Capítulo IX

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A la mañana siguiente, fui hacia la habitación donde se encontraba el hijo del alfa; Erik, para ver si ya había despertado y poder darle la lamentable noticia que su padre y hermano habían muerto.

Abrí la puerta y pude ver como Erik estaba sentado al borde de la cama, me acerqué a él y me senté a su lado mientras le preguntaba como se sentía, a lo cual el respondió:

—Adolorido, pero bien.

Me levanté de la cama y comencé a caminar hacia la puerta y antes de salir le dije a Erik que iría a ver a los demás, a lo que él solo asintió con la cabeza.

«¿Cómo mierda le voy a decir que su padre está muerto?».

Cuando verifique que toda la manada estaba bien, me dirigí hacia la habitación donde se encontraba mi hermano. Entré lentamente para no provocar ningún ruido, caminé hacia la cama y me senté al borde de la cama para poder estar lo más cerca posible de Noah.

Mi hermano, poco a poco abrió los ojos lo cual provocó una sonrisa llena de alegría porqué mi hermano al fin había despertado.

—Despierta bello durmiente —le dije con una sonrisa de lado—, has dormido demasiado.

Mi hermano lentamente, se recarga en el respaldo de la cama. Me regala una sonrisa, esa sonrisa que me tranquiliza, esa sonrisa que me hace sentir a salvo, esa sonrisa que me hace olvidar que me buscan para asesinarme.

—¿Cómo te sientes? —le pregunté mientras tomaba su mano para que así mi poder curativo recorriera todo su cuerpo curando las pocas heridas que tenía.

—Cansado, pero bien —dijo con una sonrisa—. Adrienne... El vampiro que nos atacó era demasiado fuerte, seguramente se alimentaba solo de humanos.

La sangre de humanos nos daba más fuerza y proteínas que cualquier otra sangre, la única sangre que se podría comparar al del ser humano, es la de los vampiros de sangre pura, pero para matar a un sangre pura debes de estar loco, ya que eso es considerado un crimen que es pagado con muerte.

—Estoy totalmente de acuerdo contigo —hice una pausa—. ¿Sabías que los perfeccionistas le pusieron precio a mi cabeza?

Noah hizo una línea recta con sus labios y guardó silencio total.

—Noah... —dije asustada por su acción—, ¿lo sabías?

Noah me miró fijamente, y sus ojos verdes estaban clavados en los míos. "Abrí" mi mente para poder leer la suya, y efectivamente, él sabía que mi cabeza tenía precio.

—¡Noah! —me levanté bruscamente de la cama—. ¡Como pudiste ocultarme algo así! ¿Me trajiste aquí sabiendo que mi cabeza tenía precio? ¡¿Sabes cuantas personas muerion?! ¡Por mi culpa Noah! ¡Por mi culpa murieron inocentes! —exclamé molesta, decepcionada por lo que había hecho mi hermano.

—Era para salvarte Adrienne... Eres mi responsabilidad, tengo que protegerte...

—¡Murieron personas inocentes! —lo interrumpí—. ¿Qué esperas que le diga a la manada? "Mataron a algunos integrantes de la manada por mi culpa", ¿eso quieres que les diga?

Noah se quedó con la mirada fijada en el piso de madera de la habitación. Al ver que no recibiría respuesta alguna, salí de la habitación y me encontré con Erik en el pasillo, al verlo un escalofrío invadió mi cuerpo.

—Adrienne... ¿Murió alguien de la manada? —preguntó Erik con un nudo en la garganta. Al ver que no respondía, volvió a preguntar—: ¿Murió alguien de la manada?

Yo sin saber que decir, hice una línea recta con mis labios, baje la mirada al suelo y en un pequeño susurro dije:

—Lo siento.

Eso fue suficiente para que Erik fuera directamente a la habitación de su padre, y al ver la cama vacía se giró bruscamente sobre sus talones para encararme; sus ojos cafés —cristalinos por las lágrimas—, me miraban fijamente mientras que yo, sin saber que hacer, lo miraba fijamente con un nudo en la garganta.
Quería pedirle una disculpa, quería decirle lo mucho que lo sentía, pero sabía que al hablar rompiera en llanto, así que solo me quede callada.

—Mis hermanos... —dijo Erik y podía escuchar lo quebrada que estaba su voz, podía escuchar que peleaba por no soltar en llanto—, ¿dónde están?

—Robert y Mónica están bien pero Charlie.. Charlie murió —dije tratando de no llorar, dije sintiéndome culpable por lo que le había pasado a su padre y a su hermano, pero es la verdad, yo tuve la culpa de todo esto.

Erik se puso de rodillas a mitad del pasillo, su mirada estaba fija en el suelo. Sus ojos reflejaban dolor, tristeza, rabia.

Yo sin saber que hacer entré a mi habitación, cerré la puerta con llave y comencé a llorar, comencé a sacar todo el dolor que tenía, toda la culpa que tenía, pero vamos, no me puedo quitar esa culpa de ninguna manera, ¿cómo es que alguien puede perdonar a una asesina? Porque eso es lo que soy, una asesina, he matado a personas, he matado animales, he matado a mis seres queridos.

Salgo por la venta y doy un salto que me lleva hacia un árbol que está a un costado de la casa. Salto de árbol en árbol hasta alejarme de aquella casa.

Cuando estaba lo suficiente alejada para poder desatar mi furia, baje del árbol y comencé a lanzar bolas de fuego, comencé a lanzar cuchillas de hielo, comencé a utilizar todos mis poderes para poder desahogarme, y funcionó —un poco—.

Agotada, me senté en el césped a llorar, a desahogarme, no podía con esta culpa.

«¿Cómo demonios es que matan a tantas personas? ¿Por qué ellas mueren y yo no? Yo debería estar muerta».

Sin saber que hacer, me quedé sentada en el césped escuchando la tranquilidad del bosque, sintiendo el aire fresco que recorría mi cuerpo, viendo como el Sol se escondía cada vez más detrás de las montañas dejando a la Luna brillar en el cielo oscuro.

Cuando todo estaba completamente oscuro, decidí regresar a "casa" para poder encarar a Erik, poder encarar a todos los sobrevivientes de la manda y pedirles una disculpa por lo que pasó, por la pérdida de sus seres queridos.

Estaba a punto de llegar a la casa —a solo doscientos metros—, y una luces aparecieron en mi campo de visión; en mis manos forme cuchillas de hielo esperando el ataque del supuesto enemigo, pero nunca llegó.

En ese instante, percibí el olor de mi hermano, así que desvanecí las cuchillas y comencé a caminar en dirección a la fuente del olor. Una luz me apunto haciendo que, por instinto colocara mi mano frente a mi rostro para evitar que la luz me cegara.

—¡Aquí está! —escuche la voz de Noah.

La luz desapareció y en menos de cinco segundos unos brazos me rodearon en un cálido abrazo, al momento en el los brazos me rodearon mis fosas nasales se llenaron del aroma de Noah, así que, respondí el abrazo. Las lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas, Noah se separo de mi y con sus pulgares limpió las lágrimas que tenía en mi rostro.

—Lo siento. Lo siento. Lo siento —repetía una y otra vez—. No era mi intención que murieran, no lo era... —me oculte en el pecho de Noah y él, me rodeo con sus brazos como si dijera: "todo estará bien".

—Adrienne... —escuché la voz de Erik a mis espaldas y un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

Me giré sobre mis talones y corrí hacia él para darle un abrazo en modo de disculpa.

—Sé que un "lo siento" no regresará a la vida todos los que murieron —dije inmediatamente cuando lo tuve en mis brazos—, pero quiero que sepas que nunca fue mi intención que asesinaran a tu familia.

Erik respondió a mi abrazo; me rodeo con sus brazos haciéndome sentir protegida. En el instante en el que respondió mi abrazo sentí como mi cuerpo se relajó en su tacto, como si todo este tiempo hubiese cargado varias toneladas en mi espalda.

—Adrienne —dijo Erik separándose de mi—, mi padre y el resto de la manada murieron protegiendote porque sabían que eso era lo correcto.

Erik me regalo una sonrisa y enseguida le di otro abrazo.

—Los perfeccionistas pagaran por todo lo que han hecho —dijo Noah.

Y entonces, en ese instante, supe que una guerra estaba a punto de acercarse.

AdrienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora