Cinco

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1 año y medio más tarde

Este año estábamos cursando cuarto de primaria. Aunque las clases habían subido de nivel, a Miri y a mí, como nos costaba poco estudiar, ya que aprendíamos rápido, nos seguía dando tiempo para estar juntas solas o acompañadas los chicos.

 Miri y yo teníamos ya nueve años y nos habíamos apuntado al equipo de fútbol del barrio junto con el resto de la pandilla, habíamos conocido a dos chicas muy majas llamadas Amaia y Aitana y nos llevábamos muy bien. Tanto que se habían unido a la pandilla y solíamos quedar todos juntos para jugar al fútbol aparte de en los entrenamientos.

Miriam y yo hacíamos una pareja increíble cuando jugábamos, nos entendíamos sin palabras, solo con la mirada, siempre nos animábamos cuando las cosas se torcían y estábamos estábamos ahí cuando la otra lo necesitaba.

Hoy íbamos de excursión a un museo, estaba muy emocionada porque íbamos a ver un montón de cosas chulas.

Cuando llegamos, lo primero que vimos fueron dinosaurios.

- Mirad, este de aquí es el famoso T-Rex. Su nombre en realidad es Tyrannosaurus rex, vivió a finales del Cretácico hace aproximadamente 68 millones de años en lo que es hoy en día América del Norte. Fue un carnívoro bípedo con una gran cabeza equilibrada con una larga cola y tenía unos miembros superiores pequeños en comparación con el resto del cuerpo, pero muy fuertes, acabados en garras.- explicaba el monitor.

Después de los dinosaurios, llegó el Antiguo Egipto.

- Mirad, este de aquí es el famoso faraón Tutankamón. Fue un faraón perteneciente a la XVIII dinastía de egipto...- explicó.

Dejé de atender al ver semejante obra de arte ¡Que increíble! Me quedé embobada mirándola y cuando me quise dar cuenta, estaba sola en la sala.

Me puse nerviosa y empecé a buscarlos como loca, pero el museo era tan grande que me perdí. Entonces, me cayó la realidad encima y empecé a llorar ¡Estaba perdida en un museo gigante!

Me empezó a dar un ataque de ansiedad que cada vez iba a más, estaba empezando a hiperventilar porque cada vez me costaba más respirar y me estaba mareando cuando apareció Miriam y me abrazó con fuerza.

- Chsssssss, tranquila Ana, estoy contigo y no me voy a ir a ningún lado. Mira, ¿ves el ritmo de mi respiración? Intenta acompasar la tuya a la mía-dijo intentando que me tranquilizase.

- Pero, estamos perdidas en un museo gigante- sollocé.

- No, tranquila, que en la entrada he cogido un plano del museo y sé dónde estamos y cómo llegar a la salida-dijo con una sonrisa tranquilizadora y me abrazó más fuerte- Cuando te he dejado de ver, me he acordado de que te habías quedado embobada mirando a Tutankamón y te he venido a buscar, pero he tardado tanto porque este museo es enorme- me explicó.

Nos quedamos un rato abrazadas hasta que me calmé.

- Jo, Miri muchísimas gracias, no sé que sería de mi vida sin ti, siempre estás ahí ayudándome en todo y preocupándote por mí. Te quiero mucho-dije mientras le daba un beso.

- Ana, tú estás siempre para mí, es lo mínimo que puedo hacer por ti. Yo también te quiero mucho. ¿Qué tal si vamos yendo ya a la salida? Que si no se nos va a hacer tarde-dijo levantándose y tendiéndome la mano.

-Vale, pero por favor no nos pierdas, que me da miedo perderme y quedarme aquí toda la noche con una momia y un dinosaurio- dije con lágrimas en los ojos.

- Tranquila, no va a pasar nada y, si nos perdemos, te prometo que te protejo de todo lo que haga falta- dijo mientras me abrazaba con fuerza.

Y en ese momento, supe que era cierto, que con Miriam nada me podía pasar porque ella siempre iba a cuidar de mí como yo de ella. 

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Ya habían pasado dos meses desde el incidente. Todo en el colegio seguía igual, excepto que ahora Miriam y yo estábamos aún más unidas si cabe.

Hoy era el último partido de liga, si ganábamos, quedábamos primeros.

Cuando llegamos, en los vestuarios, nos dieron una charla motivadora que nos ayudó a concentrarnos y a tranquilizarnos, pues estábamos todos echos un manojo de nervios.

-Chicos, hemos llegado hasta aquí con esfuerzo, talento, trabajo duro... pero sobre todo habéis llegado hasta aquí porque sois un equipo y os comportáis como tal, siempre estáis los unos para los otros y no dejáis de animaros y motivaros. Este partido es importante, pero lo importante es que disfrutéis de hacer lo que más os gusta con las personas a las que queréis. Chicos, si ganáis, genial, pero si no, no pasa nada, para los que os importan ya sois el mejor equipo y eso es algo que tenéis que tener en cuenta. Disfrutad mucho y con la cabeza muy alta, que tenéis que estar orgullosos del trabajo de esta temporada.- dijo el entrenador.

Miré a Miriam y le sonreí agradeciéndole con la mirada esa temporada en la que habíamos compartido tantas experiencias. Iba a disfrutar del partido, pasase lo que pasase, sin preocupaciones.

Empezó el partido, estábamos muy igualados.

En un saque de puerta, Mireya me pasó la pelota y avancé un tercio de campo con el balón controlado, entonces me ragateé a un jugador que me lo intentó robar e hice una pared con Nerea para deshacerme de otro.

Cuando pasé el medio campo, le di un pase en profundidad a Miriam y corrí a la frontal para rematar el balón que ella me había centrado.

Pero, al saltar me empujaron y vi que ya no era posible que rematase de cabeza, así que hice una chilena y marqué por toda la escuadra.
¡No me lo podía creer!

Llegamos al descanso ganando 1-0.
En el segundo tiempo, Raoul, Ago y Amaia hicieron una jugada combinada, que culminó Aitana metiendo gol.

Y casi terminando, hice una jugada ensayada con Miriam, que terminó en un golazo por su parte.

Finalmente ganamos el partido 3-0 y con ello, ganamos la liga.

Después de ducharnos, fuimos a celebrarlo yendo a comer al McDonald's.

-Chicos, quiero daros las gracias por esta temporada increíble. Me gustaría que sigáis disfrutanto del fútbol como hasta ahora y os deseo que lleguéis a ser grandes jugadores, pero también grandes personas. La temporada que viene, subís de categoría a alevín de primer año, así que no os entrenaré yo. Ojalá cosechéis grandes éxitos juntos, pero acordaros de que lo importante es disfrutar cada momento.- dijo el entrenador al terminar la comida.

Cuando nos despedimos de todos, nuestros padres nos dejaron quedarnos a dormir juntas en mi casa para terminar el día de la mejor manera posible.

- Ana. ¿Tú crees que algún día llegaremos a ser futbolistas profesionales?-Preguntó Miriam cuando estábamos acostadas.

- No lo sé, ojalá, es muy difícil porque hay mucha gente muy buena, pero yo creo que si seguimos trabajando duro, podríamos llegar a jugar en una liga profesional, puede que no en primera división, pero en alguna categoría más baja tampoco estaría mal- dije después de pensarlo bien.

Nos quedamos en silencio un rato hasta que se me ocurrió una idea.

- Quiero que hagamos una promesa. Pase lo que pase, quiero que sigamos siendo las mejores amigas del mundo y que hagamos todo lo posible por ser felices y por hacer feliz a la otra, que estemos siempre para cuando la otra lo necesite y que no dejemos nunca de querernos.- dije muy emocionada, con la ilusión de una niña pequeña, pero que tenía muy claro lo que quería.

- Te lo prometo- dijo Miriam abrazándome.

- Te lo prometo-repetí.

Nos quedamos dormidas abrazadas con una sonrisa en la cara.

Espero que os haya gustado. ¿Podéis comentar y votar? Por favor. Como crecen nuestras niñas y que felices son. Me encanta como están siempre la una para la otra. Intentaré subir un capítulo mínimo por semana, pero es que no los tengo ya escritos y hay momentos en los que la inspiración no llega.
Wariam empieza en nada, pero es que me parecen demasiado pequeñas para empezar a hablar de sentimientos.

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