What about us

Doce

Los días iban pasando y no había vuelto a ver a Miriam, cada vez que intentaba acercarme a ella, me ignoraba completamente y hacía como si no existiera.

Mi padre hacía como si no hubiese pasado nada, pues no tocaba el tema, pero estaba muy distante, empezaba a pensar que ni siquiera nos íbamos a ir de vacaciones.

No sabía que hacer, mi vida había pasado de ser perfecta, con una novia a la que amaba con locura y quien siempre estaba para mí apoyándome en los momentos malos y disfrutando los buenos, y un padre que me quería y con quien tenía una relación muy estrecha, a una vida donde había perdido mis dos pilares fundamentales.

Ahora me encontraba con Mimi, pues había regresado ya de Granada.

- Mimi, no se que hacer... ¡Ni siquiera me mira! No me puedo creer que haya sido tan tonta como para hacernos llegar a esta situación, ya no es solo que hemos roto, sino que he perdido su amistad. ¡Joder! Que he perdido los siete mejores años de mi vida- grité desesperada.

- Anita, yo creo que lo mejor que podías hacer es irte con tu padre de vacaciones y a la vuelta intentar recuperar la por todos los medios. Ahora todo está muy reciente, deja que las aguas se calmen- contestó abrazándome.

- Ni siquiera sé si nos vamos a ir de vacaciones, casi no me habla- dije triste.

- Ayyyy, Anita... Solo quiero que no te arrepientas de habérselo dicho a tú padre o te avergüences de lo que sientes, el amor es incontrolable. Ten presente que voy a estar aquí siempre que lo necesites-dijo la granadina.

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Finalmente, nos fuimos de vacaciones a casa de mi abuela.

Intenté disfrutar y pasar tiempo con ella, pero me sentía muy triste e impotente y me aislaba dándole vueltas a cómo había cambiado mi vida y cómo arreglarla.

- Cariño, aunque lo intentes disimular, te conozco y veo que no estás bien. Tu padre y tú estáis muy distantes. ¿Qué pasa?- me preguntó.

- Abuela... Es que... ¿Te acuerdas de que me fui de campamento de viaje de fin de curso? Pues.. El primer día estábamos en clase de interpretación y en un ejercicio Miriam me besó, después de eso nos confesamos nuestros sentimientos y nos hicimos novias- dije esperando una reacción como la de mi padre.

- Pero cielo, ¡eso es estupendo!- dijo emocionada.

- Pero no entiendo tu actitud... ¿Hay algo más verdad?- preguntó.

- Sí... El otro día, quedamos a comer con papá y se lo dije, se fue de casa...  Luego le grité unas cosas horribles a Miriam... Y la he perdido- dije llorando.

- Cariño... Lo siento muchísimo, pero no te rindas, ya verás como las cosas se acaban arreglando. Tu padre no ha sabido afrontar bien tu sexualidad, pero no dudes de que te quiere, y Miriam te sabrá perdonar, pero te has de esforzar por recuperar la- me consoló.

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Un día por la noche, me despertaron unas voces y fui a ver que pasaba.

- Antonio, no puedes seguir así, Ana lo está pasando fatal. Su vida ha cambiado de un plumazo, siente que os a perdido a ti y a Miriam en una misma tarde- oí decir a la abuela.

- Las personas de un mismo sexo solo pueden ser amigas, no debe haber entre ellas algo más que amistad, está mal- contestó papá.

- Hijo, estás equivocado. ¿Quieres a Ana?¿Deseas su felicidad?- preguntó ella.

- Más que nada en este mundo- contestó.

-  Ana no ha cambiado, sigue siendo la misma persona a la que tanto amas. ¿No puedes ver que ella es feliz con Miriam? Antonio, ¿cómo puede estar mal algo que hace feliz a dos personas, sin dañar a las demás? No eliges a quién amas, compréndelo. Hazlo por ti, por Ana, por su felicidad, no podéis seguir así, os estáis haciendo mucho daño... Buenas noches hijo, piensa en lo que hemos hablado- dijo la abuela acariciándole la mejilla.

- Buenas noches- dijo él yéndose a su cuarto.

Corrí a mi habitación y me tubé en la cama, estaba llena de dudas, pero sobre todo resonaba en mi cabeza una pregunta. ¿Algún día podría recuperar a mi padre?
Esperaba que la respuesta fuese afirmativa. Con esos pensamientos me quedé dormida.

El resto de las vacaciones, mi padre cambió su comportamiento hacía mí, estaba menos distante, pero seguimos sin hablar del tema, me había resignado a que papá no aceptase esa parte de mí.

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Cuando regresamos a Madrid, fui a casa de Miriam para intentar hablar con ella y disculparme, la quería muchísimo y no podía dejar que lo nuestro se perdiese por una discusión, pero cuando llegué a su casa me quedé helada.
¡Se estaba besando con un chico!
Me quedé en shock, y salí corriendo a mi casa.

Cuando llegué, fui a mi habitación y cerré la puerta de un portazo tan fuerte que retumbaron las paredes.
Entonces asimilé lo que había visto y me puse a llorar tanto que me empezó a dar un ataque de ansiedad.

Cada vez era más fuerte y me costaba mucho respirar, pensaba que me iba a morir, pero entró mi padre y al verme vino corriendo y me abrazó.

Cuando me fui calmando poco a poco entre sus brazos, empezó a hablar.

- Cariño... No sé que te ha pasado y si no quieres, no me lo cuentes, lo entenderé. Pero si sé que lo estás pasando mal por mi culpa y no puedo más. Lo siento mucho, sé que no he reaccionado de la mejor manera y que es imperdonable que un padre le haga eso a su hija, quiero que sepas que me arrepiento muchísimo. Podría decirte que me pilló de imprevisto y excusarme en eso, pero te debo la verdad. Sinceramente, no lo aprobaba, me parecía una aberración que dos personas del mismo sexo puedan amarse, pero me he dado cuenta de que eres mi hija y de que te quiero por encima de todo, seas cómo seas y ames a quien ames. Solo quiero que seas feliz. Espero que algún día puedas perdonarme por haberte hecho esto- dijo conmocionado.

- Papá, estas perdonado, pero... La he perdido... Ella... Se estaba besando con un chico...- dije entre sollozos.

Llegué a la conclusión de que lo nuestro no había significado tanto para ella como para mí y de que había pasado página, así que decidí que me alejaría de ella y no la volvería a molestar. Al final, de tanto llorar quedé exhausta y me dormí en sus brazos como cuando era pequeña.

He cambiado un poco el formato en que está escrita la historia. Espero que os guste.