What about us

sesenta y dos

Tras despedirme de uno de los pilares fundamentales de mi vida, el fútbol, al menos hasta que me recuperase de la operación, me dirigí hacia la universidad. Tenía que presentar mi baja y además me quería despedir de Amanda, ya que si este curso había conseguido seguir el ritmo de la clase había sido gracias a sus tutorías. De hecho, era la única profesora que conocía mi enfermedad.

Tras firmar mi baja en la secretaría, me dirigí al despacho de Amanda. Llamé a la puerta.

-Adelante-escuché. Entré.

-¿Ana? Creía que hoy no teníamos tutoría- dijo extrañada.

-Creías bien, he venido para despedirme de ti- expliqué.

-¿Por qué?- preguntó.

-Voy a dejar la universidad. Recientemente he tenido una recaída en la enfermedad y he decidido operarme. Se trata de una operación delicada y quiero centrar todos mis esfuerzos en recuperarme.

-¿Entonces no te voy a volver a ver?

-Bueno, si sigues trabajando aquí dentro de unos tres años, cuando me haya recuperado, probablemente volvamos a coincidir.

-¿Te puedo hacer una pregunta bastante personal?- preguntó cautelosa.

-Sí, claro- afirmé.

-¿Cuántas probabilidades hay de que salga bien?

-Bueno... Si te soy sincera... Creo que no muchas. Entorno a un veinte por ciento- contesté.

-¿Y no estás asustada?

-La verdad es que no, pero sí que estoy preocupada por Miriam. ¿Te acuerdas de ella?

-¡Claro! Sí me has hablado miles de veces de esa personita que hace que tu corazón lata más fuerte- dijo con una pequeña sonrisa- ¿Qué pasa con ella?

-Tiene miedo. Cuando le dije que me quería operar, salió corriendo del hospital y no la he vuelto a ver desde entonces. No sé nada de ella, no me ha mandado ni un solo mensaje. Es la primera vez que es ella la que huye de los problemas y, aunque sé que no puedo reprocharle nada, no puedo evitar que me surjan dudas a cerca de nuestra relación. Desde ayer, no dejo de preguntarme... ¿De verdad le merece la pena seguir conmigo con todo el sufrimiento que esto conlleva? ¿No me hace la persona más egoísta del mundo el querer estar a su lado hasta el final, aun sabiendo que soy yo la que se va y es ella la que se queda aquí? ¿Estoy tomando la decisión adecuada? Ayer lo veía muy claro, sin embargo... Al no ver a Miriam reaccionar de esa forma, no puedo evitar replanteármelo.

-¿Sabes cuál ha sido una de las constantes más importantes estudiadas por la psicología a lo largo de la historia?- me preguntó Amanda.

Negué con la cabeza.

-El amor, Ana, el amor. Hay una teoría que me gusta especialmente. La desarrolló un psicólogo estadounidense, Robert Sternberg. La teoría caracteriza el amor según tres componentes, la intimidad, la pasión y el compromiso. Según las diferentes combinaciones de estos elementos, surgen siete tipos de amores: el cariño, el encaprichamiento, el amor vacío, el amor romántico, el amor sociable o de compañía, el amor fatuo y el amor consumado. Este último es el único que reúne los tres componentes, es la forma completa del amor. ¿Cómo crees que es tu relación con Miriam?

-Bueno... Está claro que nuestra relación ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. Cuando éramos pequeñas predominaba la intimidad... Aún recuerdo cómo incluso cualquier cosa, aunque fuese la más aburrida del mundo, a su lado era lo más increíble del mundo.

Flashaback

Esa noche Miriam se había quedado a dormir. Estábamos cenando, ella estaba comiendo macarrones, mientras que yo tenía unas feas judías verdes en mi plato. En la comida me las había ingeniado para evitar comérmelas; sin embargo, no había contado con que mi padre en vez de hacerlas desaparecer, me las pondría para cenar. Así que ahí estaba yo, mirando con cara de cachorrillo a Miriam para que me ayudase a deshacerme de ellas y de paso para que me diese un poco de sus deliciosos macarrones.