catorce

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Al día siguiente, después de la conversación con el anciano, me desperté con energías renovadas y lista para ayudar a Miriam y demostrarle que era muy importante para mí.

 Pero, cuando llegué al instituto, no estaba. 

En el recreo me enteré de que se había tenido que poner una vacuna y que le había dado reacción por lo que no había asistido a clases, así que nada más llegar a casa, le envié todos los apuntes y los deberes que nos habían mandado ese día.

Otro día, se le olvidó la comida para el recreo, así que le dí la mía y salí corriendo para que no tuviese ocasión de devolvérmela. 

En los entrenamientos siempre estaba pendiente de ella por si perdía la pelota, estar yo para recuperar la.

 Al principio, ella intentaba ignorar los detalles o no darles importancia, pero después empezó a agradecérmelos con una sonrisa y un abrazo. Pero todavía no habíamos hablado de nuestros problemas. Siempre tenía que empezar yo las conversaciones, y estas eran insustanciales.

Hoy, me desperté con una sensación rara en el cuerpo, algo me decía que hoy iba a ocurrir algo malo, pero no le hice mucho caso y fui al instituto como todos los días. 

El día se desarrollaba con normalidad pero el malestar era cada vez más fuerte. Las clases de la mañana habían acabado y estaba en el recreo con Mimi y Ricky.

- Banana, me estas preocupando. ¿Te pasa algo? Estás pálida- preguntó Mimi cuando ya nos íbamos de vuelta a las clases.

- Chicos, no se que me pasa, pero tengo el presentimiento de que algo malo va a pasar hoy y no sé que hacer. Estoy de los nervios- dije preocupada.

- Ana, intenta tranquilizarte ya verás como no pasa nada y todo sale bien- dijo Ricky antes de separarnos.

 A la salida, la sensación en el pecho seguía y cada vez era mayor, cuando vi a Miriam salir, algo me dijo que la tenía que seguir porque lo malo estaba relacionado con ella, así que empecé a caminar a una distancia prudencial de ella para que que no se diese cuenta. 

Cuando estaba llegando a su casa, escuché unos gritos.

- ¡ Así que tu eres la zorra que está con Pablo! - dijo una voz femenina que no reconocía.

- No, sólo somos amigos- contestó Miriam.

- Ya , eso no te lo crees ni tú. Chicos haced lo que tenéis que hacer, enseñarle que pasa cuando alguien se besa con Mi Pablo- dijo. 

Entonces escuché un golpe seguido de un grito de Miriam y doblé la esquina corriendo para ayudarla. Estaba de rodillas sujeta por un chico y un segundo la estaba pegando.

- ¡Parad! ¡Ella no ha hecho nada malo! Y si está con Pablo es asunto suyo, no vuestro. Para empezar, las personas no son propiedad de nadie, y si Pablo fuese de alguien, en todo caso sería de Miriam. Sois unos cobardes, sois dos tíos de bachillerato contra una chica de segundo- dije mientras le pegaba un puñetazo en la espalda al tío que la estaba sujetando para que la soltase.

- A mí no me tocas niñata- dijo tirándome al suelo de un puñetazo en la tripa.

 Entonces, me levanté y con la adrenalina le pegué una patada en los huevos y me puse delante de Miriam, quien estaba muy malherida.

- Miriam, vete a tu casa y llama a tus padres- dije protegiéndola con mi cuerpo.

- Pero... Ana...- protestó ella.

- ¡Haz lo que te he dicho!- grité levantándola y empujándola hacia su casa.

Prefería mil veces que me hiciesen daño a mí antes que a ella, así que me resigné a llevarme una paliza e intenté aguantar hasta que llegase un adulto.

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