Cuatro

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Ya estábamos terminando las clases, solo nos quedaba un examen de matemáticas.

El año había pasado rápidamente entre risas y juegos. ¡Parece que lo empezamos ayer!

Este curso, era más difícil que el anterior pero todavía me seguía pareciendo fácil.

A Miriam todo se le daba genial, menos las matemáticas, que le costaban un poco y por eso, le ayudaba a entender las cosas y trabajarlas para los exámenes.

-Jo, Ana, es el último examen y quiero sacar buena nota, pero a este paso seguro que suspendo- dijo Miriam con pesar.

- No pasa nada, te voy a ayudar hasta que lo tengas todo tan entendido y practicado que pondría mis piernas en el fuego a que sacas un diez- la tranquilicé.

- A ver, mira, esto es un medio porque es la mitad y esto es un cuarto porque es una parte de las cuatro que hay en total ¿Lo entiendes?- expliqué.

- Mmmmm... No, jo, Ana, lo siento, si es que estas tú aquí enseñándome cuando podrías estar estudiando a tu ritmo y ya hubieras acabado-dijo haciendo un puchero.

- No, tranquila, que así lo repaso y encima te ayudo- contesté mientras la abrazaba.

Estuvimos un rato más con matemáticas, pero no había manera de que Miriam lo entendiese.

- Miri, que te parece si vamos a merendar, descansamos y luego nos ponemos otra vez- dije al ver que estaba saturada y que si seguíamos así, no íbamos a avanzar nada.

- Vale, pero dentro de media hora volvemos- contestó seria.

-Que sí tranquila que queda poco.

Fuimos a la cocina a merendar y tuve una idea.

- Marité, ¿puedes cortar el bizcocho en cuatro trozos iguales por favor?-pregunté rezando por que funcionase.

- Claro, toma, os dejo solas que voy a tender la ropa-dijo mientras me lo daba.

- Mira Miriam, ¿ves que he cogido la mitad de los trozos? ¿Sabes qué fracción es?-dije mientras cogía dos trozos con las manos.

-Mmmm... ¿Un medio?- contestó dudando.

-Sííí, y ahora que he cogido un trozo de los cuatro- dije sabiendo que iba a acertar.

-¡Un cuarto!- dijo Miriam emocionada sabiendo que lo había aprendido.

Esa tarde terminamos las dos exhaustas de estudiar, pero felices porque sabíamos que el examen lo íbamos a bordar.

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Hoy era el último día de clases, íbamos a hacer una pequeña fiesta en el gimnasio y nos iban a dar las notas aunque estaba tranquila sabiendo que iban a ser buenas.

- Hola, ¿qué tal?¿Nerviosos?- saludé.

- Nosotros no, pero Raoul está que se muere de los nervios- dijo Mireya riendose, pues todos sabíamos que Raoul iba a sacar buenas notas pero que siempre se ponía de los nervios con el tema Notas.

Había hecho una apuesta con Miriam, quien sacase peores notas debía comprarle una bolsa de chuches a la otra. Sinceramente, a mí me daba igual, porque si ganaba yo las iba a compartir con ella y viceversa, pero así era más emocionante.

-Ana Guerra- me llamó la profesora para que fuese a recoger las notas.

- Gracias- dije mientras las cogía.

No me lo podía creer ¡Todo dieces!, sabía que había hecho un buen curso, pero no me esperaba sacar todo sobresalientes ni mucho menos dieces.

-Miriam Rodriguez- llamó la profe.

- Gracias- dijo Miriam mientras cogía sus notas.

Cuando las vió, se puso a saltar de alegría.

- ¡Ana! ¡Te quiero, te quiero, te quiero!-dijo abrazándome.

- ¿Pero qué pasa?- pregunté asfixiada por el abrazo.

- He sacado todo dieces, pero sin ti no hubiese sido posible, me has ayudado mucho en mates-agradeció.

- Bueno, bueno, bueno, no hace falta que me mates de un abrazo-dije sonriendo.

- ¿Qué hacemos ahora con la apuesta?- pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

- Pues como no ha ganado ninguna....No sé, no sé... ¿por qué no vamos a tomarnos un helado y luego vemos nuestra peli favorita?- dijo Miriam haciéndose la tonta, pues siempre hacíamos lo mismo cuando empatábamos en las apuestas.

-Tengo una idea mejor, ¿por qué no vamos al cine en vez de ver Solo en casa? Hace mucho que no vamos, seguro que nos dejan con estas notas.

- ¡Sííí!

El resto de la mañana pasó rápido, estuvimos jugando al fútbol en el patio y cuando nos cansamos, fuimos a la fiesta y nos hinchamos a chuches y patatas.

-Chicos, adiós, espero que nos volvamos a ver durante el verano, pero si no podemos, nos vemos el año que viene- me despedí de ellos dándonos un abrazo grupal.

-Papá, papá, mira qué he sacado- dije dándole orgullosa mis notas.

- ¡Que bien!¡Esa es mi chica!¡Felicidades! Te lo mereces-me felicitó.

- Gracias. Papi, ¿puedo ir con Miriam a tomar un helado y a ver una peli al cine? Por fi, por fi, por fi, por fiiiiiiii- pedí poniendo la cara con la que conseguía todo.

- Vale, pero sus padres tienen que darle permiso

A Miriam también le dejaron ir, así que quedamos a las cinco y media en nuestra heladería favorita para después ir al cine que estaba al lado.

-Hola preciosa- saludé a Miriam.

- Hola, ¿pedimos lo de siempre?- preguntó.

- ¡Sí! Vamos a la cola-dije mientras me dirigía al mostrador.

- Un helado de aguacate y otro de chocolate, por favor- pedí.

Era nuestra heladería favorita porque era la única que tenía helado de aguacate y yo soy fanática de esa fruta.

Cuando los acabamos, fuimos al cine y elegimos la película de los Futbolísimos, yo había leído varios de los libros en los que se basaba y me habían gustado mucho, por lo que, quería verla y Miriam, como era de fútbol no puso pegas.

Después de que se acabase la película, fuimos a mi casa y cenamos unas Hassambass, que era como habíamos empezado a llamar a las pizzas porque Miri decía que se llamaban así en gallego, aunque yo sabía que también se llamaban pizza.

Hoy nos dejaban dormir juntas por las notas y porque después yo me iba de vacaciones a visitar a mi abuela y después iba a Valencia, donde teníamos un apartamento en primera línea de playa y ella se iba a Galicia a ver a su familia, por lo que no nos veríamos en un mes. ¡Cómo la iba a echar de menos! Pero después, nos pasaríamos el resto del verano juntas yendo a la piscina y jugando al fútbol.

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