cuarenta y uno

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-Muy bien, pueden ir entregando los exámenes- dijo el profesor.

Por fin. Por fin había terminado los parciales. Solo había una palabra para describir el primer semestre en la universidad, y esa palabra era "intenso". Había pasado entre libros, apuntes y proyectos, lo cual había sido fantástico, pues estaba estudiando la carrera de mis sueños, mas también había resultado agotador.

A Miriam y a mí nos subieron al primer equipo del triunfo, así que ahora, éramos jugadoras profesionales y cobrábamos un buen sueldo, con el cual podíamos pagar los gastos de nuestra casa. Sí, nuestra casa. Decidimos mudarnos a vivir juntas a un apartamento cerca de la universidad. 

Podría decirse que Miriam prácticamente vivía con mi madre y conmigo antes de independizarnos. Además, nuestros sueldos daban para cubrir todos los gastos de la casa. Pero lo que nos empujó a mudarnos fue una situación un tanto incómoda, en verdad, había sido lo más vergonzoso que nos había pasado en la vida.

Flashback

Me aburría, me aburría soberanamente. Tiré el libro que estaba leyendo a un lado de la cama y me quedé tumbada en ella boca abajo mirando a mi novia. Miriam se encontraba en mi cuarto, concretamente, en mi escritorio, redactando algo muy concentrada. Tenía el pelo recogido en una coleta, el ceño lévemente fruncido y se mordía el labio en señal de concentración. Sabía que debería dejarla trabajando; sin embargo, me aburría muchísimo, ella había estado en esa pose tres horas seguidas y, ¿por qué no? Ella se veía condenadamente sexy.

Me acerqué sigilosamente a ella, coloqué los brazos a su alrededor y le besé el cuello- Amor, deberías descansar- susurré sobre sus labios.

-Canaria, estoy haciendo un proyecto muy importante, necesito terminarlo para la semana que viene y todavía no lo he terminado- dijo ella antes de darme un pico.

-Pero si todavía te queda una semana para hacerlo, descansa un poquito que llevas mucho tiempo así- continué mientras me colocaba sobre sus piernas.

-Ana, por favor- contestó ella apartándome y cogiendo de nuevo el bolígrafo.

-Leona, que me aburro mucho, podrías hacer un descansito. Un descanso que podríamos aprovechar muy bien- le sugerí.

-¡Ya está bien!- exclamó levantándose enfadada- Te estoy diciendo que No. Cada cosa tiene su momento, y ahora es momento de que me dejes hacer el proyecto. Si no puedes entenderlo, te agradecería que te fueses de la habitación y me dejases tranquila.

-¡¿De verdad?! ¿Me estás echando de mi propia habitación?- exclamé indignada- Llevas más de tres horas sentada en esa maldita silla escribiendo sin parar. ¿No puedes parar un rato y hacerme un poco de caso?

-¡Pues no! No puedo dejar de trabajar porque a su majestad le apetezca follar. Yo a diferencia de ti, tengo mucho trabajo que hacer.

- ¿Estás insinuando que no trabajo?

-Yo no he dicho eso- se defendió.

-¿Sabes qué? Quédate ahí con el maldito proyecto, me voy- dije saliendo como una exhalación.

Cogí la correa de Thor y salí a pasearlo para intentar calmarme. No llevaba ni una calle recorrida cuando ya me estaba arrepintiendo de lo que había hecho. 

-¿En serio Ana? ¿Tu novia estudiando y tú distrayéndola? ¿En qué estabas pensando? Además, con lo buena estudiante que es Miriam, ¿cómo no te has parado a pensar antes de actuar así? 

-Joder, que yo no quería molestarla ni mucho menos, solamente quería que me hiciera un poco de caso que me tiene abandonada. 

-No seas exagerada.

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