Las chicas corrieron al lado de la pelilila, observándola con cuidado— ¿¡Qué os ha pasado!?

— Bakugou, tío...— Musitó Kaminari. Kirishima y el de las cintas también se acercaron a él— ¿Te has metido en una pelea? Estás fatal.

De soslayo, Todoroki los contempló en silencio. 

Fujioka sonrió, rascándose la cabeza. Entretanto, el rubio chasqueó la lengua sin poder moverse del lugar; A los dos los habían acorralado por completo, y ahora era un momento de interrogatorio. 

— Yo sé lo que ha pasado aquí...¿Creéis que podéis mentirme a mí con este tema?

De repente, Mineta apareció delante de todos. Los compañeros se miraron entre si y él, rió como un perverso.

— Bakugou...— Señaló al susodicho. Éste frunció el ceño— No sabía que te gustaban ese tipo de prácticas—Se tapó la boca, riendo lentamente—. Tampoco que la tranquila Echo tuviera ese lado escondido...

La del sonido alzó una ceja, moviendo su cabeza sin comprender.

— Oh, no— Tragó en seco Kirishima. 

— Hay que pararle antes de que diga ninguna barbaridad— Adelantó Ochaco. Se giró a mirar a su amiga, pero ésta sólo estaba inocentemente escuchando. 

Pero Katsuki...Era todo lo contrario. Le subía el nivel de odio por momentos y si ese enano seguía hablando, habría una explosión en el recinto. 

El de baja estatura sonrió con más picardía. Sobretodo cuando supo que tenía la atención de cada ser vivo presente en esa aula. 

— Estoy seguro de que ellos dos...

Iba a decirlo. Iba a pronunciar lo que todos sus compañeros temían, pero Tsuyu fue más rápida y antes de que no hubiera marcha atrás, lo ahorcó con su lengua para callarlo. 

— ¿Nosotros qué?— Inquirió Echo en confusión. Ojeó el explosivo, que temblaba por la rabia acumulada— ¿Qué iba a decir?

— ¡Nada importante!— Gritó el de ojos rojos. Todos se quedaron en silencio por el alarido que propinó.  

Echo | BNHA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora