Echo | BNHA |

XLVIII.

...

— Shōto...

Sus ojos de cada distinto color observaron con melancolía la silueta que se encontraba delante de él. Llevó su mano hacia ella para tocarla, para agarrarla y pararla. 

Ansiaba hacerlo.

Pero lo único que consiguió fue que la mano de esa muchacha, se desintegrase a su tacto.

— Fujioka...— Musitó con la voz rasgada. Sintió el nudo en su estómago aumentar al observar la mueca de decepción que la contraria le ponía.

— ¿Por qué me habéis abandonado? — Tragó en seco, sin poder moverse más allá— Yo confié mi pasado a vosotros, me habéis dejado sola.

— ¡No es verdad! — Su grito salió con fuerza, casi como si las emociones que hubiera estado guardando salieran en ese instante. Se apresuró a correr para atraparla al verla darle la espalda, pero había algo que lo retenía— ¡Nosotros estamos buscando una forma de salvarte!

Esa sombra, con el mismo físico que ella. Con la misma voz... Aun así, Echo no respondió. Simplemente, siguió caminando hacia adelante disipándose en la nada dejando en Todoroki un sentimiento de culpa que creía por segundos.  Se desesperaba al verla desaparecer, e intentaba, con fallos, liberarse de una vez por todas.

Chasqueó la lengua con rabia.

— ¡Fujioka!

Su cuerpo se levantó de golpe, y consigo la respiración agitada por esa pesadilla. Con los párpados abiertos observó su cama, después su habitación, y poco a poco se iba concienciado de que había sido un sueño.

Pero la sensación había sido demasiado real.

Tragando en seco, se llevó sus manos a su rostro para tapárselo con desaprobación. Sus músculos estaban sudorosos, aunque aún con ese extraño y vil sentimiento, iba normalizándose.

Sólo un sueño, se repetía. 

Ya con el mal humor instaurado en él se levantó a duras penas, dirigiéndose hacia la ducha para volver a pensar con la cabeza fría. Ahí, debajo del agua, permaneció un tiempo pensativo.

— Ha sido más real de lo que parecía...

¿Qué estaría haciendo ahora? ¿Estaría bien? Se lo preguntaba sin cesar.

Su cabello caía junto a las gotas resbalándose por su nuca. Tras pasar unos minutos ahí, salió.

¿Realmente era lo único que podían hacer? Dejar ese problema a la mafia, sin que ellos pudieran hacer ni un mísero esfuerzo. No le parecía buena idea. O más, bien, no quería admitir que deseaba ser él quien la ayudara.

Entendía que estaban en una situación crítica por lo de Bakugō y que no podían permitirse algo similar. Que no tenía que dejarse llevar por las emociones, pero no estaba tranquilo.

Ni él, ni ninguna persona que fuera cercana a Echo.

Todos sus compañeros estaban tensos pese a que hacían ver que todo estaba normal. Sabían que no era así, que alguien a quien atesoraban ya no estaba más a su lado, probablemente pasándolo mal. 

Sobre todo, los que habían presenciado con sus propios ojos cómo Shigaraki Tomura la ocultaba de ellos como si la adolescente fuera alguien que sólo él pudiera tener. 

Salió de su habitación una con su traje de instituto para a continuación, dirigirse a desayunar con poca gana.

— Buenos días, Shōto— Sonrió su hermana en cuanto lo vio aparecer por la cocina.