diecisiete

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Habíamos decidido ir a Disney en las vacaciones de Semana Santa. Íbamos a estar en París tres días, sin contar el de llegada y el de salida, dos los íbamos a dedicar a visitar los parques de atracciones y el tercero, íbamos a hacer una visita guiada por la ciudad.

Me desperté cargada de energía, hoy era el gran día. Por fín íbamos a Disney. Hice las maletas y fuimos a buscar a Miriam para ir al aeropuerto.

A medio día cogimos un vuelo a París.

-Leona, ¿estás nerviosa?- pregunté cuando íbamos a despegar.

-Que va- contestó.

-¿Seguro?

-Esta bien, un poquito- dijo levantando la mano y acercando sus dedos índice y pulgar.

-Es normal, es tu primer viaje en avión. 

-Ya, bueno, hablemos de otra cosa que no quiero estar pensando más en eso.

-¿De qué quieres hablar?

-De que vamos a pasar tres noches juntitas, durmiendo en la misma cama... Por ejemplo- dijo susurrándome al oído.

Ya estaba acostumbrada a sus insinuaciones constantes, así que se me ocurrió una respuesta bastante ingeniosa.

-O también podemos hablar de cómo vas a dormir en el suelo si no te portas bien- dije contra su cuello.

Finalmente, despegamos. Se me pasó el viaje rápidamente, como todo lo que ocurría cuando estaba con Miriam.

Cuando aterrizamos, pedimos un taxi para que nos llevase al hotel y, al final, llegamos a este a las nueve. Al ver la fachada me quedé de piedra, tenía una decoración increíble... ¡Parecía un castillo! Y encima, todo estaba iluminado con luces haciendo efectos fascinantes.

Miriam y yo dormiríamos en una habitación y mi padre en otra. Nada más abrir la puerta, fui corriendo a la cama y me tiré en plancha. ¡Dios, que a gusto se estaba! 

Me paré a mirar la estancia y me quedé impresionada. La cama se encontraba en medio del cuarto, a un lado había una mesilla, con una nevera incluida donde había refrescos y en el otro lado estaba otra mesilla con bolsas de patatas y chuches. En frente de la cama había un mueble con una televisión gigante encima y unos cajones muy espaciosos. En una pared había una ventana desde la que se veía toda la ciudad y enfrente de esa pared, estaba el pasillo que iba a la puerta por donde habíamos entrado y que tenía otra puerta que daba al baño. Y, por supuesto, todo estaba decorado con personajes de Disney. ¡Me encantaba el ambiente!

-Canaria, esto es impresionante-dijo Miriam emocionada.

-Y que lo digas. Va a ser el mejor viaje de mi vida.-  dije segura de ello- Además, es el primer viaje que hacemos desde que estamos juntas.

-¿Y el campamento?-preguntó.

-Empezamos a salir en él, técnicamente empezamos sin ser novias, así que no cuenta-contesté-Bueno vamos a deshacer las maletas, que me muero de hambre.

Deshicimos las maletas y bajamos al comedor. Había Buffet libre, así que comimos todo lo que quisimos y más.

Después de cenar subimos a la habitación y nada más acostarnos, caímos rendidas del cansancio. Mañana sería un gran día.

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Me desperté un poco desorientada, pero enseguida recordé donde estaba y se me dibujó una sonrisa en la cara.

Fui a despertar a Miriam, pero cuando la vi, se me olvidó todo, dejó de existir el viaje, el hotel, Disney... Sólo la veía a ella. Me quedé embobada mirándola, tenía una belleza inefable. ¡Era preciosa! No me podía creer la suerte que tenía de contar con una persona tan buena a mi lado.

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