treinta y dos

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El tiempo iba pasando, las vacaciones de verano habían acabado y un nuevo curso había comenzado, el último, 2º de bachillerato. A lo largo de este tiempo, la pandilla y sus padres habían venido a visitarme de vez en cuando. Mi madre se había quedado a mi lado durante todo el verano, pero se había tenido que volver a Canarias por el trabajo, dándole el permiso a Marité de firmar el alta médica en caso de que ella no estuviera cuando despertase. Y Miriam, había venido a visitarme todos y cada uno de los días.

A pesar de que el espacio en el que me encontraba se iba aclarando poco a poco, pasando así de la negrura más oscura que hubiese existido jamás a un gris claro, y que podía percibir más cosas del exterior, como por ejemplo, podía vislumbrar los detalles de la habitación, no podía salir de aquel rincón de mi conciencia. Lo había probado todo, había saltado hasta pensar que si continuaba iba a hacer un agujero, había gritado hasta quedarme sin voz, había girado hasta marearme tanto que si pudiese hubiese echado hasta la primera papilla, había andado sin rumbo para ver si había alguna salida... Pero no podía salir de la que se había convertido mi cárcel. Es curiosos como la mente humana es capaz de las más impresionantes maravillas, pero como también nos mantiene recluidos en su interior, poniéndonos límites que creemos imposibles de cruzar.

Me encontraba sentada pensando en cómo iba a salir del pozo de mi conciencia cuando entró Miriam a la habitación de una forma bastante brusca. En realidad sabía que pasaba el tiempo porque Miriam siempre empezaba diciéndome la fecha y contándome su día, que sino no no sabría si había pasado una hora o un año desde que me encontraba atrapada en esa oscuridad. Además, siempre se despedía dándome un beso en la frente, y no sabía por qué, pero justo en el momento en que sus labios entraban en contacto con mi piel tenía la sensación de que estaba a un paso de despertarme. Pero luego, los separaba y me volvía a hundir en las arenas movedizas de mi conciencia.

-Hola Canaria, recuerda que te amo con toda mi alma y que te sigo esperando hoy y siempre. No encontramos a Viernes 30 de noviembre de 2018, y son las cuatro y media de la tarde- dijo con voz calmada, pero sabía que detrás de esa aparente tranquilidad bullía un gran volcán de rabia que de un momento a otro iba a entrar en erupción-. ¡No sabes lo qué me ha pasado hoy!- dijo exaltada- ¡Me han mandado al despacho del director!- ¡¡¿Qué?!! Eso es imposible, si Miriam es la persona más correcta en clase, no se le puede echar nada en cara. Siempre que ha estado en desacuerdo con algo, lo ha comentado con toda la calma del mundo y jamás ha faltado el respeto a los profesores. ¡Si ni siquiera le han puesto una nota en la agenda!- Deberás estar pensando que eso es tan posible como que la Tierra sea plana o que yo no te ame, pero es que resulta que se han alineado los astros y contra eso no se puede hacer nada- dijo con su característico sarcasmo- Verás, hoy ha venido un chico a dar una charla sobre la sexualidad y las relaciones sexuales, concreta mente sobre la protección a la hora de mantener relaciones sexuales- Pfff... Un tema delicado, sobre todo si lo hablas con Miriam- Hasta ahí todo bien, ha empezado diciendo que la sexualidad es el modo de sentirse como persona sexuada y que incluye emociones, sentimientos... relacionados con el sexo que influyen en el desarrollo de las personas, y que debe basarse en valores como el respeto, la diversidad, la confianza y la igualdad- por ahora todo iba bien, no entendía el problema- pero eso no ha durado ni los cinco primeros minutos y, además, se veía que estaba obligado a decirlo, que lo decía por compromiso y no porque de verdad lo creyese pues lo recitaba de memoria, sin emoción y con cara de asco- las cosas empiezan a torcerse-. Pero no ha sido sólo eso, ha empezado a hablar sobre métodos de protección en el coito como si eso fuera lo único importante en el sexo- me imaginaba por donde iba la cosa, si algo conseguía hacer enfadar a Miriam era el heteropatriarcado- ¡Y se ha tirado cuarenta y cinco minutos hablando de eso!¡Cuarenta y cinco minutos! ¡No había oído la palabra condón tantas veces en mi vida!- me imaginaba la cara de indignación de Miriam, seguro que se le había arrugado el ceño de esa manera tan peculiar que hacía que fuese única y le daba un aire fiero a mi Leona- Además, no ha dejado de sexualizar a la mujer y de hablar como si los hombres cisgénero heterosexuales estuvieran por encima de nosotras por el simple hecho de tener un gusano colgando. ¡Ni siquiera ha contemplado la posibilidad de que haya personas con identidades de género distintas a las binarias o personas con una orientación sexual diferente a la impuesta por la sociedad! Y ya de protegerse en relaciones sexuales entre personas de un mismo género ni hablemos...- me imaginaba la charla y no podía dejar de pensar en que el hombre no sabía dónde se estaba metiendo, cuando la Leona se enfada, es mejor estar a una distancia mínima de diez kilómetros a la redonda- Y cuando quedaban cinco minutos para acabar con esa porquería, ha soltado el siguiente comentario, cito textualmente "y ya no hablemos de las mujeres que juegan al fútbol, se creen que pueden hacer las cosas de hombres pero en realidad, parecen patos mareados" eso me ha hecho acordarme de ti, y como ya estaba calentita de lo anterior, al final he explotado y le he gritado...

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