treinta y uno

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Las dos semanas que pasé en Canarias fueron increíbles.  Jugamos contra los mejores equipos del mundo, entrenamos hasta decir basta... En fin, no dejamos de jugar al fútbol ni un segundo. Además, volví a ver a mi madre, conocí su historia, nos pusimos al día... ¡Hicimos montones de actividades juntas! Hubo momentos buenos y otros no tanto, pero lo importante es que había disfrutado muchísimo del viaje y me lo había pasado genial. Estaba deseando ver a Miriam, darle un beso y contarle con todo detalle cómo habida sus tierras. 

Nos encontrábamos en el aeropuerto, pues en unas horas despegaríamos rumbo a casa y en nada anunciarían el vuelo. Cuando lo anunciaron, nos empezamos a despedir.

-Te voy a echar muchísimo de menos- dijo mi madre con lágrimas en los ojos- Cuídate mucho y, ya sabes que siempre me vas a tener para lo que necesites. Te quiero.

-Yo también te voy a echar mucho de menos mamá. Estate tranquila que no vamos a perder el contacto. Te voy a dar tanto la vara contándote mi vida y mis problemas que vas a acabar hasta la coronilla- dije dándole un abrazo- Además, estoy segura de que nos volveremos a ver... ¡Estoy deseando presentarte a Miriam!

-Hija, yo también estoy deseando conocer a quien te hace tan feliz. Debe de ser una gran persona. Se nota que la quieres muchísimo, cada vez que hablas de ella se te ilumina el rosto y te sale una sonrisilla tonta. Cuídala, no hagas como hicimos tu padre y yo. Estoy segura de que cualquier problema, por muy grave que sea lo vais a poder solucionar JUNTAS- dijo enfatizando la última palabra.

-Me hace muy feliz que la quieras conocer. Te quiero mucho mamá. Cuídate- dije yendo hacia el control de seguridad.

-Blanca, muchas gracias por todo- dijo mi padre- Me alegro de poder tener una relación cordial contigo, quien sabe si con el tiempo surge una gran amistad.

-Gracias a ti Antonio. Estoy muy orgullosa de ti, has convertido a nuestra hija en una gran mujer- dijo ella- Yo también creo que podríamos ser grandes amigos.

-Estas en lo cierto, pasasteis mucho juntos y veo en vuestros ojos que el rencor ha desaparecido. Me alegro mucho por vosotros.- dijo la abuela- Además, Ana es una mujer muy fuerte, con un carácter único. Por no decir que es guapísima. Tiene suerte de teneros a ambos.

Nos subimos al avión y al cabo de media hora despegó. Me maravillé por las vistas que tenía desde mi ventana, se veía la gran inmensidad del cielo con las nubes iluminadas por la luz del sol,me puse a recordar todo lo que había pasado en el viaje y en un momento dado me quedé dormida.

De repente, unos gritos me despertaron. Todo el mundo estaba histérico y no dejaba de moverse frenéticamente en sus asientos.

-¡Ana!¡Ana!- gritó mi padre a mi lado- Ponte como indica el cartel- dijo señalando el cuadro donde estaban las indicaciones en caso de accidente. Y colocándose él igual.

-No puede ser...¡No puede ser! ¿Qué pasa si te sucede algo? ¿Y a la abuela? ¡No me quiero morir!- dije exaltada.

-Hija... Pase lo que pase quiero que sepas que te quiero. Eres lo mejor de mi vida y me alegro de que te hayas convertido en una mujer increíble, estoy muy orgulloso de ti. 

-Yo también te quiero papá. Por favor, no te mueras...- dije llorando- Abuela... Te quiero muchísimo- grité para que me oyese.

-Niña... Yo también te quiero. No te preocupes por nosotros.

Un golpe. Y todo se volvió negro.

Cuando recobré el conocimiento, me encontraba atascada en el asiento con el agua hasta el cuello. Cada vez el agua me cubría más y ya casi no podía respirar, me estaba poniendo histérica y estaba al borde del ataque de ansiedad. Mi hora había llegado, y cuando me di cuenta de ello y lo asumí, me inundó una calma extraña. Si me iba, me iba feliz. Feliz por haber podido vivir una vida tan increíble. Una vida llena de momentos buenos, con mis amigos, mi familia, Miriam...

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