LII.

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Tenía que regresar a su casa, aunque fueran unos minutos. Si nadie la seguía esta vez, sería muchísimo mejor y más cómodo pasar al próximo nivel.

Aunque ya le dejó en claro a Dabi que como volviera a hostigarla la próxima vez que le viera, le quitaría quitaría las grapas de su cara una a una.

Quería ver a su familia.

Y estaba allí, frente a su puerta. Con su alrededor en las flores del jardín. Tenía un nudo en el estómago porque quisiera o no, había pasado un mes desde que estaba con los villanos. Mucho tiempo sin verse, y sobre todo...

Satoshi y ella, todavía no habían tenido la oportunidad de conocerse más como padre e hija.

Tragando en seco y recuperando un poco de valentía, finalmente picó.

Tardaron unos segundos que para ella supieron una eternidad, cuando el rostro somnoliento con signos de recién levantado de su tío, abriendo lentamente, le sacó una increíble sonrisa a la muchacha.

— ¡Jiro!— Su grito lo asustó e hizo que sus ojos, previamente cerrados por un bostezo, se abrieran con fuerza una vez se lanzó a sus brazos.

Casi al instante, obviando la sorpresa de tenerla allí, sus brazos la correspondieron con un deje de clara confusión.

— ¿¡Echo!?— La separó para verla mejor, mirando si tenía algo extraño en ella— ¿Eres tú de verdad? Dime que no eres esa niña loca que chupa sangre.

«Ah, veo que han investigado un poco las singularidades de cada villano. Imagino que habrán estado intentando recuperarme». Rumió, sin poder evitar sonreír más. 

Suspiró, asintiendo a su pregunta.

— Soy yo. 

— ¡Satoshi!— Su sonrisa se agrandó con demasía.

Una vez entró junto a Jiro observó su casa con añoranza. Esos tonos claros, con esas pinturas y esas fotografías ahora reales de su familia, le dejaban un desahogo extremo en su interior. Lo había echado mucho de menos. 

El ambiente allí y donde ahora pasaba sus días, era totalmente diferente.

Se tiró en el sofá como si no lo hubiera hecho durante años, dejando salir un bufido de alivio entretanto su tío se movía con nerviosismo en un círculo. 

— ¡Satoshi, joder!— Exclamó de nuevo— ¡Sal del despacho, tienes que ver esto!

El azabache no paraba de abrazarla hasta el punto de que comenzaba a asfixiarla. Rió varias veces para que le dejara un poco de espacio, pero parecía dispuesto a que su sobrina se desmayara por todo el amor que le estaba demostrando. 

— No puedo creer que seas tú...— Su susurro era muy triste, lo que hizo a Fujioka cambiar la expresión de inmediato. En un suspiro, lo abrazó con fuerza— Te hemos estado buscando por todos lados, ¿Cómo has...?

— ¿Echo?

Velozmente se giró a ver a su padre.

Su rostro era muy diferente a lo usual que estaba acostumbrada a ver; Serio y reservado, incluso algo calculador. Pero ahora, el tinte del desconcierto y un brillo en sus ojos idénticos a los de ella, lo caracterizaban. 

Echo | BNHA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora