II.

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...


La de cabello claro sonrió al agarrar el pincel. Contemplaba el lienzo que había comenzado a dibujar con satisfacción, mientras la brisa de aire fresco entraba por el resquicio de su ventana abierta. 

Relajada, empapó la punta con el color magenta, decidida a acabarlo en el mismo día. 

— Echo, puedes ir a...— En cuanto Jiro atisbó a la muchacha dibujando, suspiró con una sonrisa— ¿No lo acabas todavía?

— Me falta poco, ya casi está...— Murmuró, calma. Dejó la brocha a un lado para que no se manchara, prestando atención al hombre— Dime, ¿Qué querías que fuera a buscar? 

El de gafas dio unos pasos hacia ella, curioseando los matices y el dibujo que estaba creando. 

Era un atardecer desde el punto de vista de un águila, la cual sobrevolaba el cielo colorido entre las nubes. 

— Es muy bonito, como siempre...— La ojigris le sonrió agradecida. Mientras tanto, el tutor agarró otros papeles que habían desperdigados por su escritorio, para mirar más— ¿Esta es la chica que conociste, no?— Preguntó, al verla en uno de sus retratos.

— Sí, pero es sólo un boceto— Respondió. Levantándose de la silla, se limpió las manos con la misma toalla que siempre utilizaba para estos momentos. 

Jiro siguió pasando las hojas, parándose en otro dibujo en particular. 

Con una ceja alzada en confusión, le enseñó a la chica interrogativo, otra ilustración. Ella lo observó, despreocupada.

— ¿Este quién es? 

— Es el chico que nos ayudó a Uraraka y a mí en la prueba— Respondió. Le giró el rostro y se acercó a su chaqueta holgada—. No sé cómo se llama...Pero lo preguntaré cuando lo vea. 

— Es un poco...Especial que pintes todo lo que ves— Rumió  el de cabello negro, riéndose con nerviosismo a medida que seguía investigando sus hobbies.  

Ladeando la cabeza, ella le interrogó con la mirada sin saber a qué se refería. 

Él miró el esbozo de un lugar oscuro, donde parecía que sólo habían luces parpadeando debido a que unas estaban encendidas, y otras apagadas. Pero no había nada más que eso. 

Sólo un lugar frío y fúnebre.

Negando con la cabeza, el hombre le sonrió con despreocupación al devolverle los dibujos. 

Echo | BNHA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora