XLVII.

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Pov Echo


Silenciosa de no despertar al cabello de menta que estaba un poco más lejos de mi cama, me escabullí en la habitación que más cerca me daba. La abrí con cautela para que no chirriase y, al ojear meticulosamente que no hubiera nadie, me adentré. 

Cerré otra vez en silencio. 

Busqué por los cajones algo que pudiera ponerme; Casi no tenía ropa aquí, y la mía todavía se estaba lavando. Las manchas de sangre parecían querer seguir ahí. 

Seguí buscando hasta que encontré una camiseta de manga larga de color negro. Inspeccionándola con duda, al final decidí probármela. Me encogí de hombros con despreocupación al notar que me iba bastante grande, las mangas salían de mis manos. 

Pero era lo único que tenía por el momento, ¿De quién sería, de todas formas? 

Antes de irme coloqué todo bien para no levantar sospechas y me dirigí hacia el salón. Observé el húmedo lugar, todavía no había nadie despierto a excepción de Kurogiri. 

— Buenos días. No sabía que eras tan madrugadora. 

En un bufido me recogí mi cabello en una coleta baja. Me senté en un sillón cerca de la ventana, estirándome en él. 

— Buenos días...  

— ¿No desayunas?— Su pregunta hizo que bufara de nuevo. Negué con la cabeza. 

— No tengo hambre— Respondí. 

— Debes recuperar fuerzas— Abstraída en mi propio mundo, toqué la ventana repetidas veces—. No es bueno que estés tanto tiempo en ayunas.

— Kurogiri— Aún de que no lo miré, supe que se sorprendió por el corte de palabra que proporcioné—. ¿Tú sabías que sensei y su doctor experimentaban conmigo? 

El silencio reinó en el lugar. Finalmente decidí posar mi vista en él para aumentar la intensidad en busca de su respuesta, su semblante sólo me observaba con una expresión que no sabría descifrar. 

Agitaba mi dedo varias veces, tocando el frío crista sin rumbo. 

— ¿Lo sabías? —Repetí. 

— No— Apoyé mi cabeza en la ventana, abstraída—. Él no nos dejaba acercarnos demasiado a sus instalaciones. 

— Pero entonces tenías una idea de lo que ocurría—Mi murmuro fue lo único que se escuchó, acompañado de su suspiro. 

— Sólo que te entrenaba para conseguir que te reafirmaras a la liga. 

Quiero creérmelo ya que así sería más fácil. Me sentiría mejor, pero algo en mí lo niega. 

No he podido pegar ojo en toda la noche. No paraba de revolverme una y otra vez, sin concentrarme o dejar mi mente en blanco. Echo de menos a los demás. Estar en la escuela, bromear con mi tío y ver a mis amigos...

Supongo que más que nada, echo de menos como era todo antes. 

— ¿Llevas puesta mi camiseta? 

Me giré hacia atrás para mirar a la persona que acababa de aparecer por la puerta. El chico de las cicatrices me miraba circunspecto. 

Ojeé la prenda mientras me la tocaba.

— ¿Supongo?—Expuse con calma— He entrado en la habitación que tenía al lado y la he cogido prestada. 

Echo | BNHA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora