cincuenta y dos

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Los días pasaban. Hacía dos semanas que habíamos regresado a España. Dos semanas en las que nos habíamos recorrido el país para enseñar orgullosas nuestro triunfo. A lo largo de este tiempo había estado bien en el sentido de que no me había dolido la cabeza ni me había mareado, ni mucho menos desmayado. Solamente había tenido un percance, había tenido un pequeño lapsus mental en el que había olvidado por un momento que había jugado el torneo de fútbol en Canarias.

Sabía que eso no era normal, pero no quería pensar mucho en ello, simplemente me había decidido disfrutar al máximo de la experiencia sin preocuparme por nada. Después de todo, me lo merecía y, además, se lo debía a Miriam y al equipo por aguarles la celebración.

Estaba con mi madre contándole lo que habíamos hecho durante estas dos semanas. Aprovechando que Miriam se había ido con Lauren y Camila a dar una vuelta, decidimos pasar un rato madre e hija.

-Entonces, cuando salimos del hotel, apareció una niña pequeña con un cartel que decía: Mapi, eres mi ídola, mi sueño, tu camiseta. En ese momento, Mapi se emocionó tanto que se le cristalizaron los ojos y, por supuesto, le dio una camiseta suya firmada.

-Me alegra que hayáis conseguido llegar a tanta gente, ya era hora de que se os reconociese-contestó mi madre-. Por cierto, el otro día encontré una foto del campamento de primero.

-¿Qué campamento?- pregunté extrañada, no recordaba haber ido a ningún campamento.

-¡Cómo que "¿Qué campamento?"!

-Pues eso, que de qué campamento me estás hablando-volví a preguntar, seguía sin recordar ningún campamento.

-¡Pues en el que empezaste a salir con Miriam! ¡¿Cuál va a ser sino?!

-¡Aaaah! Ya se cual dices, lo siento, es que pensaba que me hablabas de otra cosa. ¿A ver la foto?- pregunté intentando disimular mi confusión.

Después de eso, seguimos charlando tranquilamente, pero no podía sacarme lo que estaba pasando de la cabeza. Tenía que ir al médico ya, pero iría sola para no preocupar a Miriam.

Al día siguiente pedí cita y, tras varios días de espera, fui a ver qué me pasaba.

-¿Ana Guerra?-preguntó el doctor.

-Yo.

-Pase-dijo indicándome que entrase. Era un señor algo mayor con cara afable- Por cierto, enhorabuena por el triunfo- dijo regalándome una sonrisa.

-Muchas gracias.

-¿Y cómo es que tengo el honor de atender a una de las mejores jugadoras del mundo?- preguntó.

-Verás, no sé si estás enterado de esto, pero después de ganar el mundial, me desmayé en medio de la celebración. En París me dijeron que era por la emoción. Me hicieron varias pruebas y dio todo bien, pero últimamente tengo pérdidas de memoria momentáneas.

-Explicate- dijo haciendo una seña para que continuase.

-Por ejemplo, en París le dije a mi novia que me haría muchísima ilusión ir durante la luna de miel a Disney y ella me dijo que ya habíamos estado. Se me había olvidado pero luego lo recordé. Hace una semana me pasó algo parecido con un torneo de fútbol que jugué cuando era adolescente y hace unos días me volvió a pasar con un campamento. No sé que me pasa. Por momento me olvido de las cosas, pero luego las vuelvo a recordar.

-Está bien, te voy examinar para averiguar que te sucede.

-Por cierto, en París también me mareé, pero me dijeron que era por la emoción. No sé si esto es relevante, pero bueno.

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