XXXIII.

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...


— Ponle el bozal. 

La niña no tenía movilidad. Ni siquiera una oportunidad par poder negarse, pero ella aun así le pedía que no con la cabeza y se revolvía con lo que podía. 

—No más—No sabía cuántas veces había tragado saliva, no podía casi moverme tanto por el bloqueo en su cuerpo, como por su agotamiento mental— Sensei...Suéltame, por favor. No volveré a intentar escaparme.

Ignorando las súplicas de esa inocente de cabello corto como si de un muñeco se tratara, ese anciano le obstaculizó la boca como ya era costumbre. Un día más, lo mismo ocurría.

Todo, por cómo lo decían, seguridad de que no gritase. Esas eran sus palabras; Si hacía uso de sus singularidad, no habría forma de dejarla quieta. 

— Eres una niña bastante egoísta, eh— Rió All for One. Echo se mordió el labio—. Ni siquiera sientes dolor, esto es por un bien mayor.   

Perdió toda esperanza de que ese día fuera diferente. De que no la llevasen a la celda o a ese cuarto donde ni podía entender lo que hacían con ella por tantos aparatos que había a su alrededor. Por lo tanto, sólo agachó la cabeza para demostrarlo. Con la vista perdida, dejó la mente en blanco. 

El villano sonrió al presenciar cómo su ilusión se desvanecía de sus ojos. 

— Doctor, ya puede hacerlo. 

La pequeña de once años no quiso combatir más. Se quedó ahí sin ninguna otra opción, sin sentir nada de lo que hacían con ella. Y eso, para ella, era una de las razones que más detestaba. 

Lo único que llegó a ver fue una aguja bastante larga mientras se acercaba ese anciano con aquello en mano. Como no notaba nada, sólo se imaginó que le habría pinchado con eso.

Y una pregunta le vino a la mente, como siempre; ¿Por qué no lograba sentir nada?

Ese hombre sin rostro al que ya estaba tan acostumbrada le levantó el mentón con una falsa preocupación increíble. Una ternura tan arrogante y tétrica que casi hacía que se lo creyera. No poseía ojos, y la mayor parte de su cara estaba desfigurada...Pero su sonrisa maquiavélica y soberbia se incrustaron en las retinas grises de la chica. 

A pesar del bozal que le ocultaba la boca, ella hizo un gran mohín. 

— Ya sabes a dónde irás si te portas mal, ruiseñor. No puedes obstaculizar mi avance.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo al imaginarse nuevamente en esa habitación a oscuras en completa soledad. Sin Toshi, y sin su madre. 

Por miedo a volver allí asintió con inquietud. Aún de su vacío de pupilas, de alguna forma ese hombre se las arreglaba para darle miedo a la más joven. 

All for One sonrió.

— Bien...Vas a ser de mucha ayuda— Fujioka no se inmutó por presenciar a su doctor agarrar otro cacharro. No tenía ni idea de qué era, sólo que era más puntiagudo que el anterior—. Con esto, haremos grandes progresos. Te enseñaré lo mejor, Echo. 

Una mentira más que él siempre procuraba que oyera. 

Por puro instinto se encogió en el asiento, sin poder dejar de mirar aquellas tijeras y ese bisturí que se aproximaban a su piel. 

Entornó los ojos con decaimiento, y esperó a que el momento llegase. 

— ¡Echo!

La susodicha se levantó alterada por el alarido que retumbó sus pesadillas. Sus párpados estaban extensamente abiertos y su respiración era agitada, todavía aturdida. 

Echo | BNHA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora