*Narra Adrienne*
La luz del Sol entró por la ventana haciendo que me despertara. Parpadeo un par de veces para poder acostumbrarme a la luz de la habitación, me estire sobre la cama haciendo que todos mis músculos se relajaran. Me quedé acostada boca arriba con mi mirada fija en el techo.
Un par de minutos después lancé las cobijas para poder levantarme de la cama, camine hacia una de las ventanas para poder admirar el paisaje; me encontraba rodeada de árboles, el Sol se encontraba saliendo por el horizonte y la neblina iba subiendo poco a poco.
«Otro día más sin ti».
Mientras yo despertaba con una maravillosa vista, en un lugar tranquilo, lleno de paz, mi hermano probablemente esté siendo torturado.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por unos leves golpes sobre la puerta de madera, me di la media vuelta y camine hacia la puerta, gire la perilla y la abrí dejando a la vista a una joven que tenía la mayor parte del cuerpo lleno de quemaduras.
—Dice Argus que bajes a desayunar —dijo con su dulce y suave voz—, te esperamos en el jardín —sin decir nada más se dio la media vuelta para caminar por el largo pasillo que lleva hacia las escaleras.
Entre nuevamente a mi habitación y cerré la puerta, me senté sobre la cama y saque mis tenis que se encontraban debajo de la cama, tenía unas pequeñas manchas carmesí por la batalla que había pasado hace unos días y mi ropa no se encontraba del todo limpia, estaba llena de sangre.
«¿Será bueno usar esto para el desayuno?», pensé pero ese pensamiento se fue tal y como vino ya que no tenía ropa para poder cambiarme, todas mis pertenencias se quedaron en la aldea, incluso mi foto más valiosa.
Sin más opciones de vestimenta salí de mi habitación y camine hacia las escaleras para poder bajarlas y después salir de la casa. Al salir, el viento frío recorrió mi cuerpo haciendo que mi piel se erizara. Camine hacia el gran jardín y al llegar me encontré con un escenario sacado de una película; había platos, vasos y cubiertos volando por todos lados.
—¡Cuidado! —gritaron a mis espaldas.
Me di la media vuelta rápidamente pero al hacer esto algo se estrello contra mi cara haciendo que cayera al suelo y todo se volviese negro. Pude escuchar unas pisadas que se acercaban cada vez más a mi, pude sentir como una pequeña mano se poso en mi antebrazo. Abrí los ojos y todo era borroso, así que parpadeo para que todo se aclare.
Con mi vista clara pude observar a una pequeña niña de tez morena con heterocromía —tenía un ojo verde y otro café—, su cabello era negro y estaba atado en dos trenzas que llegaban hasta su cintura. La pequeña niña, con sus tiernos y hermosos ojos me miraba con preocupación, la mire sin entender y enseguida me levante del suelo sacudiendo la tierra de mi ropa.
—Disculpa —dijo la niña con su tierna voz.
—¿Disculparte? ¿Por qué? —la mire sin entender a que se refería.
La niña estuvo a punto de hablar pero una voz ronca se lo impidió. Me di la media vuelta para encontrarme al dueño de aquella voz y me encontré con un joven alto, tez morena, cabello lacio de color negro, al igual que la pequeña niña tenía heterocromía, solo que él tenía un ojo color azul y el otro color verde aceituna.
—Disculpa a mi hermana —pidió con amabilidad el joven—. Es una pequeña hechicera que está aprendiendo a usar sus poderes.
—Quería ayudar al gran hechicero con los platos —susurro la niña a mis espaldas.
Moví mi cuerpo de manera que pudiera ver a la niña sin girar mi cuerpo por completo, al verla me lleve con la gran sorpresa de que había un plato roto sobre el césped.
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Adrienne
ParanormalAdrienne, una vampiro que nació con un poder único en el mundo haciéndola alguien muy poderosa, por esta razón sus padres tuvieron que sacrificarse para salvarla ya que está siendo buscada para ser asesinada por los líderes de su mundo. Ellos tienen...