Echo | BNHA |

XLV.

Pov Echo

— Mira quien se ha despertado...

Con dificultades al moverme, sin ansiarlo, crují mi cuello varias veces antes de ponerme derecha o siquiera dejar de tener los párpados cerrados.

Esa voz la he escuchado antes... 

Los fui abriendo para acostumbrarme a la luz y mirando al frente con lentitud, justo donde había sentido que hablaba, mi vista borrosa fue haciendo más nítida la sombra que había ahí. Una vez senté mi cuerpo, me lo quedé observando. 

Él me dedicó una simple mirada. 

— El Freddy Krueger.

— Mi nombre es Dabi, chica gritona—Corrigió con sus brazos cruzados. Su pierna estaba encima de la otra—. Apréndete mi nombre, me verás a menudo. 

Puse mis ojos en cada extremidad y me fui examinando, hice una mueca cuando me vi cubierta a cuerpo entero en vendas.

Parece que los vendajes ya forman parte de mí, como si fueran otra prenda de ropa más. 

En un suspiro repleto de aturdimiento, me toqué la frente. 

— ¿Qué ha pasado...? 

— Toga te inyectó varios sedantes y llevas tres días dormida— Lo ojeé de soslayo con seriedad, sólo escuchando—. Tu cuerpo había dado de más, ha tenido que recuperar todo lo que has jodido.

— ¿Quién es Toga?— Me limité a preguntar.

— La loca de pelo rubio.

Ah, vale. 

Analicé mi entorno para ver lo que me encontraba, sin dejarme un ápice del nuevo lugar; La habitación no tenía ventanas al exterior a excepción de una que se encontraba detrás del villano. Los colores marrones y grises predominaban al menos en esa sala, con un tono gastado, casi maltratado. A parte, parecía haber lo esencial. 

Un escritorio y la cama. El chico estaba justo frente a mí, en la silla que pertenecía a lo primero dicho. 

Los ojos claros de ese hombre se encontraron con los míos al anonadarse de que investigaba cualquier cosa que pudiera utilizar a mi beneficio. Me mantuve serena, sin mostrar ninguna expresión.

— No podrás ni ponerte de pie aunque quieras—Arrugué un poco la nariz ante su comentario. Alzó el mentón, él no dejaba de observarme—. Estás demasiado débil.

— Tú sólo espera a que me recupere.

— ¿Eso es una amenaza? — Una arrogante sonrisa apareció en sus labios. 

Lo ignoré. Decidí no responder a su mofa y por el contrario, puse mis pies en la superficie para levantarme. Al ponerme de pie noté mi tambaleó, teniendo que aguantarme en el lo más cercano para no caer, mas decidí seguir. 

Di un paso, poco después y con cautela di otro. Pero seguidamente, mi pierna izquierda falló.

Sin embargo, mis párpados se entrecerraron de manera automática para recibir un impacto que no llegué a notar contra el pavimento. En cambio, sentí una mano sujetándome por la cintura y rodeándome el estómago. 

Roté mi cuello en dirección a la persona que lo había evitado, tragando en seco al encontrarme su rostro más cerca de lo que me hubiera esperado o deseado. Sus agudas orbes me contemplaron con potencia. 

— ¿Estás sorda o es que te gusta demasiado besar el suelo? 

Con delicadeza le quité la mano que tenía puesta en mí, reincorporándome.